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Obra de Edward Rico, artista que participa en el Festival Vintage.

La vida en sepia

El pasado está de vuelta. Siguiendo la tendencia impuesta en los noventa, las culturas y estéticas retro dominan las ciudades presentes. En ese marco, tiene lugar el Festival Vintage, organizado por la Galería Colombiana de Diseño.

Olga Lucía Lozano G.
4 de mayo de 2006

Como si se tratara de un capítulo más del Pasado en presente, el famoso programa televisivo de Ramón de Zubiría y Abelardo Forero, el mundo del siglo XXI está cada vez más cerca del ayer que del mañana. Basta con recorrer las calles, echarle una que otra mirada a algunas vitrinas y, de paso, ver cómo se comportan las nuevas generaciones, para encontrarse con un collage de imágenes ya vistas, sonidos ya inventados y habitantes de alguna década anterior.

Resultado de una confluencia de tendencias, derivadas especialmente de los años 1950 a 1980, la apariencia de nuestras ciudades, entonces, está cada vez más enmarcada dentro del concepto vintage, un término bajo el cual se clasifican y describen una serie de comportamientos, artículos, prendas de vestir, obras artísticas (de cualquier lenguaje) y expresiones gráficas que tienen al menos diez años de historia y encuentran un nuevo espacio de existencia en el universo contemporáneo.

En ese culto irrefrenable a la memoria, que ya señala para algunos la incapacidad de estas generaciones para superar su infancia y adolescencia, varios artistas, diseñadores, decoradores y djs, han convertido el reciclaje en su única metodología de trabajo. Firmas tan famosas como Channel, por ejemplo, han reeditado colecciones viejas y las han promocionado como originales, las fiestas en varios bares de Bogotá se nutren del repertorio de los 80, las diversas propuestas de gráfica popular desarrolladas en las primeras siete décadas del siglo anterior en Colombia son rescatadas ahora como símbolo iconográfico del país presente y algunos grupos de jóvenes en el mundo reclaman la vuelta a modelos de comportamiento que incluyen el aprendizaje y práctica de métodos de urbanidad y buenas costumbres.

¿Hasta dónde llegará la fiebre por lo viejo? Nadie sabe. Así como nadie sabe si en esa revisión del pasado hay en realidad una reflexión histórica o si sólo se trata de una crisis de creatividad o de un refugiarse en discursos ya validados. Sea como sea, no hay que olvidar que para ganarse el calificativo de vintage es necesario, además, que lo antiguo se mezcle con lo contemporáneo y tenga alguna vigencia. De no ser así, seguirá siendo sólo la antigüedad horrorosa de la abuela que nadie quiere heredar.

Consciente de todo lo anterior y convencido de que Bogotá es una gran cantera retro, Mauricio Ávila, director de la Galería Colombiana de Diseño, decidió hacer el Festival Vintage. El evento, que se inaugurará el 12 de mayo, exhibirá trabajos de diseñadores, artistas e ilustradores en cuyas propuestas se refleja esta tendencia.

“La Galería está por cumplir un año. El 555 (por los números de la fecha) hicimos nuestro primer colectivo y ahora, muy emotivamente queremos aprovechar el primer aniversario para hacer un nuevo colectivo. El año pasado presentamos el trabajo de tres ilustradores que reflejaban vertientes bien distintas de la ilustración. Este año lo que queremos hacer es crecer un poco más el evento. Se invitó a ilustradores, a artistas y a gente que hace muebles, ropa, accesorios y joyería. También habrá música en vivo, invitamos a un grupo que suena muy ochentero”.

Sobre el tema central del Festival, Mauricio indica que empezaron con una idea distinta, pero la depuraron hasta definirse por el vintage. “Inicialmente queríamos que el tema fuera el art nouveau. Pero no queríamos elegir un estilo tan especializado porque sólo lo ubican los verdaderos fanáticos del tema. El Art nouveau lo va a trabajar el ilustrador NO (ver artículo relacionado) porque ya tiene un proyecto hace rato en ese sentido y sus personajes viven en 1906, a los demás se les propuso vintage y retro para que no se complicaran y presentaran lo que les gusta en verdad”.

Una determinación que además se sustenta en su visión de Bogotá y su destino presente. “Esta ciudad tiene un alma antigua. Se nota en todo, en sus muebles, en la forma de hablar de las personas, en el sentido del humor, en el trato social. Pero, además, hay una cantera ahora en los jóvenes que en arte y diseño están rebuscando y están encontrando, hasta en los mismos años 80, un nuevo fenómeno de identificación. Entonces, el vintage me parece bien interesante. En mobiliario, por ejemplo, es muy llamativa la recuperación que se hace de algunas cosas como los ventanales coloniales y el rediseño que le está dando esta gente. Lo mismo ocurre con la ropa, que sin caer en la copia ochentera, se diversifica hacia lo que se podría llamar contemporáneo retro. Notamos, junto con el ilustrador NO, una cantera visual muy rica de cómo documentarse para inspirarse y sacar cualquier cantidad de nuevos productos u obras de arte”.

Según este diseñador, la muestra servirá este año para consolidar muchas cosas y presentar propuestas de personas como los artistas Patricia Durán -“Ella me delegó un gran número de archivos gráficos entre los que hay afiches bastante antiguos de marcas como Bavaria y Pielroja, entre otras cosas”-, y Edward Rico que trabaja etiquetas gigantes. También piezas de mobiliario de Ilapso, que recuperan muebles antiguos y los intervienen con piezas contemporáneas, y seguramente una línea de ropa llamada Retro -“Ya casi concretamos su presencia”-. De todas maneras, las puertas están abiertas a todas las propuestas que lleguen y se ajusten a las tendencias establecidas. “Sólo estamos sujetos a la cantidad de espacios que tenemos y a que sea pertinente a este colectivo 06 y este festival vintage”.

Y para hacer parte de la idea de vintage que maneja Mauricio basta con oír su definición y su percepción del fenómeno: “Con el vintage puede pasar lo que pasó con el posmodernismo. Muy pocos atinan a decir qué es realmente. Puede, incluso, ser un afiche de Michael Jackson del año pasado. Yo lo concibo más como la documentación en uno o varios géneros o movimientos artísticos y de diseño aplicados contemporáneamente, y que muchas veces puede ser un collage de varias cosas. Puede ser un mueble con patas Luis XV pero con un respaldo cromado, siempre y cuando sea válida esa mezcla tanto a nivel documental como estética. Lo definiría simplemente como la aplicación en el presente de movimientos o cualquier tipo de arte que a uno le interesó en el pasado”.

Bajo este criterio se seleccionaron y elegirán las piezas que podrán observarse hasta casi finales de mayo en la galería y que pretenden ser un reflejo de ese universo vintage de Bogotá, que según este amante de la década de los ochenta encuentra sus mejores reflejos en sectores como Chapinero, la Candelaria, las ventas de chatarra a la salida de la Avenida de la Américas y sobre la calle 80, en los puntos donde se comercializan muebles.