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La encrucijada de las Farc

La salida no es fácil para la guerrilla: puede exigir poco si negocia y no tiene capacidad militar para alterar su desventaja. Análisis de la Corporación Nuevo Arco Iris.

3 de julio de 2008

Luego del logro del gobierno de Álvaro Uribe de la liberación de 15 secuestrados sanos y salvos y sin un solo disparo, surgen preguntas como ¿qué va a pasar con las Farc?, ¿qué caminos le quedan?, ¿cómo van a actuar en el futuro? Para responder estas preguntas habrá que pararse en una dimensión militar y otra política.

Militarmente las Farc están tratando de acomodarse a las nuevas situaciones. Inicialmente entre 2002 y 2006 estaban en un repliegue militar. Últimamente sus tácticas militares han cambiado bastante. Por ejemplo, debido a la superioridad aérea de las fuerzas militares, las Farc ya no pueden concentrar tropa como lo hicieron entre 1995 y 2000, con lo cual lograron acciones militares como la toma a Mitú, la Uribe y, en cambio, han optado por utilizar campos minados y francotiradores. Estas nuevas tácticas comenzaban a arrojar para las Farc algunos resultados positivos para ellos. Así lograron que la Operación Fuerte en el Sur del Tolima que se lanzó el 2 de febrero sobre los frentes 21 y 25, las columnas móviles Tulio Varón, Jacobo Prias Alape y Héroes de Marquetalia, ésta últimas encargadas de la custodia de Alfonso Cano, tuvieran un costo alto: más de 40 militares muertos y otro número igual de heridos por minas antipersonal. Claro está que a pesar de todo la Fuerza Pública logró que estas estructuras de las Farc se desplazaran hacia las partes altas. Lo mismo ocurre actualmente en el Sur del Meta donde se realiza la operación para encontrar el cadáver de Marulanda y dar con Jorge Briceño, alías Mono Jojoy.

Sin embargo estas resistencias parciales de las Farc en las regiones anteriormente nombradas contrastan con grandes golpes en su cúpula en los últimos meses, entre otros la muerte de tres de los miembros del Secretariado y la captura y muerte de varios hombres el Estado Mayor Central. Las Farc se mantienen militarmente en algunas zonas del interior del país como en el sur del Meta o en el norte del Cauca, pero esto no cambia la convicción que predomina en los centros urbanos y las zonas centrales del país, de que su derrota es irreversible.

Ante el retroceso militar, las Farc intentaron hacer una ofensiva política. Buscaron incrementar su accionar con el Partido Comunista Clandestino, el Movimiento Bolivariano, contactos políticos en las fronteras y la insistencia en el intercambio humanitario. Consiguieron la visibilidad política internacional, pero nunca calcularon el altísimo costo político que ello tuvo: como su palanca era el sufrimiento de los secuestrados la legitimidad de su acción era nula. El rescate de los 15 secuestrados, por parte del Ejército de entre ellos los tres estadounidenses e Ingrid Betancourt deja sin juego político a las Farc. ¿Y ahora cómo actuarán?

La forma como se logró la liberación de los secuestrados deja ver, paradójicamente, que los mandos medios de esa guerrilla todavía obedecen las órdenes de los hombres del Secretariado. Alfonso Cano no dio la orden pero César creyó que sí la había dado, y como comandante del frente 1 de las Farc uno de los más fuertes y numerosos con cerca de 1000 hombres, concentró a este grupo de secuestrados y él mismo se embarcó en un helicóptero creyendo en la supuesta orden de su comandante. Sin embargo, este hecho nos muestra las limitaciones y la fragilidad de las comunicaciones de las Farc. Sus estructuras no se están comunicando.

De esta realidad surgen dos posibles escenarios.

En el primero habría tres posibles consecuencias del rescate de los secuestrados: la primera, es una mayor descentralización de los mandos de la guerrilla. Por los problemas de comunicación, los miembros del Secretariado pueden decidir darle mayor autonomía a cada una de las estructuras de los Bloques y así mismo los frentes, para evitar infiltraciones e intercepción de comunicaciones. A futuro los efectos de esta estrategia pueden ser contra producente pues pueden surgir desórdenes e insurrecciones en los mandos medios

La segunda, es que le cobren lo sucedido a Alfonso Cano, por sus acercamientos a la comunidad internacional y su intento de iniciar una negociación, y se den pujas en el Secretariado en busca de un culpable. Al parecer Cano había iniciado su comandancia logrando cohesionar a las Farc, pero con este hecho es posible que se genere una desestructuración de la cúpula. Si a esto se le suma la grave incomunicación, el resultado será una mayor dispersión y autonomía de cada estructura de las Farc y el consiguiente debilitamiento como estructura nacional.

La tercera consecuencia es que, al perder su visibilidad política y relevancia internacional con el rescate de los secuestrados extranjeros y de Ingrid Betancourt, las Farc intenten conseguir relevancia por la vía militar. Entonces aumentarán sus golpes militares en las zonas donde aún tienen influencia. A la vez, tendrán que hacer una introspección política para recomponer su estrategia en este campo. Pueden cerrarse a cualquier negociación. En este sentido, el nombramiento que hicieron de Carlos Antonio Losada, puede resultar ahora incongruente con su nueva realidad.

El segundo escenario es más optimista.

El nuevo Secretariado tiene ahora a varios miembros con estudios universitarios, un poco más modernos si se quiere. Allí están Pablo Catatumbo, Joaquín Gómez, Pastor Alape, todos políticos. Por ello las Farc podrían optar por realizar gestiones que conlleven la liberación de los militares y políticos que tiene aún en su poder con miras a un futuro proceso de paz. Insistirían así en la vía política ya ensayada: usar a los rehenes para mantenerse en la agenda pública nacional e internacional.

El problema es que hoy en Colombia ya no se pueden hacer negociaciones políticas como las que se hicieron en el pasado con las guerrillas del M-19 o el EPL, que incluyeron reformas estructurales del Estado, Constituyente y también perdón y olvido para sus militantes.

Si las Farc negocian hoy la paz lo harán en condiciones muy parecidas a una rendición. ¿Después de 44 años de guerra, estarían dispuestas las Farc a dejar las armas sin nada a cambio?. El grupo insurgente no está en las condiciones de exigir mucho y la única forma de demostrar que todavía tiene fuerza es atacando los centros urbanos importantes del país, lo cual no están en posibilidad de hacer. Y si lo estuvieran ello sería bastante contraproducente, pues sería mayor su ilegitimidad frente a la opinión pública.

Sin duda las Farc están en una encrucijada histórica, en la que deben debatir si su aún consideran viable su proyecto de la toma del poder por vía militar es o si por el contrario, se sentarán en una mesa de negociación con una agenda acotada de propuestas.