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José Vargas, uno de los soldados que pisó una mina quiebrapatas cuando escoltaba a otros uniformados en una operación en Coreguaje, Caquetá. (Fotos: Pilar Mejía- Cortesía SOHO)

Viernes, 11 de agosto

La caja de Pandora

Cuando el país creía que el caso de la guaca de las FARC había concluido, aparecen nuevos testimonios que vinculan al ex comandante del Ejército en la búsqueda de más dinero en la selva.

11 de agosto de 2006

“Empezamos a subir y de una empezaron los combates. Cosa normal, nada del otro mundo. Lo único que yo sabía hasta entonces es que estábamos escoltando a unos manes camuflados, pero que no tenían ninguna arma. Al día siguiente le pregunté a uno de ellos quiénes eran y qué estábamos haciendo ahí. Me dijo que él era uno de los soldados de la guaca. Los que una vez se encontraron varios millones y se quedaron con ellos. Según me dijo, estaban buscando más plata y armas. Si las encontraban los dejaban libres, les quitaban las demandas que les tenía el Ejército y tal vez hasta los reintegraban. Pero en ese cerro sólo había huecos vacíos (...) Hacía tiempo que las Farc se habían llevado todo. Por eso cuando estalló la bomba que me cortó la pierna, ya estábamos de salida. Eso es lo que más piedra me da”.

Así recuerda el soldado José Vargas cómo el Batallón Cuatro de las Fuerzas Especiales salió de San Vicente del Caguán rumbo a una misión secreta hacia Coreguaje. Se trataba de ir de nuevo al lugar donde, en abril de 2003, 147 militares del Batallón de Contraguerrillas No. 50 halló enterrados más de 40 mil millones de pesos en caletas enterradas por las Farc.

El testimonio de Vargas, publicado por la revista SOHO en su edición número 69 (ver "Un día después de una aputación", revela algunos detalles de lo que sucedió un día de agosto a las cuatro de la madrugada, cuando salieron en un avión del Batallón Cazadores con la orden de hacer el operativo en el mismo lugar donde dos años atrás se encontraron miles de dólares y pesos colombianos.

Además de haber quedado mutilado, el soldado Vargas regresó con otra frustración: no encontraron más dinero. Su testimonio coincide con los de otros soldados vinculados al caso de la guaca en el que revelan que a ellos se les volvió a dar un uniforme militar, se les reentrenó y se les llevó al sitio en donde hallaron la caleta para que buscaran más dinero. Algunos de los uniformados condenados por la Justicia Penal Militar a pagar hasta 10 años de cárcel por apropiarse de la guaca (ver notas relacionadas “Hasta 10 años de... “), hicieron confesiones similares a las de Vargas en las que, incluso, involucran al ex comandante del Ejército, general Reynaldo Castellanos.

“Volvimos al Coreguaje con mentiras del general Castellanos. Nos reunió llegando al Batallón Cazadores y nos dijo que nos iba a sacar del país, que nos iban a dar el 40 por ciento de la plata que sacáramos de allá, pero nada de eso nos cumplieron”, dijo hoy a Radio Caracol el soldado Hernando Guerrero, uno de los condenados a prisión por peculado (hurto).

El mismo medio de comunicación divulgó la versión del soldado Jhon Vivas, quien asegura que unos amigos suyos fueron reentrenados para volver a la zona por orden de Castellanos y de otros oficiales del Ejército.

El general Castellanos, quien el pasado 21 de febrero fue llamado a calificar servicios por el Presidente Uribe, admitíó haber dado la orden de hacer esa operación en Coreguaje en septiembre del año pasado, pero negó rotundamente haber hecho los ofrecimientos que dicen los soldados.
 
Lo cierto es que cuando todo el país creía que el caso había sido cerrado, ahora se abre una caja de Pandora que puede traer muchas sorpresas.