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Kurt Vonnegut

Matadero 5

Joe Broderick
18 de abril de 2007

K urt Vonnegut suele escribir novelas de corte satírico. Hacen al lector pensar; pero también reír. Tal vez por eso le costó tanto trabajo redactar Matadero Cinco. ¿Cómo escribir un libro sobre uno de los episodios más brutalmente crueles e insensatos de la Segunda Guerra Mundial cuando uno es esencialmente un autor cómico? Otro factor que le hizo demorar tanto (más de 20 años) antes de terminar y finalmente publicar esta novela en 1966, fue el hecho de que, como joven soldado norteamericano, había sido testigo del acontecimiento central del libro: la total destru cción de Dresde, una de las ciudades más bellas de Europa. No es que Vonnegut tuviera algo que ver con aquel acto de barbarie; al contrario, por poco fue una de las víctimas. Habiendo caído en poder del ejército alemán, dormía esa noche, el 13 de febrero de 1945, con otros prisioneros de guerra, en el sótano de un matadero en Dresde cuando lo despertó un extraño ruido.

Escuchó “pisadas de un gigante” encima de su cabeza. De hecho eran explosiones de alta potencia; en una operación conjunta, pilotos de las fuerzas aéreas de Estados Unidos y Gran Bretaña bombardeaban esta pacífica ciudad a pesar de que no representaba amenaza alguna para los aliados. Su justificación: “adelantar el fin de la guerra”. Los ingleses actuaban, tal vez, en represalia por el blitz de Londres, igual como los norteamericanos destruyeron Hiroshima en respuesta al ataque a Pearl Harbor. En todo caso, al otro día, cuando Vonnegut y sus compañeros en cautiverio se asomaron a la superficie, se encontraban ante un paisaje lunar. Ningún edificio, ninguna casa, quedaba en pie. Lo que ayer había sido una joya del barroquismo, “la Florencia del Elba”, estaba reducido a cenizas. Los 130.000 habitantes estaban muertos todos, incinerados en sus casas. Sólo sobrevivían aquel centenar de prisioneros gringos y sus cuatro guardias alemanes, que eran poco más que niños.

Vonnegut se propuso escribir una crónica de guerra sin héroes. A la esposa de uno de sus compañeros de aquel entonces le prometió que si hubiera una película basada en su libro no habría un papel para Frank Sinatra ni para John Wayne. Su protagonista Billy Pilgrim (alter ego del autor) es un muchacho que se “despegó en el tiempo” (“came unstuck in time”) y viaja, por turnos, hacia adelante y hacia atrás, anticipando o recordando episodios de su vida, incluyendo su secuestro por extraterrestres. Este recurso es típico de Vonnegut; acostumbra introducir elementos de ciencia ficción (género del que es maestro) puestos al servicio de la sátira. Aquí la técnica funciona brillantemente. Matadero Cinco es no sólo un cuento original y en extremo entretenido, sino que constituye un argumento contundente contra la estupidez y futilidad de la guerra. (¿Por qué no escribe contra los glaciares?, le preguntó un cínico). Al mismo tiempo es quizá la novela más lograda de Vonnegut, lo cual es mucho decir del autor de obras tan geniales como Cat’s Cradle, Jailbird y Galápagos