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Intercambio humanitario

El secuestro de policías, soldados y políticos, que comenzó como una estrategia de las Farc para incrementar su poder de negociación y sacar a guerrilleros de la cárcel, hoy es uno de los dramas que más agobia al país. SEMANA.COM ofrece a sus lectores un breve resumen que le permite acceder a todos los artículos publicados por la revista sobre el tema.

5 de febrero de 2006

Ocho meses después de haber puesto en marcha una estrategia encaminada a secuestrar militares con el fin de incrementar su poder de negociación, las Farc hablaron por primera vez de un canje por guerrilleros presos. Desde que arrancaron las negociaciones de paz entre las Farc y el gobierno de Andrés Pastrana en 1998, el canje de los 528 policías y militares retenidos por guerrilleros presos ha sido la obsesión del líder guerrillero Manuel Marulanda.

Aunque el tema del intercambio fue manejado en una mesa paralela, siempre enredó la discusión de la agenda oficial de negociación en San Vicente del Caguán, hasta el punto que las Farc insistieron en abandonar la mesa si no había intercambio humanitario. El 'Mono Jojoy' amenazó con secuestrar políticos si el gobierno no sacaba una ley de canje permanente.

El gobierno de Andrés Pastrana tuvo varios problemas para realizar el canje. Pero tras un forcejeo, de la lista inicial de guerrilleros 'canjeables' presentada por Tirofijo, gobierno y Farc lograron un acuerdo humanitario que permitió la liberación de 304 soldados y militares a cambio de sacar de la cárcel a 14 guerrilleros, que inmediatamente volvieron a las filas guerrilleras. En todo caso, cuando se dio este canje ya más de 100 canjeables se habían fugado de la cárcel o salido por vencimiento de términos.

El secuestro de Ingrid Betancourt y otros políticos importantes tras la ruptura de los diálogos en el Caguán complicó aún más el panorama. Con la llegada de Álvaro Uribe la presión por realizar el canje siguió creciendo, colocando al nuevo Presidente en una encrucijada pues aún persisten grandes discrepancias entre el gobierno y las Farc. Mientras algunos consideran que liberar a guerrilleros presos sería ceder ante el chantaje e incentivar el secuestro y otros consideran que lo humanitario debe primar como sucede en países como Israel, dentro del gobierno Uribe son palpables las contradicciones. El fallido rescate del gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria, de Gilberto Echeverri y ocho militares y las negociaciones previas a su asesinato endurecieron la opinión pública frente al canje. Sin una alta probabilidad de rescate, los hijos de los secuestrados seguirán creciendo sin ver a sus padres y madres.  

El 18 de agosto de 2004, el presidente Uribe dio un primer paso hacia el intercambio humanitario con la propuesta de liberar de manera unilateral 50 guerrilleros procesados o condenados por rebelión a cambio de que la guerrilla libere a los secuestrados políticos y a los miembros de la Fuerza Pública en su poder. El optimismo de los familiares con este anuncio se vio opacado por la respuesta de las FARC, que exigió que el gobierno creara una zona de seguridad de 72 horas en el Caquetá para que tres miembros de esa organización se encontraran con el Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, y concertar cara a cara los detalles del canje de un grupo de secuestrados por 50 guerrilleros. El gobierno rechazó la propuesta.

La primera semana de diciembre, el gobierno volvió a mover el tema, esta vez liberando unilateralmente de las cárceles a 23 guerrilleros condenados por rebelión. Las Farc dijo que no eran guerrilleros. Tres semanas después, el presidente condicionó la extradición del guerrillero Simón Trinidad a que las Farc liberaran a los secuestrados políticos, oferta que fue nuevamente rechazada.

Las familias se siguen moviendo entre la esperanza y la desilusión, como lo refleja el libro "Buscando a Ingrid", de su esposo Juan Carlos Lecompte, mientras los secuestrados sienten que se los traga la manigua.

Desde mediados del 2005, el tema del intercambio se ha vuelto a poner sobre la mesa. El presidente Álvaro Uribe le aseguró recientemente a Yolanda Pulecio, mamá de Ingrid, que esta vez el ofrecimiento de negociar con las Farc un acuerdo humanitario va en serio. Los familiares le han solicitado al procurador Edgardo Maya que lidere un acuerdo, aunque seguramente si este se concreta el intermediario será la Iglesia. La última oferta del gobierno de celebrar un encuentro con las Farc en Aures fue rechazado por la guerrilla, que insiste en despejar los municipios de Pradera y Florida.

La presión a favor del intercambio humanitario crece cada día. Los familiares saben que las cicatrices del secuestro no terminan con la liberación, como lo demuestran las historias de los soldados que ya han sido puestos en libertad. Pero por lo menos es el fin de la agonía.