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Nicolas Sarkozy, Hugo Chávez y Daniel Ortega, demuestran el interés que internacionalmente tiene el acuerdo humanitario en Colombia.

RELACIONES INTERNACIONALES

¿Qué significa entrada de gobiernos extranjeros en la búsqueda de un acuerdo humanitario?

A la intervención de los presidentes Sarkozy, de Francia; y Chávez, de Venezuela, se suma ahora la de Daniel Ortega, de Nicaragua. ¿Qué tan conveniente es esta situación?

César Paredes
4 de septiembre de 2007

La injerencia política internacional en el tema del acuerdo humanitario entre las Farc y el gobierno colombiano cada día cobra mayor importancia. El hecho de que presidentes de otros países decidan acompañar de manera abierta los acercamientos del gobierno colombiano y la guerrilla da una dimensión superlativa al clima de negociación.

El viernes de la semana pasada estuvo el presidente Hugo Chávez en Colombia para hablar con el presidente Álvaro Uribe y así refrendar su expresa intención de colaborar en el acuerdo humanitario. Dos días más tarde, mientras en Venezuela se transmitía el programa Aló Presidente, el primer mandatario venezolano recibió una llamada de su homólogo en Nicaragua Daniel Ortega. Durante la conversación, el primer mandatario nicaragüense manifestó su apoyo a la intervención de Chávez en el proceso, además expresó su voluntad de aportar lo que fuera necesario para lograr la paz en Colombia.

La posibilidad de una participación del gobierno nicaragüense quedó abierta. Este hecho se circunscribe en el marco de una mediación internacional en la que ha tenido que ver también el presidente de Francia Nicolás Sarkozy. Antes del encuentro entre Uribe y Chávez, Sarkozy habló con los dos presidentes sobre el tema de los plagiados, pues desde el comienzo de su mandato ha manifestado su interés en la liberación de Íngrid Betancourt, ex candidata presidencial que fue secuestrada en 2002, como una de sus metas en política exterior. A esto se suma el encuentro programado para finales de septiembre, en el marco de la Asamblea General de La ONU, en Nueva York, entre los presidentes colombiano y francés, donde se espera que traten diversos temas y naturalmente, el tema de los secuestrados.

Así queda manifiesta la trascendencia internacional que tiene el hecho de un posible acuerdo humanitario.

Por un lado Sarkozy continúa con la intención de Jacques Chirac, su antecesor, que no sólo buscó la liberación de Íngrid Betancourt, sino proveer alternativas políticas para la paz en Colombia. Esto porque consideran que la secuestrada es una ciudadana francesa que debe ser protegida por el estado galo.

La participación de Chávez tiene interpretaciones encontradas. Hay quienes la ven como una búsqueda de protagonismo en la zona, en aras de una imagen favorable a su intención de perpetuar su estadía en el poder. Y hay quienes consideran que su participación se debe a su filiación ideológica cercana a las Farc. Con él nunca se sabe.

El nuevo actor es Ortega que representa a un país que pasó por un proceso de paz hace varios años y cuya experiencia puede ser importante para Colombia. Pese a su posición política de izquierda, Ortega no ha manifestado una lucha enconada contra la economía norteamericana. En palabras del politólogo Enrique Serrano, de la Universidad del Rosario, es un “Lula tardío” que le apuesta a una transformación económica sin irse contra Estados Unidos.


Qué dicen los analistas

La importancia del tema de la paz en Colombia ha rebasado las fronteras nacionales para provocar el pronunciamiento de gobiernos de otros países. Este hecho, indudablemente, le aporta al proceso de paz, pero, ¿qué significa que tres mandatarios estén al tanto de este proceso?

Para Serrano la dimensión internacional del problema tiene que ver con la afectación que este grupo guerrillero puede causar en el escenario externo. Los países vecinos, principalmente, se ven afectados de manera directa y luego aparecen otros actores preocupados por la paz de Colombia debido a los acontecimientos recientes: el asesinato de secuestrados y la radicalización del conflicto y los discursos. “Esto demuestra que las Farc son un factor de perturbación de gran envergadura, no sólo para Colombia sino internacionalmente”, indicó Serrano.

Por otro lado Rafael Rubiano, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Antioquia ve en la participación de los mandatarios un fenómeno de “transacción de la soberanía”. Esto quiere decir que el gobierno nacional por sí mismo no puede tomar decisiones, sino que está sujeto a la intervención de otros actores cuya mediación respalda el eventual intercambio humanitario. Así queda demostrada la necesaria intervención internacional.

Otro aspecto de discusión es la legitimidad de las Farc en un contexto en el que políticamente hay una participación internacional.

Según Serrano las Farc ya no cuentan con imagen política. Él argumenta que la participación de gobiernos, ideológicamente opuestos al gobierno colombiano (el de Chávez y Ortega), es un hecho particular que demuestra el debilitamiento de la imagen de un ejército insurgente que buscaba la toma del poder por la fuerza.

Si un gobierno de izquierda interviene es por que entiende que la lucha armada no tiene ningún sentido. La intervención de estos gobiernos, entonces, acentúa una nueva percepción de las Farc: “un ejército anacrónico, con el que el mundo está encartado, que difícilmente podría lavar su legitimidad, y que ha llegado a un punto de no retorno”. Es decir, una insurgencia sin piso político.

No obstante, el asunto de la legitimidad de las Farc y su imagen política no son asuntos liquidados, según Rubiano. Para el analista es claro que en las instancias internacionales esta guerrilla tiene una incidencia en la opinión pública importante. La motivación de la participación de los gobiernos de Chávez y Ortega, entonces, se debería a la empatía ideológica que estos tienen con la izquierda, y que en este caso pueden incidir en el intercambio humanitario dándole una imagen favorable a las Farc. Esta empatía se daría, “no sólo por las reformas que estos gobiernos están haciendo, sino también por las diferencias con el gobierno de Uribe”, explicó Rubiano.

No así Sarkozy cuya posición es más neutra y la liberación de Íngrid Betancourt sería una forma de ratificar su prestigio negociador.

En lo que si coinciden los analistas es en que la participación internacional es favorable para un proceso de negociación. Para Rubiano la mediación ayuda a distensionar los bandos que se habían radicalizado, y además le da transparencia y confianza al proceso. Para Serrano la injerencia internacional hace parte de un proceso esperado que le da legitimidad al Estado colombiano al permitirse dialogar con gobiernos de otras posiciones ideológicas. Todo en aras de la paz que se ha mostrado tan esquiva para el país.

Lo que no se debe perder de vista es que no es un asunto de alta política, e independientemente de la imagen que tengan las Farc, lo que está en juego es la vida de muchas personas.