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La violencia se ensañó contra la ex congresista Eleonora Pineda

Sus padres y tres hermanos fueron asesinados por la guerrilla años atrás. En el 2005 otro hermano cayó muerto en un retén del Ejército y otro más fue acribillado el pasado viernes

8 de octubre de 2007

En los últimos 10 años la familia de la ex congresista Eleonora Pineda ha sufrido los peores golpes de la violencia. Detenida en la cárcel El buen pastor de Bogotá por vínculos con paramilitares, tuvo que asistir el pasado fin de semana al entierro de su hermano Polo Bautista Pineda, asesinado por desconocidos cuando se dirigía a su finca en Planeta Rica, Córdoba.

Ulises Durán, abogado en el proceso de la ‘parapolítica’ de Eleonora Pineda, dijo que el asesinato de este hombre obedece, muy posiblemente, a las denuncias que su defendida ha hecho durante sus indagatorias. El abogado dijo a su vez que pedirá protección para un hijo de la ex parlamentaria que también se encuentra en peligro.

La muerte de Polo Bautista es la sexta en la familia Pineda. En noviembre de 2005, Mario Miguel Pineda, hermano de Eleonora, fue reportada por miembros de la brigada XI del Ejército como un guerrillero muerto en combates en la vereda Nueva Platanera, de Tierralta. Por los hechos fueron procesados un oficial y dos suboficiales señalados de homicidio en persona protegida y encubrimiento por favorecimiento.

Años atrás, los padres de Eleonora Pineda y tres hermanos más fueron asesinados por la guerrilla, también en el departamento de Córdoba.

Hace dos años, raíz de la muerte de su hermano a manos del Ejército, Eleonora Pineda concedió esta entrevista a Semana:

SEMANA: ¿Qué le dejó la muerte de su hermano?
ELEONORA PINEDA: Una profunda tristeza en el corazón por la pérdida de un ser querido y una sensación de frustración porque en ocasiones una siente que este país no tiene remedio.

SEMANA: ¿La violencia se ha ensañado contra su familia?
E.P.: A mi padre y a tres hermanos más me los mató la guerrilla. Y ahora se produce la muerte de Mario Miguel aunque en su caso siento mucha desazón por la forma como ocurrieron los hechos.

SEMANA: Finalmente, ¿qué fue lo que pasó?
E.P.: En menos de tres días, desde el miércoles cuando ocurrió su muerte, a mi hermano el Ejército lo ha calificado de guerrillero, luego de delincuente y ahora de narcotraficante.

SEMANA: ¿Y usted qué cree?
E.P.: Ni lo uno ni lo otro. Él era un campesino puro, entregado a su tierra y a sus vacas. El día de su muerte precisamente se subió con dos jornaleros porque iban a mirar una vaca en una moto. Y el Ejército los asesinó en la carretera.

SEMANA: ¿Los asesinó?
E.P.: Ellos argumentan que eran tres hombres vestidos con chalecos negros y portando fusiles de asalto AK-47. ¡Por Dios! Eso es la mentira más grande porque es como si no conocieran la zona: esto es tierra caliente, nadie anda con esa ropa a las 11 de la mañana en medio del calor y en una región plenamente controlada por el Ejército. Aquí en la Costa el mototaxismo es usual, pero a nadie se le ocurre ir por ahí en una moto portando esas armas de largo alcance.

SEMANA: ¿La última versión era que pertenecía a una banda de narcotraficantes?
E.P.: ¿Dónde está la droga? ¿Dónde están los insumos? ¿Dónde está la mercancía? Ya lo mataron. Por lo menos que ahora que no ofendan su memoria.

SEMANA: ¿Qué acciones legales va a emprender usted?
E.P.: El caso está en manos de mis abogados. Yo he sido muy transparente en la vida. Por eso, si la Fiscalía concluye que las versiones que dice el Ejército eran ciertas, yo salgo ante el país y lo reconozco, pero si se demuestra que lo asesinaron a sangre fría, los generales deben hacer lo mismo.

SEMANA: ¿Ahora qué piensa del Ejército?
E.P.: Yo sigo creyendo en el Ejército, yo creo en la Fuerza Pública. Las acciones aisladas de unos hombres no pueden destruir la credibilidad de una institución a la que los colombianos le debemos respeto.