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María Stella Sánchez se caracteriza para enfrentar uno de los operativos del GAULA. | Foto: Daniel Reina

Perfil

La dama de la esperanza

Una mujer, una madre, una heroína. María Stella Sánchez, una policía de la especialidad del Gaula ganó el premio ‘Corazón Verde’ que se entrega al mejor policía del año.

César Paredes
3 de enero de 2008

‘La dama de la esperanza’ fue el apelativo que Jaime Solano, quien había sido víctima de una extorsión, le puso a la mujer que le ayudó a resolver su caso. A María Stella Sánchez la llaman así debido a su trabajo como policía de la especialidad del Gaula, que consiste en ayudar a aliviar el dolor de las familias que son víctimas de secuestro o extorsión.


Esta mujer de 42 años se juega la vida en cada operativo. Como parte de sus estrategias, a veces tiene que mimetizarse en espacios públicos. Para el efecto se disfraza de monja, enfermera, prostituta o taxista, según lo amerite el caso. “Con el único objetivo de dar con la captura de quienes hacen daño a una persona”, afirma.


Su nominación fue en la categoría “Lucha contra la criminalidad y mantenimiento del orden público”. Pero no solamente fue galardonada en su categoría sino que acaba de ganar el premio “Corazón Verde”, que anualmente lo entrega esta fundación civil al mejor policía. Para su postulación expuso tres casos cuya relevancia nacional la hizo meritoria del premio: el operativo que dio con la desactivación de tres carros bomba que iban dirigidos a una multinacional por negarse a pagar una cuantiosa extorsión y en el que resultó capturado un importante cabecilla de la Red Urbana Antonio Nariño de las Farc; la desmantelación y judicialización de banda de la cárcel de Picaleña que desde allí extorsionó a más de 152 personas, y el caso del ‘comandante Omega’, llamado también el ‘Rey de la extorsión’, quien conocía los procedimientos de la Policía y por lo tanto complicó su captura.


Sánchez trabaja hace 25 años en la institución policial, desde que salió de la Escuela Gonzalo Jiménez de Quesada y era un ‘cacao’ ser una mujer policía, como ella dice. “En los buses no me cobraban el pasaje”, agrega. Desde hace 12 en el Gaula, especialidad que le ha significado admiración, por ser la única mujer entre más de 30 hombres, y satisfacción por tratarse de una tarea noble. “Es muy satisfactorio darle la alegría a las familias de encontrarse con sus seres queridos o quitarles de encima el acoso de los extorsionistas”, dice.


Ella es viuda del agente de policía Miguel Antonio Mayorga Rodríguez, quien murió durante un ataque de la guerrilla a la estación de Orito, Putumayo. Esta experiencia, dice ella, la marcó para toda la vida y le dio más arrojo para enfrentarse al delito.


Es madre de dos jóvenes. Cuando llega a su casa después de jornadas, que a veces se extienden hasta la madrugada, se transforma. Deja su uniforme y se convierte en “la mamá”, la que va a cine, hace mercado y juega con ellos. “Procuro mantenerlos al margen de los detalles de mi trabajo”, explica. Pero desde hace unos meses comenzó a ser una mujer célebre y sus hijos se han ido enterando de quién es la heroína que vive con ellos.