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"La humanidad se beneficiará de estas investigaciones"

Las investigaciones conducirán en un futuro a la creación de tejidos y órganos completos en el laboratorio, sostiene Carolina Lucena

Carolina Lucena Pérez*
30 de enero de 2005

En noviembre de 1998 se anunció el aislamiento de células madre embrionarias por el grupo del doctor J. Thompson de la Universidad de Wisconsin. Este hecho rompió con el dogma biológico según el cual era imposible mantener en cultivo células no diferenciadas (sin una función específica) por largos periodos de tiempo e incluso inmortalizarlas. Esta es sólo una de las fascinantes y enigmáticas características de las células madre. Se demostró también que, con medios de cultivo adecuados, estas son capaces de diferenciarse en todos los tipos celulares del cuerpo humano (neuronas, células cardíacas, hepáticas etc.)

A partir de esa fecha se han publicado incontables artículos en revistas científicas, lo que evidencia los grandes avances en experimentos con animales. Mientras esto ocurre en los laboratorios, la sociedad en general ha empezado a interesarse por el tema y a desarrollar las discusiones sobre cómo reglamentar la materia, qué usos de la tecnología permitir y cuáles son las implicaciones éticas.

Las discusiones más intensas se suscitan en torno a una de las preguntas básicas de la filosofía clásica y contemporánea, que a raíz de los últimos avances tecnológicos ha quedado nuevamente sobre el tapete: ¿cuándo se inicia la vida? Ninguna respuesta ha logrado un consenso general. Actualmente sí existe un consenso médico, legal y ético respecto a cuándo termina la vida, el concepto de muerte cerebral, propuesto por Capron-Kass en los años 70.

Así cabría preguntarse si un embrión de siete días de desarrollo -teniendo en cuenta que la formación del sistema nervioso empieza a partir del día 14- podría ser considerado un ser vivo.

La posición de muchos es considerar al embrión en un laboratorio como una fuente de células para investigación y comparable a un órgano donado para trasplante, ya que es legal y éticamente aceptado tomar los órganos de un paciente con muerte cerebral para ser donados. Otros consideran que el embrión es un ser humano y que debe tratarse como tal.

Todas las opiniones merecen profundo respeto. Lo que está claro es que hasta los más refractarios a las investigaciones reconocen su enorme potencial para enfrentar enfermedades hasta ahora imposibles de curar.

A raíz del caso de Christopher Reeve y el del profesor Luis Fernando Montoya se han generado expectativas casi milagrosas con respecto a los tratamientos con células madre, tanto adultas como embrionarias.

Su uso en aplicaciones clínicas es uno de los los retos científicos más grandes del siglo XXI. El conocimiento sobre la biología y el funcionamiento de estas células ha progresado rápidamente, y varias terapias experimentales para diversas enfermedades ya están en curso.

Sin embargo, para aplicaciones masivas y terapias exitosas, mucho nos queda por aprender. Hay más preguntas que respuestas. Por ejemplo, ¿cuál tipo de células (adulta o embrionaria) es mejor para cierto tipo de enfermedad? ¿Tendrá la terapia con células madre efectos secundarios?

Estas preguntas y muchas más aún no han encontrado respuesta en los laboratorios. La evidencia en modelos animales muestra que estas células son la llave para reemplazar aquellas perdidas en enfermedades devastadoras como la de Parkinson, diabetes, enfermedades cardíacas, distrofia muscular, daños hepáticos y renales. También pueden reemplazar las células normales que se pierden cuando hay algún tipo de cáncer.

Aunque los avances en el campo de trasplante de órganos es enorme, existe una gran demanda que difícilmente puede ser llenada. Las investigaciones conducirán en un futuro a la creación de tejidos y órganos completos en el laboratorio.

La experimentación ha llevado a la implementación de las técnicas de clonación terapéutica o transferencia nuclear somática (Scnt), siendo uno de los temas que más ha suscitado controversia.

Sin entrar a discutir las múltiples posiciones con respecto a esta tecnología, cabe anotar que posiblemente ayudará a evitar el rechazo inmunológico producido en cualquier tipo de trasplante, ya que se originarían a partir de células tomadas del mismo paciente. Esta es una de las razones por las cuales a mi modo de ver, y desde la perspectiva científica, es el camino que se seguirá en los próximos años.

Paralelamente es fundamental continuar las investigaciones tanto en células madre adultas como en las embrionarias para determinar las bondades de cada una de ellas en las aplicaciones en medicina regenerativa.

Al tiempo que se avanza en el campo científico, también se discute en el plano de la legislación y la ética.

En Colombia el debate ya se abrió. El Senado de la República en pleno debatió el año pasado, y fijó una directriz clara de apoyo a la investigación en células madre -incluso obtenidas mediante Scnt-, la cual fue acogida por el gobierno nacional y defendida en las Naciones Unidas. Es necesario que se reglamente la investigación teniendo en cuenta toda la abrumadora evidencia científica que demuestra sus beneficios. De esto depende mucho la seriedad, el reconocimiento y la ética con que se realicen.

En el plano técnico y científico, las investigaciones se iniciaron en 2004, hecho que corrobora el liderazgo regional de Colombia en varias áreas de la ciencia, entre ellas, las relacionadas con las técnicas de reproducción asistida. Gozar de un lugar prominente en este campo otorga a nuestro país el contexto jurídico y la plataforma tecnológica necesaria para ser pionera en la investigación con células madre.

Con el resto de los países latinoamericanos, nuestro país debe producir su propia ciencia sin tener que estar siempre sometidos a copiar lo que se hace en los países más desarrollados. Así se aseguraría un puesto privilegiado, con voz autorizada, en las futuras discusiones.

Para los científicos hay mucho trabajo por delante antes de que una aplicación terapéutica con células madre embrionarias o Scnt en pacientes se haga de manera rigurosa y segura. A medida que esta tecnología se vuelva más sofisticada, mayores y profundas reflexiones éticas deberán debatirse públicamente.

La humanidad con toda certeza se beneficiará enormemente gracias a estas investigaciones, al pasar de ser ficción a ser una realidad a corto plazo.

* Embriologa de la reproducción