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Semana Jr.

Mi primera vez... En un carro de Fórmula 1

Juan Pablo Montoya
11 de diciembre de 1980

La primera vez que manejé un Fórmula 1 fue en el año de 1997 en un examen para la Williams. Recuerdo que el reto era ser el piloto de pruebas del equipo al año siguiente y como a mí me fue muy bien, me dieron el puesto. La sensación al comienzo fue parecida a estar subido en una montaña rusa. Por ejemplo, cuando la vuelta de la montaña rusa termina, el carrito frena muy duro antes de que se bajen los pasajeros y yo sentí más o menos lo mismo, solo que multiplicado por 100. Eso pasa cada vez que se frena en un Fórmula 1, pues la velocidad que se lleva es de 250 km/h y eso es mucha, comparada a la de un auto normal.

Otra cosa que recuerdo es que aunque un auto de carreras tiene motor, llantas y timón es muy diferente a un automóvil normal. Una de las diferencias es que tiene sólo un puesto, no hay puertas, las llantas no duran, etc. Eso es porque la idea de estos autos es demostrarle a los fans y al mundo hasta dónde pueden llegar las marcas participantes como Honda, Ferrari, Mercedes, BMW compitiendo con la última tecnología.

Yo pensé que no iba a caber en el carro la primera vez que me subí, porque esos carros los hacen lo más pequeños que se puedan lograr. Tienen el espacio necesario para el piloto y no más. La silla es como una cuna especialmente a la medida de uno para que no se mueva para todos los lados. Además sólo hay dos pedales: el acelerador y el freno. Lo demás se maneja desde el timón.

Los nervios no se sienten de a mucho. Más bien lo que se siente es ansiedad en el momento en el que uno se va a subir al carro. Ya después lo que toca es concentrarse en manejar y hacer las cosas lo mejor posible. Para ser piloto de Fórmula 1 pienso que se necesita talento, disciplina, dedicación, el apoyo de la familia y suerte de estar en el lugar que es a la hora que es.