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Aunque el gobierno venezolano lo niegue, los guerrilleros colombianos se refugian en ese país.

Conflicto armado

La silenciosa presencia de las Farc en Venezuela

¿Cuántos son? ¿Quién los apoya? ¿Lo sabe Chávez?

Por Fabiola Sánchez y Frank Bajak / El Cruce, Venezuela (AP)
26 de febrero de 2008

Por más que el presidente venezolano Hugo Chávez diga lo contrario, los guerrilleros de las Farc y el ELN colombianos encuentran refugio en Venezuela, donde consiguen armas, alimentos, tratamiento médico y una ruta para el contrabando de cocaína.
 
Entrevistas a ex combatientes, residentes de la zona y funcionarios de Colombia y Estados Unidos, indican que en determinado momento puede haber cientos, si no miles, de insurgentes refugiados en territorio venezolano.

Chávez, quien el mes pasado dijo que los guerrilleros debían ser considerados grupos "beligerantes", niega darles apoyo directo y acusa a Colombia de no custodiar bien su frontera.

Los entrevistados afirman que los insurgentes utilizan los estados fronterizos no sólo como "aliviadero", sino también para establecer campamentos, procesar y traficar droga, y para abastecerse de insumos.

Los irregulares penetran al territorio venezolano mediante una red de logística e inteligencia que les asegura el control de pueblos, caminos y sectores del país, sin ningún tipo de resistencia de parte de las Fuerza Armadas.

Media decena de desertores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que entrevistó la AP, revelaron que ciertos comandantes de los grupos residen en Venezuela y que el país es utilizado por los irregulares para procesar cocaína semirrefinada.

Ninguno de los entrevistados por AP, incluido el general retirado Raúl Baduel, un estrecho colaborador de Chávez que rompió con él hace poco, aduce que el mandatario personalmente aprueba la presencia de los guerrilleros colombianos.

Pero hay pocas dudas de que algunos comandantes rebeldes se pasean libremente por Venezuela e incluso vivan en este país.

Las autoridades colombianas dicen que al menos dos de los siete miembros del Secretariado de las Farc, ‘Iván Márquez’ y ‘Timoleón Jiménez’, residen en Venezuela.

También viven en Venezuela dos jefes del ELN, Nicolás Rodríguez y Antonio García, según le dijeron a la AP cuatro desertores de esa agrupación, que hablaron a condición de anonimato porque son informantes de los militares colombianos.

La AP le preguntó directamente a Chávez en Guatemala el mes pasado si su gobierno le daba refugio a líderes de la guerrilla colombiana, y el mandatario respondió: "Ese tema es off. No voy a hablar de eso".

En Venezuela, los insurgentes colombianos descansan, compran armas y uniformes, se recuperan de sus heridas y procesan cocaína, según elementos que desertaron de sus filas, funcionarios colombianos y sectores de la oposición venezolana.

Los rebeldes colombianos adquirían armas y buscaban refugio en Venezuela mucho antes de que llegase Chávez al poder. Pero su presencia y su influencia aumentó tras su arribo, especialmente en los estados de Zulia, Táchira, Apure y Barinas, de donde es oriundo el presidente venezolano.

Las autoridades colombianas han asestado duros golpes a la guerrilla y sus bases en Venezuela les permiten a los insurgentes realinearse. Además usan el territorio venezolano como punto de tránsito para la cocaína destinada a Europa y Estados Unidos, según funcionarios de Colombia y Estados Unidos, que pidieron no ser identificados para no irritar al gobierno venezolano.

Uno de los señalamientos más concretos sobre la presencia de la guerrilla en el país apunta específicamente hacia la localidad suroccidental de El Cruce, del estado del Zulia, a unos 60 kilómetros de la frontera con Colombia, y a unos 500 kilómetros al suroeste de Caracas.

Un desertor de las FARC, que habló con la condición de que se le identificara como ‘Antonio’, relató que en El Cruce es “donde llegan (las fARC) a montar los retenes. Llegan los cabecillas a tomar trago... porque eso es seguro”.

Un desmovilizado del ELN, que se identificó como ‘Jaider’, mencionó que él operaba entre El Cruce, Casigua el Cubo y Machiques, en el estado Zulia. “La Guardia (Nacional) le tiene mucho respeto a la guerrilla ahí. Lo que las guerrillas les digan, ellos hacen”, acotó el desertor.

Asimismo, Antonio reveló que los militares venezolanos “saben que (en la frontera) están los cristalizadores grandes del procesamiento de alcaloide y tampoco molestan para nada”.

Aunque El Cruce da la impresión de ser un apacible pueblo de campesinos, lo que se respira entre sus polvorientas y ruinosas calles es miedo.

“Si habla uno es posible que no amanezca (muera)”, aseguró Teofilo Durán, alcalde del municipio Jesús María Semprún, luego de reconocer que “uno vive con ellos (la guerrilla) en el pueblo”. Durán es opositor al gobierno.

“Las denuncias sobre la presencia de la guerrilla permanentemente uno las está escuchando... Las Fuerzas Armadas saben qué hay y qué no hay, qué pasa y qué no pasa”, afirmó Durán, quien tiene bajo su jurisdicción a El Cruce.

“Ellos (la guerrilla) están protegidos por un manto que nadie los toca”, acotó el alcalde.

Indicó que El Cruce, habitado en su mayoría por colombianos nacionalizados, tiene un gran movimiento comercial que no guarda relación con su población, cuyo padrón electoral tuvo un vertiginoso salto en los últimos nueve años al pasar de 700 a 6.000 electores, según cifras que manejan dirigentes opositores del lugar.

“Para el tamaño que tiene El Cruce, tiene un alto consumo en todos los renglones, incluyendo cemento”, reveló un proveedor de lubricantes, que se abstuvo de dar su nombre.

Añadió que los productos y alimentos que se venden en ese poblado “deben ir a Colombia porque los finqueros y poblados vecinos no se abastecen de El Cruce porque temen pasar por ese lugar”.

¡Aquí no se puede hablar, porque al que habla lo matan”, expresó el administrador de una finca de El Cruce, quien accedió a hablar con AP en condición de anonimato.

“Irregulares, guerrilla, eso es lo que hay en El Cruce. Ellos, los de la Farc, son la autoridad, son los que mandan, y hasta trafican con droga. Aquí todo el mundo los conoce”, dijo el administrador, quien confesó que decidió romper el silencio indignado por las amenazas que le profirió un líder guerrillero de la zona a su sobrino, quien fue acusado por los supuestos irregulares de ser informante de los paramilitares.

Aseguró que los miembros de las Farc acostumbran andar por El Cruce vestidos como cualquier campesino con botas de goma hasta la rodilla y están “integrados en el mismo pueblo, conviven con el pueblo; el control del pueblo lo tienen ellos”.

“De la Sierra de Perijá vienen a El Cruce, convocan reuniones de los consejos comunales. Como ellos dicen que promueven la revolución bolivariana ellos trabajan en los consejos comunales”, añadió el poblador.

El general Juan Hidalgo, comandante del Teatro de Operaciones número dos –encargado del suroccidente de la frontera venezolana– dijo a la AP que no emitiría comentarios sobre estas denuncias. Afirmó que el Ministro de Defensa es el único autorizado para hablar del tema.

De acuerdo con los relatos de los lugareños y desertores, las zonas de ‘influencia’ de las Farc se extiende más allá de El Cruce, y abarcarían las tierras fértiles y asentamientos campesinos que bordean los río Catatumbo y el Río de Oro y el pie de monte de la Sierra de Perijá.

En un recorrido que realizó el equipo de la AP por esos asentamientos no se observó presencia militar o policial, pero eran visibles vehículos que eran esperados en la vía por motorizados, que luego de cargar en inmensas mochilas varios envases de gasolina de más de 10 litros, partían raudos hacia Colombia para contrabandear el combustible.

En un intrincado punto selvático, cercano al Río de Oro, se abre en medio de la espesa maleza el asentamiento Simón Bolívar donde unos 100 habitantes levantaron dos casas de tablones de madera, y una rudimentaria escuela que se proveen de electricidad gracias a dos paneles solares, de factura cubana, que les donó la administración de Chávez.

El jefe de ese consejo comunal, Juan Carlos Maldonado, un desplazado de 44 años, negó las afirmaciones sobre el supuesto control que tendría las Farc de los asentamientos, y expresó que todos los que viven en Caño Grande, Caño Lindo, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre son “personas de bien”, todos colombianos, dedicados al campo.

Maldonado llegó a Venezuela hace ocho años y medio huyendo de los paramilitares y en la actualidad cumple funciones de coordinador de los asentamientos. Sirve de enlace con el gobierno para tramitar cédulas de ciudadanía venezolana para los campesinos colombianos, créditos agrícolas, la construcción de puertos fluviales y escuelas, y hasta una estación de radio.

A la pregunta de si miembros de las Farc frecuentan la zona, Maldonado refirió que en ocasiones se los ha cruzado, pero descartó que tengan presencia permanente en la región.

“El problema de ellos (la guerrilla) no es el gobierno venezolano, el problema de ellos es con el gobierno de Colombia”, añadió.