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Participación sí, abstención no

El senador Juan Fernando Cristo, escribe sobre la decisión del Partido Liberal de apoyar la abstención al referendo, posición que según el parlamentario "es una equivocación histórica que generará consecuencias inevitables a la colectividad".

Juan Fernando Cristo*
1 de marzo de 2003

La decisión de la Dirección Liberal con relación al referendo tiene la virtud extraña de ser inconveniente para el país, el gobierno y el propio partido. Es una equivocación histórica que generará consecuencias

inevitables a la colectividad. Respeto la invitación que se hace a la abstención pero no la comparto en la medida que va en contravía de la tradición democrática e institucional del liberalismo a través de la

historia. La participación democrática ha sido principio fundamental del partido y no existe en estos momentos ninguna razón que justifique abandonarlo. Los liberales somos antiabstencionistas por naturaleza. La

abstención es una decisión radical y facilista.

Cuando el gobierno nacional presentó al Congreso de la República su proyecto de referendo, el entonces jefe único de la colectividad, Horacio Serpa Uribe, respaldó la utilización de los mecanismos de participación para reformar la Constitución y con base en esa decisión las bancadas en Senado y Cámara apoyaron parte importante del articulado final, votando negativamente el capítulo relativo al ajuste fiscal, por considerarlo recesivo y contrario a los intereses de las clases menos favorecidas. No es coherente entonces que un texto aprobado por el liberalismo sea ahora objeto de severas críticas que nos conduzcan al extremo de solicitar que no se vote.

Decretar la abstención total a un referendo de 15 puntos que se debe votar separadamente, según la acertada decisión de la Corte Constitucional, como si ninguno de estos tuviera elementos positivos, parece una decisión orientada más por sentimientos personales que pensando en la conveniencia del país y del partido. Por la trascendencia que tiene el tema para el gobierno, la Dirección con esta posición radical no decretó la abstención al referendo sino la oposición al presidente Uribe, que se aparta de la decisión mayoritaria del congreso liberal, cuando se ratificó la política de la cooperación constructiva con independencia crítica. Además, se trata de una decisión que aleja cada vez más las posibilidades de un entendimiento liberal que permita convertir al partido nuevamente en alternativa viable de poder para el 2006 y parece obedecer al resultado de una clara estrategia de división francamente inconveniente.

Sin embargo, la decisión de la mayoría de la Dirección de permitir la expresión de posiciones distintas a la oficial por parte de los miembros de la bancada parlamentaria, permite a los liberales participar en el referendo y votar en conciencia su articulado después de estudiar su contenido. El liberalismo no puede negar su concurso cuando se trata de dotar al Estado de nuevos instrumentos para luchar contra la corrupción y ampliar las posibilidades de inversión social en el país. Como ponente del proyecto de ley de referendo votaré en las urnas de la misma forma en que lo hice en el Congreso, es decir, positivamente los artículos relacionados con la depuración de las costumbres políticas y negativamente aquellos que buscan efectuar el ajuste fiscal mediante la injusta congelación de salarios y pensiones de los trabajadores colombianos.

Solicitarle a los liberales que se nieguen siquiera a estudiar el referendo, a analizar su contenido, a controvertir algunos puntos, resulta inaplicable e ingenuo. A los liberales nos gusta participar, debatir y decidir sobre los grandes temas nacionales. Esta es una condición inherente al partido del libre examen. Tampoco se le puede exigir a los candidatos liberales a gobernaciones y alcaldías en todo el país, voceros auténticos del liberalismo en la actual contienda electoral, que adopten la posición suicida de casarse con la posición extrema y minoritaria de la oposición a Uribe y su referendo. Ojalá la mayoría de la Dirección, consultando con mesura los altos intereses del partido, no pretenda aplicar la