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La ciudad de los espejos

Alberto Abello Vives
20 de junio de 2004

n quererlo, la representación generalizada de que la ciudad se reduce al centro.

Otra noticia de la Agencia AP titulada "EE.UU. reconoce que bajó la inseguridad en Cartagena y San Andrés" reproduce una declaración del Departamento de Estado de ese país: "Se ha registrado un importante número menor (sic) de incidentes de seguridad en el campo turístico en la parte colonial y amurallada de Cartagena y ninguno, hasta donde sepamos, en la isla de San Andrés (frente a la costa de Nicaragua)"n quererlo, la representación generalizada de que la ciudad se reduce al centro.

Otra noticia de la Agencia AP titulada "EE.UU. reconoce que bajó la inseguridad en Cartagena y San Andrés" reproduce una declaración del Departamento de Estado de ese país: "Se ha registrado un importante número menor (sic) de incidentes de seguridad en el campo turístico en la parte colonial y amurallada de Cartagena y ninguno, hasta donde sepamos, en la isla de San Andrés (frente a la costa de Nicaragua)"
2. El título, que no sabemos si es responsabilidad de la agencia o del mismo periódico, incurre en la misma homologación: ciudad = centro.

Y un gran reportaje de domingo titulado "En la rumba del Centro los negros no son ´V.I.P.´n quererlo, la representación generalizada de que la ciudad se reduce al centro.

Otra noticia de la Agencia AP titulada "EE.UU. reconoce que bajó la inseguridad en Cartagena y San Andrés" reproduce una declaración del Departamento de Estado de ese país: "Se ha registrado un importante número menor (sic) de incidentes de seguridad en el campo turístico en la parte colonial y amurallada de Cartagena y ninguno, hasta donde sepamos, en la isla de San Andrés (frente a la costa de Nicaragua)"
2. El título, que no sabemos si es responsabilidad de la agencia o del mismo periódico, incurre en la misma homologación: ciudad = centro.

Y un gran reportaje de domingo titulado "En la rumba del Centro los negros no son ´V.I.P.´3 de la periodista Llerena, comienza así: "La discriminación racial en una ciudad donde predomina la raza negra como Cartagena resulta difícil de digerir, incluso para las mentes más ilustradas". El trabajo periodístico ofrece detalles de la exclusión ejercida en locales nocturnos del Centro, al impedir el ingreso de personas de piel negra a sus instalaciones. El ardid de solicitar selectivamente una supuesta tarjeta de socio (Very Important Person), que abre la puerta al privilegio de una noche de fiesta o la cierra en la cara para recordar que no toda la ciudad es para todos, es una de las tantas fórmulas de la desigualdad social y la exclusión vigentes.

Estamos ante una ciudad dual, como la llamara Anthony Kingn quererlo, la representación generalizada de que la ciudad se reduce al centro.

Otra noticia de la Agencia AP titulada "EE.UU. reconoce que bajó la inseguridad en Cartagena y San Andrés" reproduce una declaración del Departamento de Estado de ese país: "Se ha registrado un importante número menor (sic) de incidentes de seguridad en el campo turístico en la parte colonial y amurallada de Cartagena y ninguno, hasta donde sepamos, en la isla de San Andrés (frente a la costa de Nicaragua)"
2. El título, que no sabemos si es responsabilidad de la agencia o del mismo periódico, incurre en la misma homologación: ciudad = centro.

Y un gran reportaje de domingo titulado "En la rumba del Centro los negros no son ´V.I.P.´3 de la periodista Llerena, comienza así: "La discriminación racial en una ciudad donde predomina la raza negra como Cartagena resulta difícil de digerir, incluso para las mentes más ilustradas". El trabajo periodístico ofrece detalles de la exclusión ejercida en locales nocturnos del Centro, al impedir el ingreso de personas de piel negra a sus instalaciones. El ardid de solicitar selectivamente una supuesta tarjeta de socio (Very Important Person), que abre la puerta al privilegio de una noche de fiesta o la cierra en la cara para recordar que no toda la ciudad es para todos, es una de las tantas fórmulas de la desigualdad social y la exclusión vigentes.

Estamos ante una ciudad dual, como la llamara Anthony King4. Una porción de ella, en este caso, un pequeño territorio, se reclama y es reconocido como ciudad por propios y extraños mientras que el resto, el lugar de habitación y negocio de la mayor parte de la población, es simplemente la periferia o el margen. Se copian así, a escala urbana, la diferencia y la brecha existentes entre el centro de la economía mundial, conocido también como el Norte, y la periferia, conocida también como el Sur.

En el caso de Cartagena, el centro es apenas ese pequeño punto en el litoral caribe, al extremo del poniente, situado entre el puerto y el aeropuerto y entre los barrios de estrato 5 y los de estrato 6. Ese sector, histórico y amurallado por demás, es el que acapara toda la atención y se queda en los imaginarios colectivos. La ciudad se asimila al centro y muchas de las cualidades de éste, especialmente su belleza, aquella las toma prestadas. Lo demás, la periferia, el margen, la ciudad de las mayorías, desaparece, es invisible para el visitante, carece de historia y, pletórica de pobreza, ensucia con su presencia el centro y se convierte en una amenaza a su tranquilidad. Sin embargo, un estudio realizado por el Observatorio del Caribe Colombianon quererlo, la representación generalizada de que la ciudad se reduce al centro.

Otra noticia de la Agencia AP titulada "EE.UU. reconoce que bajó la inseguridad en Cartagena y San Andrés" reproduce una declaración del Departamento de Estado de ese país: "Se ha registrado un importante número menor (sic) de incidentes de seguridad en el campo turístico en la parte colonial y amurallada de Cartagena y ninguno, hasta donde sepamos, en la isla de San Andrés (frente a la costa de Nicaragua)"
2. El título, que no sabemos si es responsabilidad de la agencia o del mismo periódico, incurre en la misma homologación: ciudad = centro.

Y un gran reportaje de domingo titulado "En la rumba del Centro los negros no son ´V.I.P.´3 de la periodista Llerena, comienza así: "La discriminación racial en una ciudad donde predomina la raza negra como Cartagena resulta difícil de digerir, incluso para las mentes más ilustradas". El trabajo periodístico ofrece detalles de la exclusión ejercida en locales nocturnos del Centro, al impedir el ingreso de personas de piel negra a sus instalaciones. El ardid de solicitar selectivamente una supuesta tarjeta de socio (Very Important Person), que abre la puerta al privilegio de una noche de fiesta o la cierra en la cara para recordar que no toda la ciudad es para todos, es una de las tantas fórmulas de la desigualdad social y la exclusión vigentes.

Estamos ante una ciudad dual, como la llamara Anthony King4. Una porción de ella, en este caso, un pequeño territorio, se reclama y es reconocido como ciudad por propios y extraños mientras que el resto, el lugar de habitación y negocio de la mayor parte de la población, es simplemente la periferia o el margen. Se copian así, a escala urbana, la diferencia y la brecha existentes entre el centro de la economía mundial, conocido también como el Norte, y la periferia, conocida también como el Sur.

En el caso de Cartagena, el centro es apenas ese pequeño punto en el litoral caribe, al extremo del poniente, situado entre el puerto y el aeropuerto y entre los barrios de estrato 5 y los de estrato 6. Ese sector, histórico y amurallado por demás, es el que acapara toda la atención y se queda en los imaginarios colectivos. La ciudad se asimila al centro y muchas de las cualidades de éste, especialmente su belleza, aquella las toma prestadas. Lo demás, la periferia, el margen, la ciudad de las mayorías, desaparece, es invisible para el visitante, carece de historia y, pletórica de pobreza, ensucia con su presencia el centro y se convierte en una amenaza a su tranquilidad. Sin embargo, un estudio realizado por el Observatorio del Caribe Colombiano5. concluyó que la realidad social y económica de Cartagena dista mucho del paisaje de postal con la que es representada. La dualidad entre centro y periferia es una de las manifestaciones de esta ciudad fragmentada, en la que su propia morfología urbana, la desarticulación de la malla vial y la ausencia de espacios públicos que impiden la visibilidad de la ciudad satélite, se conjugan con la marginalidad, la segregación racial heredada de la colonia, las exclusiones, la pobreza y la inequidad de su economía.

Cuando se cierra el diafragma de la máquina de retratar que permite ver por instantes las imágenes de la ciudad "V.I.P.", llega la oscuridad, y lo no visible invita a escudriñar con la mirada lo que hay detrás.

Cartagena cuenta con un aparato económico diversificado que le podría permitir disminuir su vulnerabilidad (industria manufacturera, actividad portuaria, turismo, comercio, servicios, siendo muchas de éstas de singular importancia en el país y la región Caribe pues es la segunda ciudad industrial del Caribe entre más de 160 municipios, la quinta de mayor producción industrial de Colombia, el principal centro productor nacional de sustancias químicas, tiene la segunda refinería del país, es el principal puerto del Caribe colombiano, el principal centro turístico de Colombia, etc.), con una relativa mejor posición económica frente a promedios de la región Caribe a la que pertenece (su PIB es superior al de los departamentos de la Guajira, Cesar, Córdoba, Magdalena y el Archipiélago de San Andrés; es el 14% del PIB del Caribe colombiano; el 2.2% del PIB nacional) y con relativo mejor ingreso de sus habitantes (su PIB per cápita se encuentra por encima del nacional, del regional y del de los departamentales de la Costa). Pero a pesar de ello, en la ciudad la pobreza creciente, la exclusión y la desigualdad social muestran que así como la globalización expande las brechas entre naciones, en el interior de ellas -entre regiones, territorios, ciudades e individuos- estas brechas se mantienen y acentúan, como lo muestra el caso localn quererlo, la representación generalizada de que la ciudad se reduce al centro.

Otra noticia de la Agencia AP titulada "EE.UU. reconoce que bajó la inseguridad en Cartagena y San Andrés" reproduce una declaración del Departamento de Estado de ese país: "Se ha registrado un importante número menor (sic) de incidentes de seguridad en el campo turístico en la parte colonial y amurallada de Cartagena y ninguno, hasta donde sepamos, en la isla de San Andrés (frente a la costa de Nicaragua)"
2. El título, que no sabemos si es responsabilidad de la agencia o del mismo periódico, incurre en la misma homologación: ciudad = centro.

Y un gran reportaje de domingo titulado "En la rumba del Centro los negros no son ´V.I.P.´3 de la periodista Llerena, comienza así: "La discriminación racial en una ciudad donde predomina la raza negra como Cartagena resulta difícil de digerir, incluso para las mentes más ilustradas". El trabajo periodístico ofrece detalles de la exclusión ejercida en locales nocturnos del Centro, al impedir el ingreso de personas de piel negra a sus instalaciones. El ardid de solicitar selectivamente una supuesta tarjeta de socio (Very Important Person), que abre la puerta al privilegio de una noche de fiesta o la cierra en la cara para recordar que no toda la ciudad es para todos, es una de las tantas fórmulas de la desigualdad social y la exclusión vigentes.

Estamos ante una ciudad dual, como la llamara Anthony King4. Una porción de ella, en este caso, un pequeño territorio, se reclama y es reconocido como ciudad por propios y extraños mientras que el resto, el lugar de habitación y negocio de la mayor parte de la población, es simplemente la periferia o el margen. Se copian así, a escala urbana, la diferencia y la brecha existentes entre el centro de la economía mundial, conocido también como el Norte, y la periferia, conocida también como el Sur.

En el caso de Cartagena, el centro es apenas ese pequeño punto en el litoral caribe, al extremo del poniente, situado entre el puerto y el aeropuerto y entre los barrios de estrato 5 y los de estrato 6. Ese sector, histórico y amurallado por demás, es el que acapara toda la atención y se queda en los imaginarios colectivos. La ciudad se asimila al centro y muchas de las cualidades de éste, especialmente su belleza, aquella las toma prestadas. Lo demás, la periferia, el margen, la ciudad de las mayorías, desaparece, es invisible para el visitante, carece de historia y, pletórica de pobreza, ensucia con su presencia el centro y se convierte en una amenaza a su tranquilidad. Sin embargo, un estudio realizado por el Observatorio del Caribe Colombiano5. concluyó que la realidad social y económica de Cartagena dista mucho del paisaje de postal con la que es representada. La dualidad entre centro y periferia es una de las manifestaciones de esta ciudad fragmentada, en la que su propia morfología urbana, la desarticulación de la malla vial y la ausencia de espacios públicos que impiden la visibilidad de la ciudad satélite, se conjugan con la marginalidad, la segregación racial heredada de la colonia, las exclusiones, la pobreza y la inequidad de su economía.

Cuando se cierra el diafragma de la máquina de retratar que permite ver por instantes las imágenes de la ciudad "V.I.P.", llega la oscuridad, y lo no visible invita a escudriñar con la mirada lo que hay detrás.

Cartagena cuenta con un aparato económico diversificado que le podría permitir disminuir su vulnerabilidad (industria manufacturera, actividad portuaria, turismo, comercio, servicios, siendo muchas de éstas de singular importancia en el país y la región Caribe pues es la segunda ciudad industrial del Caribe entre más de 160 municipios, la quinta de mayor producción industrial de Colombia, el principal centro productor nacional de sustancias químicas, tiene la segunda refinería del país, es el principal puerto del Caribe colombiano, el principal centro turístico de Colombia, etc.), con una relativa mejor posición económica frente a promedios de la región Caribe a la que pertenece (su PIB es superior al de los departamentos de la Guajira, Cesar, Córdoba, Magdalena y el Archipiélago de San Andrés; es el 14% del PIB del Caribe colombiano; el 2.2% del PIB nacional) y con relativo mejor ingreso de sus habitantes (su PIB per cápita se encuentra por encima del nacional, del regional y del de los departamentales de la Costa). Pero a pesar de ello, en la ciudad la pobreza creciente, la exclusión y la desigualdad social muestran que así como la globalización expande las brechas entre naciones, en el interior de ellas -entre regiones, territorios, ciudades e individuos- estas brechas se mantienen y acentúan, como lo muestra el caso local6.

En la ciudad, la distribución del ingreso es profundamente desigual. Un altísimo porcentaje de su población está en condiciones de miseria y pobreza, con una baja ocupación laboral, alto desempleo e ingresos precarios. Con una población estimada de un millón de habitantes, el ingreso per cápita de la ciudad estaría cercano a los US $2000, ligeramente superior al nacional y al regional, y aunque ha descendido con dramatismo en los últimos años, retornando a niveles logrados hace más de un lustro, estamos ante un caso de espejismo. Aquí se aprecia la misma ilusión óptica del departamento de la Guajira, que, siendo uno de los departamentos más pobres del país, aparece con el mayor ingreso per cápita entre los departamentos del Caribe colombiano por el efecto estadístico que produce en su economía el paso del carbón por el desierto hasta llegar a Puerto Bolívar para ser exportado.

Nos encontramos ante un alarmante caso de inequidad en la distribución del ingreso, pero ante la imposibilidad por el momento de hacer la medición económica, esto se ilustra con el hecho de que en Cartagena el 80% de la población vive en estratos 1,2 y 3; el 15% de la población se ubica en los estratos 4 y 5 y sólo el 4% en el estrato 6. Aquí, 65.8% de la población vive bajo la línea de pobreza. Adicionalmente, en el año 2002 el 74% de las familias registradas en el Sisben, es decir, 421.000 personas se encuentran en los estratos 1 y 2 del sistema.

La tasa de ocupación laboral en Cartagena es una de las más bajas del país. Solamente 46 de cada 100 personas en edad de trabajar están ocupadas, lo que significa una alta dependencia económica de la mayoría de la población de aquellos que tienen acceso al trabajo. Con el agravante de que el 70% de los que tienen ocupación laboral ganan entre uno y dos salarios mínimos. La tasa de desempleo (antes del cambio de metodología del DANE) llegó a 21% en 2000; el empleo permanente generado por la industria manufacturera ha descendido el 3% anualmente como consecuencia de la flexibilización laboral incluida en las reformas neoliberales de comienzos de los noventa, mientras aumentan los empleos temporales. Por ser intensiva en capital, la industria manufacturera genera 11.600 empleos, de los cuales 6.802 son permanentes y 4.809 son temporales. Este importante sector de la economía local, que produce el 38% del PIB, genera solo el 6% del empleo local.

Cartagena tiene un sistema económico excluyente, marcado por la desocupación y la pobreza. La misma estructura empresarial es tremendamente desigual, de las 13.286 empresas registradas en la Cámara de Comercio en 2002, el 90.7% son consideradas microempresas mientras el 1.0% aparece en la categoría de grandes. Es una estructura empresarial de alta informalidad, característica de las sociedades en estado de supervivencia. En efecto, el censo económico realizado en 2001 por la Cámara de Comercio y la Alcaldía de Cartagena informa que de 12.055 establecimientos que diligenciaron el formulario, 9.000 manifestaron no estar inscritos en la Secretaría de Hacienda y en ellos estaban trabajando 28.346 personas.

Hay que destacar que el microempresariado cartagenero, dedicado mayoritariamente a las actividades comerciales, no está articulado a cadenas de productos de alto valor agregado. Un rasgo que marca la economía de la ciudad es la ausencia de cadenas productivas consolidadas en la industria y el turismo, fenómeno que contrarresta los efectos positivos de la diversificación. Recordemos que ni siquiera entre la refinería de petróleos y las plantas de sustancias químicas, que aparecen entre las grandes empresas manufactureras ubicadas en Mamonal, existen mayores encadenamientos. Su situación se asemeja más a una economía de enclave que a una integrada.

Pero a los traumas transmitidos por la genética social desde los primeros tiempos de la ciudad, cuando ésta ingresa a los flujos de la Economía-Mundo (Cartagena ha sido una ciudad globalizada desde el acto mismo de su fundación) y a la debilidad estructural del edificio de la economía (pues su sistema económico se encuentra marcado de manera indeleble por su historia), se han sumado los efectos devastadores que ha traído la nueva era de expansión del capital mundial y la actual globalización, a una economía y a una sociedad como las colombianas. La evidencia de los efectos de las reformas económicas de los noventa no permite encontrar en Cartagena cumplimiento alguno de las expectativas, que, a manera de los espejos utilizados por los conquistadores, resultaron engañosas. Su inserción no ha sido exitosa en el mundo globalizado y la calidad de vida de sus habitantes se ha deteriorado. La caída de más de 4 puntos de la economía nacional en 1999 ocasionó un retroceso de 5 años en el ingreso por habitante de la ciudad.

El insatisfactorio comportamiento de su economía desmiente la consideración publicitada al comenzar la década pasada sobre las bondades de la nueva era y el beneficio particular para la ciudad. Por su condición de puerto en el Caribe, Cartagena sería una de las ciudades colombianas más beneficiadas con un cambio de modelo económico. Entre 1994 y 2000, el ingreso per cápita sólo ha crecido en promedio el 0,1% anual, mientras la población crece a una tasa promedio de 3%. Cartagena se ha convertido en una de las estaciones finales de la población expulsada por el conflicto armado colombiano y por la crisis que provocó la liberación comercial en la vida rural al desmantelar buena parte de la producción agropecuaria, pero no cuenta con las capacidades financiera y administrativa para satisfacer las necesidades de su población histórica y la de los nuevos habitantes que han sido desplazados de su propio hábitat.

La evaluación de resultados de la descentralización municipal que realizó el Observatorio del Caribe Colombiano en 30 municipios de la región Caribe, aunque reconoce que por su tamaño la ciudad ha tenido un relativo mejor desempeño al ponerse en práctica este conjunto de políticas que hacen parte del paquete de medidas del ajuste económico, sufre del déficit de recursos para la satisfacción de las necesidades. Existe un desbalance entre el costo de las competencias asignadas por la legislación descentralista y los recursos disponibles (transferencias de la Nación, ingresos propios, endeudamiento). Cartagena está agotada por lo que el estudio mencionado llama "problemas inherentes al diseño de la descentralización de 1993": "El primero de ellos -anota el equipo de investigadores- es que ni las autoridades fiscales y de planeación, ni tampoco ninguna autoridad sectorial del nivel nacional, realizó estimativos y proyecciones que permitiesen cuantificar y dimensionar el costo real de prestación de los servicios y la asunción de competencias para las entidades territoriales"