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"A mí no me importa que me maten. A mí lo que me da miedo es quedar lisiada en un accidente o algo así. Pero si me muero, me muero y punto", dice Cielo González, alcaldesa de Neiva. FOTO: CORTESÍA DIARIO DEL HUILA

TESTIMONIO

"No me importa que me maten"

Cielo González Villa es una abogada de 38 años que desde 2004 manda en Neiva. Su cuerpo de escoltas es uno de los más robustos en todo el país y aunque el Presidente de la República le dijo que gobernara desde Bogotá, ella dice que permanecerá en su ciudad hasta finales de este año, cuando termine su mandato.

5 de marzo de 2007

De lunes a viernes, el despertador de Cielo González suena a las 5 de la mañana. Sus 10 escoltas armados con fusiles, armas cortas y chalecos antibalas se levantan a la misma hora para acompañarla a trotar en la sede de la Novena Brigada. Ella no usa chaleco. No lo soportaría. Luego de correr 8 kilómetros regresa a su casa, se arregla, corre a la peluquería y luego a su sitio de trabajo en el quinto piso de la Alcaldía de Neiva. En ningún momento sus guardespaldas se desprenden de ella.

Como pocos colegas suyos, González tiene que andar para todo lado custodiada por policías que le han salvado la vida en tres atentados organizados por la columna 'Teófilo Forero' de las Farc. El más reciente ocurrió el pasado jueves, mientras respondía las preguntas de los neivanos en la emisora "HK Doble K". Quería volar la camioneta blindada en que se transporta.

"Me tomé una aromática, lloré un poquito y ya. Le di gracias a Dios de que no hubiera muerto nadie ese día y le pedí por los heridos que aún luchaban por mantenerse con vida", recuerda González. Sin embargo, el pasado sábado a las 3 y media de la mañana, su celular timbró y en la pantalla del aparato aparecía el nombre de Norberto Castaño, el periodista de la misma emisora: "Alcaldesa, acaba de estallar otro carro en el mismo sitio", le dijo.

Ese día sintió que las amenazas contra su vida no eran un mero susto, sino una afrenta a muerte. Las Farc buscarían matarla como fuera. Este es el tercer intento en el que fallan: recién elegida una granada fue lanzada contra su casa, en el barrio Altico. Después, a su padre intentaron secuestrarlo y asesinarlo. Y en diciembre pasado se descubrió que un sargento del Ejército en compañía de milicianos intentaron asesinarla dentro de la Brigada. (Ver "Ochenta milicianos quieren matar…")

"A mí no me importa que me maten. A mí lo que me da miedo es quedar lisiada en un accidente o algo así. Pero si me muero, me muero y punto", dice González, la tercera de cuatro hermanos, y la segunda que se dedicó a la política después de su hermano, el senador Carlos Julio González. Fue él quien la impulsó para que fuera diputada, trabajara en el Bienestar Familiar del Huila y en el programa de Reinserción del M-19.

Por eso este año su seguridad fue doblada literalmente (antes tenía 5 escoltas) y este lunes estará en Bogotá para gestionar en el Ministerio de Defensa una camioneta blindada nivel 5, un vehículo más seguro que el presidente Uribe le ofreció hace pocos días. Todo sin contar que su casa está rodeada de policías, su papá anda con tres escoltas y su mamá con dos.

La cotidianidad de esta bogada de 38 años, graduada de la universidad Externado de Colombia, es compleja. "A mí me da pena ir a un lugar porque estos muchachos sacan esas cosas largototas y la gente se asusta. Cuando voy a misa entro con casi todos, pero cuando voy al estadio a ver al Atlético Huila sólo entro con uno. Ni qué decir cuando viene Germancito, mi novio, ahí sí no salgo de la casa", dice Cielo con un leve acento opita, quien lleva seis años con su novio con el que tiene planes de casarse el próximo año.

Su devoción por el Divino Niño, dice ella, es la que le ha salvado la vida. Todas las mañanas reza la oración del Justo Juez para que sus enemigos no la miren, la ignoren y no le hagan daño.

A pesar de los momentos angustiantes, sorprende que a esta elegante mujer no se le ha visto descompuesta, ni llorando, ni desesperada, ni preocupada. Cuando ha salido por televisión entregando declaraciones a los medios sobre los atentados, su sonrisa desconcierta a los que no la conocen. "Es más producto de los nervios que de estar calmada. El jueves me tocó cambiarme de blusa dos veces. Del susto estaba toda empapada", dice.

Cielo González no toma, no fuma, no trasnocha, hace mucho ejercicio y tiene cuidado con su alimentación. Eso la ayuda a no estresarse con la presión de su caravana que la acompaña a todas partes. Aunque nunca corren a toda velocidad por Neiva, los tres carros y la moto que la custodian deben asegurarse de los sitios en donde parquean, cambiar de ruta a lugares fijos, no permanecer mucho tiempo en un mismo lugar y sospechar de todo el mundo.

A pesar de la tranquilidad de Cielo González Villa, buena parte de los neivanos no lo están. Los ataques contra ella son realmente contra toda la población. Fue mucha la gente que el fin de semana se le acercó para brindarle su solidaridad y decirle que rezan por su seguridad. Nadie quiere que la maten. El mensaje sería terrorífico y el golpe para el presidente Uribe, nefasto. Serán varios los días en que Neiva sólo se verán investigadores del CTI, policías por todas partes y soldados que no dormirán.