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Pasión por narrar

Diana Uribe ha logrado convertir la historia en un cuento apasionado y sencillo, capaz de dejar embelesada a su creciente audiencia radial.

30 de junio de 2002

Es una Sherezada, una narradora, una encantadora con la palabra. Cuando Diana Uribe cuenta las historias de la Historia sus palabras ejercen un efecto hipnótico sobre los auditorios. Quienes la oyen quedan hechizados por la pasión y amenidad con la que relata. Esa es la clave de su éxito: "La historia es un tejido de pasiones y yo la cuento desde las pasiones". Eso explica la fascinación que produce cualquiera de los temas que narra, desde la vida de sus ídolos roqueros hasta las leyendas de duendes y espíritus de la Irlanda rural, pasando por el origen del conflicto árabe-israelí.

Diana heredó el gusto por la historia de su padre y con los años lo convirtió en la pasión motriz de su vida. Tan cierto es esto que hoy puede decir: "Yo conozco ciudades a donde nunca he ido. Yo sé que no me perdería, por ejemplo, en Praga". Cuando ingresó a la Universidad de los Andes no existía esta carrera como tal, así que se matriculó en la de filosofía y letras. En su tesis de grado mezcló dos de sus aficiones, la música rock y la historia de la década de los 60, bajo el título de Woodstock y la construcción de una utopía. Después de graduarse ejerció la docencia en cuatro colegios y de sus alumnos aprendió una gran lección "Cuando uno tiene que enseñar filosofía en inglés se da cuenta de que tiene que buscar una forma de comunicar las ideas con sencillez". Ahí nació su coloquialidad para hacer fáciles las cosas más profundas .

En 1991, año que recuerda con exactitud porque coincide con el estallido de la Guerra del Golfo, comenzó su carrera como docente universitaria. En esta etapa de su vida se dedicó a incluir en sus programas de estudio los temas de actualidad que le atraían para obligarse a investigarlos hasta la saciedad. Fue de este modo como sus alumnos oyeron de viva voz la historia de Rusia a propósito de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la del apartheid surafricano, la de la guerra de los Balcanes o el levantamiento de los indígenas en Chiapas.

En esa década también descubrió que a través de la radio podía contar las historias de sus ídolos del rock. Durante cinco años realizó en la emisora de la Universidad Nacional el programa Imaginarios del rock e hizo parte del Colectivo Inconsciente, un grupo de aficionados y estudiosos de este género que se reunían a sistematizar su conocimiento sobre esta música. Pero su gran salto a los medios masivos lo dio con Radionet. Un día cualquiera Diana le dijo a Yamid Amat, a quien conoció por unas charlas que le había dado a los periodistas de CM&, que quería trabajar con él. El veterano periodista le preguntó a Cesar Augusto Londoño: "¿Dónde la pongo?". Londoño no titubeó al responderle: "En cabina". Allí duró casi cuatro años y su programa dominical Historia del mundo tuvo, para sorpresa de muchos, una gran acogida . Una persona que estuvo secuestrada le comentó que, durante el cautiverio, el único momento en que disminuía su sensación de encierro era cuando la oía hablar con tal precisión y minuciosidad de lugares lejanos. Por los cambios presentados en Radionet su programa salió del aire. Sin embargo, a mediados de este mes volverá a escucharse con otro nombre a través de la Radiodifusora Nacional porque para Diana el espacio se volvió "un proyecto vital, la posibilidad de continuar viajando por el mundo a través de la radio y conectar a Colombia con otros pueblos y civilizaciones". Es que ella está convencida de que el aislamiento produce intolerancia.