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SEXUALIDAD

¿Qué tanto han fracasado las campañas de educación sexual en Colombia?

La controversia está abierta. Padres, maestros y estudiantes difieren en sus puntos de vista. Y aun hay más: Según los expertos, un enfoque errado y el exceso de información sin el suficiente contexto han producido una crisis sexual dentro de los más jóvenes.

Juliana Bedoya Pérez
4 de mayo de 2007

Atrás quedaron los tiempos de “sin condón ni pío”, la campaña con la que creció toda una generación de colombianos y que quedó grabada en la memoria de muchos jóvenes; esta iniciativa buscaba hacer énfasis en la importancia del uso del condón. Eran los comienzos de los años 90, cuando además se empezó todo un proyecto nacional para crear un currículo sobre educación sexual en los colegios públicos y privados del país.

De aquella publicidad sólo queda el recuerdo de la pollita lanzada y el pollito que sólo era capaz de pedir curitas y chicles. Desde entonces ha habido más campañas para incentivar el uso del preservativo, la prevención del VIH/Sida, enfermedades de transmisión sexual y los embarazos adolescentes, pero ninguna tan impactante como esa. En los colegios se siguen dictando las clases de educación sexual desde los primeros cursos, pero la responsabilidad sobre el tema en la vida de los jóvenes para nada ha mejorado.

Así lo demuestran las cifras de los distintos organismos que manejan el tema en el país. La Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2005 reveló que en ese año el 16 por ciento de las adolescentes colombianas ya eran madres y que el 25 por ciento de ellas era pobre.

Según la Secretaría de Salud de Bogotá, sólo en la capital, los embarazos en niñas menores de 14 años aumentaron 11 por ciento entre 2005 y 2006. Y así, una tras otra, todas las organizaciones están en alerta no sólo por estos embarazos sino por la edad en la que los niños y las niñas están comenzando su actividad sexual, que ya está por los 12 años.

Todas estas cifras tienen varias causas y generan varios problemas. Por ejemplo, este grupo de edad es el más vulnerable a ser víctima de violencia sexual y la vida de las niñas menores de 14 años corre riesgos serios a la hora de llevar hasta el final un embarazo.

Pero lo más grave de este fenómeno no es eso, sino que, como señalan los expertos, todo esto no es más que el reflejo de una sociedad que no es capaz de tener proyectos a largo plazo. Para el sicólogo y sexólogo Mario Bedoya, el efecto de la educación sexual en Colombia ha sido paradójico, porque “hay algo que no se enseña en los colegios y son los valores alrededor de la sexualidad. Cuando tengo la información suficiente pero no está contextualizada en valores, esta información es un estímulo, no una herramienta para mi vida”.

Sexualidad sana vs. Entorno enfermo
José Fernando Martínez, director de Salud Pública de la Secretaría de Salud de Bogotá, asegura que para los jóvenes “en su imaginario, tener hijos les genera independencia, por las situaciones de maltrato intrafamiliar, buscan el apoyo en los amigos por fuera del hogar. Tener un hijo e independizarse los ayudaría a salir de estos círculos de violencia”. Lo que se les olvida es que, muy seguramente, por esta vía ellos terminarán repitiendo los esquemas en los que crecieron.

En la situación cultural y social está la razón por la que los muchachos colombianos no han respondido a las campañas de educación sexual como en otros países. En Europa y Norteamérica, los estudios han demostrado que en las escuelas donde se sigue un programa de educación sexual, los jóvenes empiezan la actividad sexual más tarde y se reducen los embarazos.

Según Martínez, “ en estos países en algún momento se generó una cultura de no tener hijos y hay otros países en donde está la legalización del aborto. Todo esto disminuye de manera importante los embarazos en adolescentes”. Por su parte, Bedoya asegura que “ellos tienen proyectos de vida muy claros y la educación sexual es una herramienta más para cumplir ese proyecto de vida”.

Las nuevas campañas
Ante la alarma, hay que actuar. Por eso todas las instituciones están sacando adelante nuevos proyectos enfocados en las falencias que se han descubierto a lo largo de estos años.

En medio del debate por la implementación de la campaña ‘Condón pilo’, que promueve el uso del preservativo entre los jóvenes bogotanos, se oyeron varias voces, sobre todo las de educadores que se oponen a que el proyecto se implemente en los colegios distritales. Los rectores de las instituciones que rechazaron carteles y cartillas argumentaron que esta era demasiado explícita y no apta para los más pequeños que verían los avisos, todo por frases como”¿te vas a tirar?”.

A estas argumentaciones se unió la voz de la Iglesia Católica, que por sus dogmas rechaza el uso de métodos anticonceptivos y aboga por la abstinencia. Monseñor Fabián Marulanda, de la Conferencia episcopal, señaló, según un artículo del periódico El Tiempo, que la importancia estaba en una formación en valores, y consideró la campaña como “descarada”.

Lo que aparentemente se les pasó a quienes desacreditaron la campaña es que esta es sólo una parte de una estrategia más amplia: “mi cuerpo territorio seguro”, de la Secretaría de Salud de Bogotá. Martínez explicó a Semana.com que lo que realmente se busca con todo esto es que los más jóvenes se replanteen su proyecto de vida, eleven su autoestima, a pesar del entorno social y cultural que está determinando su comportamiento sexual.

Para él no hay duda de la importancia de los valores en todo este proceso de formación, incluso va más lejos, habla del afecto a la hora de ponerles el tema a los jóvenes. Por eso asegura que el tema no tiene que ser manejado por los profesores de ciencias naturales, sino por profesionales de la salud o por sicólogos. “Esto es algo que no se debe dar como una cátedra, se deben manejar afectos y las sensibilidades con la información adecuada según las edades”.

El Ministerio de Educación también está trabajando en un proyecto sobre educación en la sexualidad y construcción de ciudadanía. Según la viceministra de educación, Juana Inés Díaz Tafur, la idea de este nuevo enfoque es que los jóvenes reciban una formación en “derechos y habilidades, para poder decidir y tener un ejercicio responsable de su sexualidad“.

Con todo esto sólo se busca que los jóvenes pasen de tener información a tener herramientas certeras a la hora de abordar su comportamiento sexual. Para que el tema deje de ser algo ajeno a las personas y la educación sexual sea algo que se deba enseñar para la vida y para vivir bien.