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Alfonso López Michelsen durante la conmemoración del segundo aniversario del secuestro de los diputados del valle

Negociador de paz

La batalla que no ganó

El ex presidente Alfonso López Michelsen murió en pie de lucha en el marco de un posible acuerdo humanitario que garantizara la liberación de los secuestrados por la Farc. Con su fallecimiento, los familiares de los rehenes pierden a su principal vocero ante un gobierno no dispuesto a negociar.

11 de julio de 2007

Alfonso López Michelsen tuvo una larga vida en la cual disfrutó muchas batallas y perdió otras. De éstas siempre se repuso y volvió a guerrear. Sin embargo, hubo una derrota que lo agobió, lo llenó de dolor y, lo peor, se fue sin poder darle un giro. El intercambio humanitario.

Por eso, muchos de los familiares de los secuestrados por las Farc recibieron con más tristeza la noticia. Aún no se había repuesto de la consternación tras el asesinato de los 11 diputados del Valle del Cauca en manos de las Farc, cuando ahora vieron partir para siempre al principal promotor de un acuerdo humanitario entre el gobierno y los grupos ilegales para lograr la libertad de los secuestrados.

Para él no era un reto nuevo. Desde la reforma constitucional del año 1991, Alfonso López Michelsen impulsó campañas y estrategias para lograr una negociación. En este sentido, consideraba que la liberación de los secuestrados debía ser un acto independiente a la resolución del conflicto armado, para que hubiese un interés real por parte de las Farc en acatar la petición del gobierno. López Michelsen sostenía que de tratarse el acuerdo humanitario como un asunto autónomo, posiblemente sus resultados influirían de forma positiva en el proceso de paz. Sin embargo, era un ejemplo vitalizador verlo ahora a su avanzada edad subiéndose a la tarima en distintos escenarios del país para dar luces que abrieran las puertas al tema.

Incluso hasta sus últimos días fue un optimista. Cuando el país recibía con horror la noticia del crimen de los diputados, él salió a explicar la tesis de su optimismo. Es la crisis de la crisis, dijo. Con eso, argumentaba, se había tocado fondo en la situación por lo que ahora todo lo que viniera sería para mejor. El tiempo lo dirá aunque él no podrá comprobarlo.

La critica inteligente

Ante las reservas del gobierno de Álvaro Uribe en cuanto a los tratados internacionales sobre acuerdos humanitarios, mostrándose dudoso sobre la efectividad de un posible canje, López Michelsen en una carta enviada a Ángela Giraldo, hermana del diputado recién asesinado Francisco Giraldo, con fecha del 16 de febrero de 2004, consideraba que si el gobierno no ponía en práctica la medida clásica del intercambio, debía recurrir a la mediación de un tercero para llegar a un convenio en condiciones pactadas, de carácter menos específico que los contemplados por los Protocolos de Ginebra, pero la negociación era inminente para obtener resultados positivos.

En una carta abierta al presidente Uribe, Alfonso López Michelsen propuso la aplicación de la Comisión de Encuesta prevista en los Protocolos de Ginebra, a fin de activar un tribunal imparcial, que fuera de las implicaciones políticas, fungiese como una autoridad para preservar el respeto a los derechos humanos por parte del Estado, y les permitiese a los grupos insurgentes sometidos a su competencia mostrar su sinceridad con respecto al DIH.

Para López Michelsen como medida inicial de acercamiento entre las partes, se debía quitar el calificativo de “terroristas” a las Farc y otros grupos ilegales, adjetivo del que hace amplio uso el presidente Uribe y su gabinete.

A pesar de los consejos, la administración de Álvaro Uribe se mantuvo alejada de las negociaciones con los grupos ilegales y decidió buscar la liberación de los secuestrados a través de una operación unilateral con la ayuda de las Fuerzas Militares.

El ex presidente López Michelsen en una columna titulada ‘El Eterno Teatro’, publicada en el periódico El Tiempo el 9 de junio de 2007, expresó que todas las sugerencias hechas por el presidente Uribe están muy lejos de lograr un acuerdo humanitario. Rechazó la decisión unilateral del primer mandatario en liberar al canciller de las Farc, Rodrigo Granda y a otros guerrilleros sin ningún tipo de garantías sobre una negociación. A juicio de López Michelsen, el presidente Uribe se niega a cualquier demostración de reciprocidad, cuestión que es rechazada por las Farc, ya que cualquier acuerdo, sea territorial o humanitario, lleva implícito la actuación, entendimiento y responsabilidad de ambas partes.

La postura crítica de López Michelsen en relación con las políticas de Álvaro Uribe en materia de acuerdo humanitario, se remonta a años atrás. Para López era inconcebible que el gobierno considerara de mayor importancia otros asuntos diferentes al acuerdo humanitario, a sabiendas que estaba en juego la integridad de más de 2.000 personas y la estabilidad de sus familias.

En 2003, López Michelsen desaprobó el carácter prioritario que el gobierno de Uribe le dio al proceso de desmovilización de los paramilitares, restándole importancia al acuerdo humanitario a sabiendas que las AUC no tienen rehenes.

A su juicio, el desinterés en el acuerdo humanitario se basa en la ignorancia de las autoridades sobre los alcances del Derecho Internacional Humanitario. “Se niegan a entender que un tratado público, como los Protocolos de Ginebra, obligan al Estado colombiano a proceder por consideraciones humanitarias, superando toda clase de barreras constitucionales y legales. Resulta inconcebible pedir facultades extraordinarias al Congreso para dar pasos como el mal llamado canje, que es la razón de ser y el objeto de los acuerdos humanitarios, contemplados en dichos protocolos”.

Libertad, libertad

La apatía mostrada por el gobierno ante un posible intercambio humanitario obligó a López Michelsen a redireccionar sus esfuerzos en busca de una solución. En su opinión, la situación de los retenidos es lo que menos importa para el gobierno de Álvaro Uribe y los grupos ilegales, ya que el problema ha estado latente por años y no se han presentado avances hacia una posible salida.

En 2006, junto al también ex presidente Ernesto Samper crearon la Coordinadora para el Intercambio con el fin de afinar esfuerzos en la liberación de los secuestrados. Como primera medida desplegaron una campaña publicitaria a favor del acuerdo humanitario en coordinación con las alcaldías, gobernaciones y canales de televisión regionales, contando también con el apoyo de los canales institucionales del Senado y la Cámara de Representantes. Posteriormente, propusieron el desarrollo de un proyecto de ley de iniciativa popular a favor de acuerdo humanitario, además de formar una comisión integrada por familiares de secuestrados, que viajó a Washington para introducir una demanda ante la Comisión de Derechos Humanos de la OEA en relación con el rescate militar y para asistir a varias reuniones con congresistas norteamericanos que están interesados en el tema del acuerdo humanitario.

Un familiar más

El interés que Alfonso López Michelsen siempre mostró en la liberación de los secuestrados, lo hizo formar parte importante de cada una de las familias víctimas de este flagelo.

Ángela Giraldo recuerda que estuvo presente en todos los eventos que se organizaron para discutir sobre posibles caminos que facilitaran la liberación de los secuestrados del Valle del Cauca.

“Cuando fallecieron los 11 diputados del Valle, el primero que llamó fue el ex presidente López, lo noté muy angustiado por lo que estaba sucediendo, se le notaba ya muy enfermo”, apuntó Giraldo.

Según Giraldo, el ex presidente López, a pesar de su avanzada edad, nunca escatimó en esfuerzos para gestionar posibles soluciones al problema. Muestra de ello, es una carta que éste le envió en 2003, con motivo de las conversaciones que estaban entablando con personalidades estadounidenses, donde ofrecía su ayuda para establecer contacto con su homólogo Jimmy Carter.

“Como le había prometido, quiero referirme a la carta para Jimmy Carter, cuyo borrador usted se sirvió enviarme. Con mucho gusto la enviaré, y si es posible a mano, hasta Atlanta, para que no haya lugar a que se extravíe o se demore. Antiguamente yo tenía un sobrino médico que trabajaba en el Hospital de Atlanta, que depende de la Universidad en donde está el Carter Center, pero lo trasladaron a Dallas. Cuento, sin embargo, con un abogado colombiano amigo, que ejerce en Atlanta y que debe venir a Bogotá en estos días”.

Ángela Giraldo sostiene que con la muerte de López Michelsen desaparece la imagen insigne del acuerdo humanitario, ya que por su edad, estaba lejos de los intereses políticos que siempre han enviciado cualquier intento de negociación. “A pesar de este nuevo golpe que volvemos a sentir los familiares de los secuestrados, no podemos perder las esperanzas de una posible salida. Creemos que es el turno del ex presidente Samper de retomar las banderas de López en la lucha para que los secuestrados perdidos en la selva puedan regresar a sus hogares”.

Sin embargo, apunta Giraldo, aunque no pudo cumplir su sueño de morir en paz tras la liberación de todos los secuestrados, logró promocionar nacional e internacionalmente el tema del asunto humanitario, siendo sin duda su mayor aporte a la causa.

“Lo único que le quedó por hacer al ex presidente López en materia de acuerdo humanitario fue el haber iniciado su lucha cuando ejercía como Presidente de la República, de haber sido así, todas sus propuestas estuvieran en marcha y seguramente la mayoría de los secuestrados estuvieran en sus casas, disfrutando de la compañía de sus seres queridos”, agregó Giraldo.

La jurista Caterina Heyck, autora del libro "Sí al acuerdo humanitario" y amiga personal de López Michelsen asegura que cuando éste fungía como Presidente de la República jamás se mostró interesado en los protocolos de Ginebra en torno al Derecho Internacional Humanitario (DIH). “El ex presidente López consideraba que los protocolos internacionales eran un mecanismo que utilizaban las potencias para intervenir en las políticas de otras naciones”. Sin embargo, apunta Heyck, años después reconoció que estuvo mal asesorado por su ministro del Exterior, razón que lo incentivó a asumir una posición activa como vocero y facilitador en el rescate de los secuestrados, partiendo de la premisa de que toda liberación requiere de una previa negociación.