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La encrucijada ecuatoriana

"La alharaca por las incursiones de aeronaves militares y tropas colombianas en territorio ecuatoriano – sean reales o no – es solamente la cortina de humo que el gobierno está tendiendo a fin de lograr un poco mas de supervivencia política y obviamente de gobernabilidad", dice Homero Herrera.

Homero Herrera (*)
26 de diciembre de 2006

El gobierno del presidente ecuatoriano Alfredo Palacio afronta nuevamente una delicada crisis ante las protestas indígenas en contra de la firma del TLC con Estados Unidos. La primera víctima propiciatoria del descontento social, fue Alfredo Castillo, Ministro del Interior, quien debió renunciar al cargo debido a las ya insoportables presiones populares.

Las preocupaciones del presidente ecuatoriano son evidentes pues él, más que nadie, sabe como funciona la mentalidad y procedimientos de sus gobernados – es de todos sabida la técnica que tienen los ecuatorianos de deshacerse de los gobernantes que no cumplen las expectativas prometidas, de la manera más expedita, paralizando al Estado y provocando su destitución o renuncia – pero se orientaron solamente al hecho de la supuesta nueva incursión de aeronaves militares colombianas en su territorio, persiguiendo cuadrillas de las Farc y es evidente que el real dolor de cabeza del mandatario es la inestabilidad política en que se desenvuelve luego de haber accedido al poder no por mandato popular sino del Congreso que ha sido su Talón de Aquiles, pues el poder en el Ecuador no es el gobierno, ni el Congreso o las altas cortes, sino el constituyente primario.

La alharaca por las incursiones de aeronaves militares y tropas colombianas en territorio ecuatoriano – sean reales o no – es solamente la cortina de humo que el gobierno está tendiendo a fin de lograr un poco mas de supervivencia política y obviamente de gobernabilidad. El presidente Palacio sabe que exacerbando el sentido de patriotismo, soberanía nacional y otros embelecos similares que los políticos han utilizado a través de la historia para manipular sus pueblos, puede traerle réditos y de paso calmar nuevamente los candentes ánimos de las organizaciones indígenas y campesinas que están en pie de guerra contra su gobierno al igual que en ocasiones anteriores.

Esta táctica aparentemente le está produciendo resultados, pues por un lado – si nos atenemos a las noticias provenientes de ese país – la opinión pública ya está cambiando de rumbo y está orientándose hacia las violaciones a la soberanía nacional cometidas por las Fuerzas Militares colombianas , mientras que, por otro lado, el gobierno ecuatoriano calmó temporalmente los ánimos por lo menos en la influyente provincia del Cotopaxi – de abrumadora mayoría indígena y por ende de una enorme influencia en el movimiento cívico – entregándoles algo más de dos millones de dólares a la Asamblea regional para ser utilizada como ayuda a su crítica situación económica. Esta ayuda podría analizarse de diferentes maneras y una de ellas es similar a la que utilizaron gobiernos anteriores en Colombia para sobornar a dirigentes políticos en los momentos más críticos que vivieron sus mandatarios. No obstante, aunque varios dirigentes indígenas han manifestado que esta jugada del gobierno no va a detener las marchas y bloqueos en el Ecuador, sin embargo le pueden dar un margen de tiempo suficiente al Primer Mandatario, para que aproveche el nacionalismo de sus coterráneos, así como el terror que les producen las Farc, provocando que la opinión pública de un bandazo y se reoriente contra Colombia, el conflicto interno, narcoterrorismo, etc.

Este anterior es un remedio casero y momentáneo, pues la situación política de ese país está soliviantada, situación a que ha contribuido la liberación del ex presidente Lucio Gutiérrez, quien a pesar de haber sido obligado a dejar su cargo por la protesta popular, todavía tiene una buena porción de seguidores, la que se puede ver incrementada por muchos de quienes pidieron a gritos su salida del gobierno – de hecho las mismas organizaciones campesinas e indígenas que precipitaron su salida, a la par con arreciar ahora las críticas contra el actual gobierno, están respaldando nuevamente el proyecto político de Gutiérrez – y esto es un detonante que más temprano que tarde, va a enlutar a Alfredo Palacio hacia una salida rápida del gobierno, pues el pueblo ecuatoriano ha mostrado más seriedad y madurez política que muchos otros de sus vecinos en la región; lamentablemente ha carecido – al igual que sus vecinos – de una dirigencia apta, responsable y a la altura de sus gobernados.

Por otro lado, la inocultable amenaza que para el Estado ecuatoriano representa el conflicto interno en Colombia, ha sido impulsada por años de tolerancia con grupos terroristas, narcotraficantes y delincuentes comunes, así como por la indiferencia de sus gobernantes a los problemas de una nación hermana. No se entiende por qué las autoridades de las poblaciones fronterizas con Colombia aún se hacen los de la vista gorda ante la presencia y deambular permanente de las Farc con armas y uniformes camuflados en su territorio, pretextando ingenuamente su renuencia a involucrarse en el conflicto interno colombiano. Esto ha sido evidente en localidades como Lago Agrio en donde la guerrilla se aprovisiona, cura a sus heridos y se refugia de la persecución de tropas colombianas, luego de cometer alguna bestialidad de las que acostumbran.

La miopía política y el terror hacia las Farc, ha llevado a los dirigentes ecuatorianos a pensar que el problema es solamente colombiano y por ende su deber es mantenerse al margen, mostrando una dolosa neutralidad que puede volverse en su contra, pues las regiones ecuatorianas fronterizas con Colombia ya están inundadas de cultivos de hoja de coca, así como de laboratorios para su procesamiento.

Ecuador puede ser fácilmente víctima de la otrora famosa Teoría del Dominó en tiempos de la Guerra Fría. Las Farc son primordialmente una multinacional narcotraficante y ante la presión que están soportando en Colombia, pueden con relativa facilidad y tranquilidad, trasladar su infraestructura ilícita a territorio ecuatoriano, pues no se van a resignar tranquilamente a que se les acabe un negocio tan próspero en el que todos sus ingresos son ganancias, ya que no tributan al Estado, no pagan sueldos ni prestaciones. Solamente necesitan un estado complaciente como Ecuador, para asentarse y subyugarlo, debido a que en Colombia no lo han podido hacer, ni podrán.

El otro punto de apoyo de esta teoría, es que la oleada izquierdista latinoamericana – Chávez y sus alegres muchachos – tiene en la mira a los países que todavía no han entrado en su redil, como Ecuador, Perú y Colombia. Colombia, posee un gobierno fuerte, con un Primer Mandatario decidido por lo menos a minimizar la amenaza terrorista; Perú podría ser el siguiente en caer debido a la fuerte campaña que está realizando el teniente coronel revolucionario Ollanta Humala, discípulo amado de Chávez y por ello, objeto de sus apoyos financieros y políticos. Ecuador, tiene una fuerte influencia indígena y si a ello se le suma el ascenso al poder de Evo Morales quien mantiene un innegable ascendiente sobre las etnias indígenas sudamericanas, sumadas a la falta de visión geopolítica de sus gobernantes, el país está listo para sumarse a los fieles seguidores de los revolucionarios bolivarianos financiados por Chávez y dirigidos ideológicamente por Castro.

Si bien es cierto que la geopolítica latinoamericana sugiere la estructuración de un bloque de estados, cohesionados en todos los campos del poder, para negociar de igual a igual con Norteamérica, Europa y Asia, también lo es que el bloque que propone – y exige mediante el chantaje económico y apoyo a grupos terroristas – Castro y su dirigido Chávez, es el peor ejemplo a seguir por sus nexos tanto de uno y otro, con los movimientos terroristas que asolaron la región y que en el caso de Colombia, continúan desangrándolo.

Ecuador debe mostrar ante todo buena voluntad hacia su vecino colombiano y actuar de buena fe, pues hay claros indicios que los ciudadanos que informan mediáticamente sobre las violaciones son miembros de las Farc, o en el mejor de los casos, ciudadanos de cualquiera de los dos países quienes son presionados para que hagan las acusaciones y a ellos les está dando credibilidad el gobierno.

Su gobierno debe quitarse la venda de los ojos y reconocer que su territorio está siendo utilizado como refugio de los grupos terroristas para evadir la acción de las autoridades colombianas; de la misma manera debe reconocer que en su territorio también se cultiva coca y se refina para luego exportarla. Pero por sobre todo, debe o colaborar activamente con las Fuerzas Militares colombianas en la lucha contra el narcoterrorismo o sencillamente suspender los escándalos, pues está quedando muy mal ante la comunidad internacional y ante sus mismos ciudadanos al no tomar acciones políticas, económicas o militares ante un vecino que supuestamente está violando su soberanía de manera recurrente.

Este tiene los visos de la historia sin fin si Ecuador no adquiere una clara conciencia de la amenaza transnacional que son las Farc; si no colabora decididamente con las autoridades colombianas para combatir conjuntamente el narcoterrorismo; en fin, si no supera ese marasmo político en que se ha mantenido desde hace casi diez años.
 
* Coronel retirado del Ejército, experto en seguridad.