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La ciencia detrás de una sonrisa

Silvia Camargo explica los resultados que han arrojado los estudios acerca de la felicidad.

Silvia Camargo
12 de febrero de 2006

Hasta hace poco tiempo la felicidad era un tema que poco interesaba a los científicos. Su contraparte, la tristeza, siempre ha sido más llamativa. Más textos y trabajos se han escrito sobre la miseria del hombre que sobre la felicidad. Esto se debe en parte a que la dicha se ha considerado como un estado pasajero y difícil de alcanzar. El mismo Freud afirmó que la felicidad no había sido incluida en los planes de la creación. El tema, entonces, fue un material de inspiración solo para escritores, filósofos y poetas. Sin embargo, desde hace un par de décadas el tema ha logrado salir de los poemas y ensayos filosóficos para aterrizar en los laboratorios de muchos científicos interesados en saber qué se esconde detrás de esta esquiva sensación. Gracias a estos trabajos, la noción que se tiene de la alegría no solo ha cambiado sino que ha empezado a ocupar un lugar preponderante dentro de las proyecciones económicas de los países, tal como está sucediendo en Bután, donde el rey ordenó medir el crecimiento de la felicidad así como hoy se calcula el producto interno bruto o PIB para evaluar el desarrollo de una nación. La ciencia de la felicidad ha producido hasta hoy más de 3 mil estudios, una revista de divulgación de investigaciones sobre el tema y una base de datos mundial, así como libros especializados y conferencias a las que asisten biólogos, antropólogos, científicos sociales y economistas. Aunque no hay necesidad de tener una imagen del cerebro para saber que alguien está feliz, ciertas técnicas de diagnóstico, como el escáner, han permitido ver qué sucede en este órgano cuando la gente se siente dichosa. Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin, uno de los líderes en el tema, ha encontrado que cuando las personas experimentan sentimientos positivos se produce una mayor actividad eléctrica en el lóbulo izquierdo. Cuando ven fragmentos de películas de terror sucede lo contrario. Por lo tanto, hoy se sabe que hay una conexión entre la actividad cerebral y el estado de ánimo. Los expertos todavía no se ponen de acuerdo sobre qué es la felicidad. Para unos es un estado, para otros un sentimiento y hay quienes la ven como un simple juicio (estoy bien, mi vida es satisfactoria), que no implica ni lo uno ni lo otro. Un mayor acuerdo existe en lo que hace felices a los seres humanos. Se sabe, por ejemplo, que las épocas más agradables de la vida son la juventud y la vejez. Tener amigos, socializar, estar en contacto con la gente es importante para estar contentos. Aunque a veces no lo parezca, el matrimonio es fuente de felicidad. También lo es tener logros, hacer descubrimientos, amar y ser amado, estar cómodo y tranquilo. Los científicos han encontrado que todas las situaciones que le provocan al ser humano un mayor grado de satisfacción tienen un efecto positivo en la salud. En la Universidad de Kentucky encontraron gracias al estudio de las biografías de monjas de Notre Dame, que aquellas más positivas lograban vivir más tiempo, por lo menos diez años más que las monjitas menos felices. Algo similar resultó de un estudio entre los actores de Hollywood. El éxito, y la euforia que llega asociada a él, tambien prolonga la vida. De todos aquellos que han estado en la lista de nominados al premio Oscar de la Academia, los ganadores han vivido en promedio cuatro años más que los perdedores. Los sicólogos evolucionistas afirman que el cerebro se estructuró para sobrevivir en tiempos de adversidad. De ahí viene la tendencia del ser humano a ser catastrófico y a enfocarse solo en los puntos negativos. La gente recuerda más sus desgracias que los momentos más agradables. A pesar de esto, la felicidad es un motor de la vida. La gente toma decisiones basándose en lo que puede anticipar que la va a hacer más dichosa, aunque ese cálculo no siempre es acertado. El nivel de felicidad varia de una persona a otra. Robert R. McCrae, director de un amplio estudio que monitoreó a más de 6 mil personas durante 10 años, sostiene la teoría de que los seres humanos vienen con una especie de coeficiente de felicidad y, a pesar de que hay variaciones en los niveles debido a las circunstancias, ya sean éstas favorables o no, la gente tiende a volver a ese estado. Esto sucede porque la felicidad tiene un componente genético. Así, es posible que alguien pesimista gane una lotería. Después de la euforia de la noticia esa persona regresa a los mismos estados de amargura de antes. Lo mismo sucedería si alguien de carácter jovial pierde una pierna en un accidente de tránsito. Después de un tiempo, y a pesar de su desagracia, esa persona volvería a ver la vida bajo el mismo lente radiante de antes. "El 50 por ciento de la felicidad viene en la lotería genética. La otra mitad viene de las tristezas y placeres de las últimas horas", afirma David Lykken, un genetista que comparó el nivel de felicidad entre pares de gemelos. Curiosamente, las mascotas dan felicidad pero los niños no tanto. Tampoco el dinero. Los análisis de los economistas muestran que la felicidad no ha aumentado para los países del primer mundo después de 1950. En el libro La ciencia de la felicidad, Sir Richard Layard indica que si bien en Gran Bretaña los ingresos se han triplicado desde 1975 el nivel de satisfacción ha sido el mismo desde entonces. Aún más, hay un cuadro muy conocido que revela las naciones más felices y satisfechas según su renta per cápita. El diagrama muestra que los países industrializados de occidente no son más felices que los más pobres. Por ejemplo Colombia, un Estado con una renta per capita mucho menor que Austria, Noruega o Estados Unidos tiene un nivel de satisfacción igual que esos países desarrollados. "He ahí la paradoja. Cuando las personas se hacen más ricas en relación con las otras, son más felices. Pero cuando son las sociedades en su conjunto las que se hacen más ricas, no se vuelven por ello más felices", dice Layard. Un ejemplo que explicaría este fenómeno es el del vecindario al que llega un personaje con un nuevo Mercedes. El flamante carro le da satisfacción porque él es el único que lo tiene. Pero en cuanto todos los demás empiezan a adquirir un vehículo igual, la felicidad regresa al mismo punto de cuando todos tenian un Renault 4. La capacidad de adaptación tambien hace que las personas se acostumbren rapidamente a la sensación de bienestar que les dan los productos que adquieren y esto hace que con el tiempo no los valoren tanto como al comienzo. ¿Por qué el confort y el desarrollo no hacen a las personas más felices? El dinero ayuda pero hasta cierto punto. No hay duda que para una persona pobre recibir un aumento de sueldo o mejorar sus condiciones económicas ayuda a mejorar su bienestar. Pero una vez obtiene cierto nivel, recibir más dinero deja de ser un factor importante para incrementar el nivel de felicidad. Otra teoría sugiere que el dinero no hace feliz a las personas debido a la costumbre de compararse. La gente se siente satisfecha o triste dependiendo de con quién lo haga. Los estudios muestran que si a todos los demás, excepto a Ricardo, les aumentan el sueldo un 1 por ciento, la felicidad de Ricardo desciende un tercio. Eso mismo aumentaría la felicidad de Ricardo si el aumento es para si mismo. "Asi que si los ingresos de todo el mundo se incrementan a la par, nuestra felicidad ascendería, pero solo dos tercios de lo que lo haría si solo aumentaran los nuestros",asegura el autor. Otro estudio hecho por investigadores de la universidad de Harvard pedía a los participantes escoger entre ganar 50 mil al año en un mundo en el cual el salario promedio era 25 mil o 100 en uno donde el promedio era 200 mil. El 50 por ciento prefirió recibir menos pero ser más rico que sus vecinos. Muchos otros estudios han corroborado que el aumento de sueldo de los demás va en detrimento de la felicidad personal. Por eso una de las claves de la felicidad, según Layard, es no compararse con los de arriba sino con los de abajo. Lo interesante de la ciencia de la felicidad es que está arrojando información crucial para saber qué es lo que finalmente hace más contentos a los seres humanos. Y estos datos han llevado a entender que la definición de la felicidad es mucho más amplia de lo que se creía. El interés en el tema ha propiciado un cuestionamiento entre los gobiernos a la premisa de que el desarrollo siempre trae mayor bienestar y a que muchos Estados sigan la iniciativa del monarca de Bután de tener un índice de bienestar que mida de forma más precisa el nivel de felicidad de los ciudadanos.. Esto requerirá de un cambio de mentalidad grande si se tiene en cuenta que la felicidad en el mundo moderno está basada no tanto en las cosas que le gustan a la gente como en las que la sociedad de consumo le hace creer que necesita.