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Medio mundo en tren

Con un acuerdo intergubernamental firmado en Nueva Delhi, ha iniciado en ese país el proyecto ferroviario más ambicioso del mundo que busca unir 32 países que promete llevar a los viajeros desde la India hasta Europa

Sara Guevara, desde Japón
28 de marzo de 2007

El proyecto del Ferrocarril Trans Asiático, de la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico de Naciones Unidas (Unescap), en realidad surgió en 1960 con el objetivo de unir a Singapur con Turquía. Desde entonces, estuvo paralizado en parte por los rezagos de la guerra fría en Asia. Fue a partir de 1990, con la apertura comercial de varios países de la esfera comunista, que el proyecto retomó fuerza y actualmente surge como uno de los motores más importantes para disparar la economía y el turismo de todo el continente asiático.

Teniendo en cuenta que en Asia vive cerca del 60 por ciento de la población mundial, mueve cerca del 26 por ciento de la economía global y que la misma crece al 13 por ciento anual, en comparación con el 9 por ciento del resto del planeta, no queda ninguna duda de que el TAR provocará no solo un flujo importante de personas a través de toda Asia, sino la generación de más riqueza por cuenta del rápido transporte de mercancías. Conectará megapuertos, aeropuertos, centros agrícolas y pasará por regiones olvidadas durante décadas.

El proyecto que sin duda comprometerá a las instituciones financieras internacionales más importantes, incluyendo el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo de Asia y el Banco de Desarrollo Islámico, significará un salto comercial sin precedentes para aquellos países sin salida al mar y para la unificación más aproximada de los estándares de eficiencia, cuarentena, migración y requisitos oficiales en el continente asiático.

El entusiasmo se nota. Por lo pronto Camboya, China, India, Indonesia, Irán , Kazajstán, Mongolia, Nepal, Corea del Sur, Rusia, Sri Lanka, Tajikistán, Tailandia, Turquía, Uzbequistán y Vietnam ya han firmado los acuerdos de un proyecto cuya ejecución requerirá, según los cálculos de UNESCAP, 224 mil millones de dólares por año durante la próxima década.

En principio, el total del proyecto ha previsto cuatro líneas o corredores principales que cubren 81.000 kilómetros. El Corredor del Norte, que uniría Polonia, Belarrusia, Rusia, Kazajstán, Mongolia, China y las dos Coreas, ya está cubierto en buena parte por el Ferrocarril Trans Siberiano. El Corredor del Sur conectaría Turquía, Irán, Blangladesh, Myanmar y Tailandia, con conexiones en Yunnan, China y Malasia. El Corredor Norte-Sur que se encargaría de Helnsinki con el Mar Caspio para terminar en Irán vía Turkemnistán y Uzbequistán. El Corredor del Sureste Asiático, que se encargaría de unir los países de la Asean con el subcontinente indochino.

Pocos se atreven a publicar las cifras que involucrará el desarrollo del TAR en cada país, y si bien es cierto que una gran parte de sus tramos ya existen, hay miles de kilómetros a la espera de una modernización que permita el tránsito de trenes de alta velocidad. El temor también se percibe en algunos países, que como Laos, carecen por completo de estructura ferroviaria alguna y deberán imponer una gran cuota de sacrificio en sus empobrecidas economías.

Para la primera parte del proyecto, Ferrocarriles de la India espera construir una conexión de 350 kilómetros entre Jiribam en el noreste de la India y Moreh en Myanmar, que tendrá que asumir la porción correspondiente de los 678 millones de dólares que cuesta esa parte del trayecto.

En 2015, si el TAR marcha de acuerdo a lo esperado, la jornada desde el sureste asiático, será una de las más espectaculares y se convertirá en esa nueva peregrinación que se hace una vez en la vida: abordar en Singapur y disfrutar de los templos en Bangkok, pasar por la impresionante naturaleza laosiana, para sumergirse por zonas de la ruta de la seda y al final, llegar hasta Rusia, para conectar de nuevo y darse un buen desayuno en cualquier restaurante europeo.