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¡Les gusta la gasolina!

La venta de hidrocarburo robado le vale a Bogotá $125.000 millones anuales.

Élber Gutiérrez Roa
9 de febrero de 2006

El comercio de gasolina “sucia” en Bogotá es tan frecuente como variados sus orígenes. En las calles de la ciudad es fácil encontrar combustible rebajado, contrabandeado, robado a los carrotanques y hasta extraído ilegalmente de las tuberías de Ecopetrol. Se trata de un lucrativo negocio manejado por bandas especializadas en las que intervienen delincuentes comunes, paramilitares, propietarios de pequeñas estaciones de servicio, transportadores y a veces hasta funcionarios del Estado.
 
Para adquirir este tipo de combustible un conductor bogotano sólo debe saber buscar. Los expendios están en improvisados parqueaderos o casas particulares de Puente Aranda, el sur y occidente de la ciudad. Hasta allí son transportados, ante los ojos del vecindario, 1.600 barriles diarios de gasolina del mercado negro. 584 mil cada año. Más de 24 millones de galones que valen $125 mil millones y cuyo producido se revierte, una vez más, en el negocio ilegal. 
 
Los más famosos son los de Puente Aranda, diagonales a la cárcel Modelo y ubicados a pocas cuadras de las cuatro distribuidoras más grandes de la ciudad, en las que llenan sus tanques para luego distribuir por toda la ciudad. Curiosamente, la primera parada de muchos de ellos es en el mercado negro del sector, en el cual dejan en promedio 200 galones de gasolina. 
 
Lucho, uno de los vendedores de Puente Aranda, le aseguró a Semana.com que su negocio es la gasolina pura, legal, y que la compra sin preguntar de dónde venga. Dice que no es robada, pero no tiene justificación para que sus precios por galón estén $1.500 por debajo de los que ofrecen las demás bombas de tanqueo. No permite tomar fotos y está pendiente para que los curiosos tampoco se acerquen. Nos deja, porque llegó un cliente.
 
La modalidad de robo de gasolina más frecuente en la ciudad es a los carrotanques y no necesariamente ocurre por atraco. Los mismos transportadores facilitan el producto a bajo costo a las estaciones clandestinas, obteniendo hasta $400 millones mensuales por su participación en el negocio. Lo que sigue es la distribución al menudeo, descrita de la siguiente manera por el subdirector de la Dijín, coronel Jaime Gutiérrez: “Los delincuentes venden el combustible en sus casas generando un grave riesgo para la población. Al venderlo más barato que las estaciones legales, también le causan un problema al mercado. Y, como si fuera poco, no se les puede detener porque son los dueños del carrotanque y tienen todos sus papeles en regla”. 
 
Otro vendedor pirata, dijo que varias veces ha sido visitado por autoridades ambientales y policiales, las cuales nunca le han cerrado su negocio. “Desde que uno no rebaje la gasolina no hay problema porque eso si sería engañar a la gente”, reconoció. Pero aunque él finja no saberlo, la manipulación del combustible sí opaca su calidad. “A veces el residuo sale con mugre, pero en general es buena gasolina”, explicó el dueño de un deteriorado Renault 19 que tanquea constantemente en la zona pirata.

La meta de las autoridades es reducir a 1.400 el número de barriles de gasolina robados cada día en Bogotá, cifra que ya bajó de 2.270 a 1.600 en el último año. Dicha labor es más difícil debido a la facultad concedida por el Ministerio de Minas para que las distribuidoras compren el hidrocarburo sin estar obligadas a tener sitios de almacenamiento. Eso significa que un carrotanque cargado con gasolina y parqueado en cualquier parqueadero del país ya no está violando la ley. Pero de ahí a la venta ilegal hay sólo un paso. 
 
En seis operativos realizados en Bogotá durante enero y febrero la Dijín ha recuperado 90.000 galones robados y capturado a 15 personas quienes podrían recibir una pena de 4 a 7 años si se les comprueba que intervinieron en el negocio ilegal de los hidrocarburos. En caso contrario, quedarán libres en tres meses. Pese a la magnitud del problema y a la cantidad de personas involucradas, sólo 1.184 han sido judicializadas por piratería o robo de gasolina y 236 de ellas resultaron condenadas. Por los mismos hechos hay 139 acciones de extinción de dominio en curso. 

Problema nacional
 
Según cálculos del Ministerio de Minas, el Estado perdió 46 millones de dólares en los últimos tres años por hurto de hidrocarburos, incluidos gasolina y acpm. Los dos rubros que más pérdidas generan son el contrabando y las perforaciones ilegales de los paramilitares, curiosamente los de menor incidencia directa en el mercado bogotano. Para el senador Hugo Serrano, experto en temas de hidrocarburos, las pérdidas nacionales por contrabando se acercan a $980 mil millones, la mayoría de ellas por combustible traído a bajo costo desde Venezuela. Sólo los operativos de la Dijín, permitieron recuperar 350 mil barriles en el último año, avaluados en $1.300 millones.
 
Los efectos de las perforaciones ilegales de los paramilitares se sienten en Bogotá cada vez que “chupan” la válvula en cercanías a Facatativa, fenómeno poco común en el último año. “La perforación al tubo en esa zona la hacen sofisticados delincuentes comunes a los cuales cada vez es más difícil descubrir”, dijo a Semana.com uno de los agentes de cuerpo élite de la Dijín encargado del tema de hidrocarburos. Otras fuentes indicaron que detrás de esos delincuentes están los paras cobrándoles impuesto, en una relación muy parecida a la que tienen los grupos armados con los narcotraficantes en las áreas cultivadas con coca.

La extracción ilegal cerca de Bogotá ahora se hace ahora en pequeñas cantidades, con lo cual hay poca presión sobre la tubería central y es más difícil que los sistemas de seguridad detecten el ilícito. Con una red nacional de distribución tan grande (17.500 kilómetros de tubería) los delincuentes trasladaron sus centros de operaciones hacia zonas más vulnerables como los tramos La Lizama-Barrancabermeja y Barrancabermeja-Puerto Salgar, ubicados en las zonas de influencia del Bloque Central Bolívar y de alias Botalón.