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Violencia

Las armas en la vida de las mujeres

Lina Holguín escribe sobre este negocio de miles de millones de dólares que pone a las mujeres en la línea de fuego.

Lina Holguín*
13 de marzo de 2005

"Estaba muy enfadado y tomó su Kalashnikov. Los vecinos dijeron: 'Déjala en paz'. Pero no hizo caso; me disparó a las piernas, no podía sentirlas, estaban dormidas. Se estaba poniendo el sol, yo miraba el cielo, y les dije a los hombres: No quiero morir. Me llevaron al hospital", es el testimonio de Fátima (nombre supuesto), de 19 años, una mujer que fue baleada en las piernas por su esposo delante de la familia de él y de sus vecinos en Irak.

Casada a la edad de 12 años, en la vivienda familiar de su marido la trataban como a una criada y le propinaban palizas regularmente. Trató de escapar y volver con su propia familia, pero su esposo fue a buscarla y le ordenó que regresara. Cuando Fátima se negó, él se encolerizó y tomó un trozo de madera para golpearla. La madera se rompió, por lo que se encolerizó aún más, sacó su arma y disparó contra ella.

Pese al número de testigos presenciales y la gravedad del crimen, ni la familia ni el hospital denunciaron el caso a la policía, y el marido de Fátima no fue detenido. La familia dijo que era algo que se tenía que resolver dentro de la tribu.

Según el informe 'Los efectos de las armas en la vida de las mujeres', publicado el 8 de marzo por Oxfam, Amnistía Internacional y la Red Internacional de Acción sobre Armas Pequeñas (Iansa), las mujeres pagan un precio cada vez más alto por el comercio de armas ligeras, un negocio que mueve miles de millones de dólares y está peligrosamente exento de cualquier regulación.

El informe expone las circunstancias en el hogar, en la comunidad y en situaciones de conflicto y posconflicto, en las que las mujeres corren un peligro mayor de sufrir violencia armada.

En la actualidad se calcula que hay en el mundo casi 650 millones de armas ligeras, la mayoría en manos de hombres, y casi el 60 por ciento en poder de ciudadanos particulares. Las mujeres y las niñas sufren directa e indirectamente la violencia armada, no importa dónde estén.

La probabilidad de que una agresión con arma de fuego tenga resultados mortales es 12 veces mayor a la de una agresión perpetrada con cualquier otro tipo de arma. En Suráfrica, por ejemplo, una mujer muere cada 18 horas por disparos realizados por su pareja o ex pareja. En Estados Unidos, si hay un arma de fuego en el domicilio, el riesgo de que algún miembro de la familia sea asesinado se incrementa en 41 por ciento, pero para las mujeres, el riesgo se incrementa en 272 por ciento. En los homicidios perpetrados en el ámbito familiar, el número de víctimas femeninas supera al de víctimas masculinas; por lo general, el perpetrador es la pareja o un familiar varón.

Las mujeres corren el riesgo concreto de ser objeto de determinados delitos debido a su sexo, como la violencia en el ámbito familiar y la violación. Teniendo en cuenta que las mujeres casi nunca son las compradoras, propietarias o usuarias de las armas pequeñas, sufren de una forma totalmente desproporcionada la violencia armada.

Violencia contra las mujeres en conflictos armados

En todas las regiones del mundo, los grupos armados que participan en conflictos cometen crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad contra las mujeres. La violación es uno de los más graves. Al menos 15.700 mujeres y niñas en Ruanda y 25.000 en Croacia y Bosnia fueron violadas en tiempo de guerra. Muchos casos no fueron denunciados.

Las armas ligeras facilitan la violencia sexual contra mujeres y niñas. En República Democrática del Congo, la violación se ha convertido en un arma de guerra. La realidad para las mujeres y niñas es que son un objetivo en sus hogares, en el campo y en la escuela a causa de su sexo. Caroline, de 15 años, y su madre fueron secuestradas cuando se dirigían al campo. Permanecieron cautivas dos meses en 2003; ella cuenta que cada mañana, mediodía y noche, 12 soldados las llevaban a la misma casa, las obligaban a tumbarse en el suelo y las violaban, todos en la misma habitación. Mientras lo hacían, les daban golpes y patadas en el estómago, en la espalda y en la cara. A su madre le quebraron una mano...

La proliferación de armas ligeras ha permitido el reclutamiento de mujeres, niños y niñas como combatientes. En la actualidad existen más de 300.000 niños y niñas soldados en todo el mundo.

El informe 'Los efectos de las armas en la vida de las mujeres' también examina la amplia gama de medidas adoptadas por estados de todo el mundo para controlar las armas, por lo general gracias a las campañas que las mujeres están encabezando contra la violencia de las armas. Entre 1995, año en que Canadá restringió sus leyes sobre armas de fuego, y 2003, el índice de homicidios de mujeres por armas de fuego se redujo un 40 por ciento. En Australia, cinco años después de que en 1996 se revisaron las leyes sobre armas de fuego, el índice de homicidios de mujeres por armas de fuego se había reducido a la mitad. Brasil ha prohibido recientemente el acceso a las armas en propiedad antes de los 25 años debido a que los hombres jóvenes y los niños son los principales responsables del elevadísimo índice de violencia con armas de fuego.

Con frecuencia se afirma que las armas de fuego son necesarias para proteger a las mujeres y a sus familias, pero la realidad es muy diferente. Las mujeres desean que las armas desaparezcan de sus vidas.

Apoyándose en ejemplos de mejores prácticas, el informe hace una serie de recomendaciones. Algunas de ellas son:

·Cualquier persona que desee ser propietaria de un arma de fuego debe disponer de un permiso, utilizando criterios estrictos que excluyan de su concesión a personas con antecedentes de violencia en el ámbito familiar.

·Prohibir la violencia contra las mujeres en la legislación nacional tipificándola como un delito penal, introduciendo penas efectivas para los autores y remedios para las supervivientes, y garantizando que estas leyes se aplican plenamente.

·Dar una formación específica a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley para garantizar que respetan los derechos humanos de las mujeres, y si no lo hacen deben comparecer ante la justicia.

·Promover la participación igualitaria de las mujeres en todos los procesos de paz, así como en los programas de desarme, desmovilización y reintegración para garantizar la recogida y destrucción efectivas de los excedentes de armas y de las armas ilegales.

·El establecimiento de un Tratado sobre el Comercio de Armas que prohíba las exportaciones de armas a aquellos que puedan utilizarlas para perpetrar actos violentos contra mujeres y otras violaciones de los derechos humanos.

·La prohibición a los ciudadanos particulares de poseer armas de asalto de carácter militar, salvo en las circunstancias más excepcionales y conforme al respeto por los derechos humanos.

Vea el informe completo

*Periodista, trabaja para Oxfam en Canadá.