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Más imaginación y menos ambición

Viernes 10. Maria Lucía Roa sugiere democratizar el crédito de consumo

María Lucía Roa*
12 de febrero de 2006

No soy economista ni matemática, pero sí tengo lógica y algo de creatividad. La semana pasada, un viernes a las 5 de la tarde, para ser exacta, estuve en un cinema del norte de Bogotá, pagué 13.000 pesos por la entrada y vi con sorpresa pero sin asombro que en el teatro estábamos sólo ¡ocho personas! Es decir, un ingreso que  representaba la suma de 104.000 pesos.  Claro, me dije, es comprensible porque la boleta realmente no es barata. Pero ¿cómo es posible que a los dueños del teatro no se les ocurra que si la boleta costara 8.000 pesos quizá tendrían una audiencia de por lo menos 40 personas, lo que les representaría una entrada de 320.0000 pesos, sin absolutamente ningún aumento en los costos?

Parecida reflexión me suscita el debate que se ha generado entre los comerciantes y los bancos respecto a los intereses que deben pagar los usuarios de tarjetas de crédito y a las comisiones que los almacenes también se ven obligados a pagar.  Me parece lógica la reflexión de los comerciantes en el sentido de que si estos costos (comisiones e intereses) fueran más bajos, más personas de menores ingresos podrían beneficiarse del crédito de consumo y tendrían así la opción de mejorar sus condiciones de vida, al tener acceso a muchos artículos que, de otra manera, se tendrán que resignar a admirar sólo en las vitrinas. Claro, siempre y cuando los comerciantes trasladen a sus clientes el beneficio del menor costo por concepto de manejo.

"El acceso al crédito debe ser reconocido como un derecho humano", afirma Mohamed Yunus, creador del Grameen Bank en Bangladesh: un sistema de crédito para acceder al cual el primer requisito -y el más importante- es demostrar que se es lo suficientemente pobre para merecerlo. Este modelo ya se extendió a más de 60 países, tiene dos millones y medio de clientes, el 94% de los cuales son mujeres cabeza de familia, han otorgado créditos por 500 millones de dólares y el promedio es de 100 dólares por crédito. 

El crédito de consumo es uno de los impulsos más importantes para la dinámica de la economía: al disminuir costos hay mayor demanda, lo que genera un incremento en las ventas, lo que conlleva a una mayor producción, que necesariamente se traducirá en mayores oportunidades de empleo, que, a la vez, se traduce en una mayor demanda. para cubrir las necesidades de producción.  Y así se completa (y ojalá se perpetúe) el círculo virtuoso...

El porcentaje de población pobre en Colombia es del 52,6%, según el Departamento Nacional de Planeación. Está constituido por personas o familias que viven con entre uno y dos salarios mínimos mensuales, lo que, en palabras concretas, se llama pobreza.  Este segmento de la población no tiene acceso al crédito de consumo, pero muchos manifiestan que, de contar con condiciones más favorables, les gustaría tenerlo y les permitiría acceder a bienes de consumo que de otra manera no pueden.  Muchos de ellos  recurren al agio para atender este tipo de necesidades, pagando un interés del 5%, como mínimo.

Innovación. Creatividad. Imaginación. Es lo que recomendó a las empresas, a los bancos, el profesor C. K. Prahalad en un evento recientemente realizado en México durante el cual se conocieron estrategias de diferentes empresas multinacionales y mexicanas para llegar a la población de menores recursos, la denominada 'base de la pirámide'.  Es lo que hay que pedirle al sector financiero y bancario: más imaginación y menos ambición, de manera que logren combinar estrategias y adaptar modelos para que la población marginada tenga derecho a mejorar su nivel de vida sin necesidad de sacrificar el sustento diario. Y sin necesidad, tampoco, de que el sector financiero tenga que trabajar a pérdida. Ya hay ejemplos que demuestran que, la primera condición, es la voluntad de hacerlo.  La convicción de que en una sociedad más sana, con menor grado de inequidad, el sector empresarial y financiero crecerá más y obtendrá a la larga, mayores dividendos: no sólo económicos, sino, sobre todo, morales.

*Representante de Ashoka  en  Colombia