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¡Qué vergüenza!

La selección Colombia demostró que es el peor equipo de la Copa América. En un partido impresentable en todos los aspectos perdió 5-0 contra una selección paraguaya que está lejos de ser el mejor equipo del torneo.

Catalina Gómez
28 de junio de 2007

Colombia no solo debutó en la Copa América con una de las derrotas más vergonzosas que haya sufrido una selección de mayores en los últimos años, 0-5 contra Paraguay, sino que dejó claro que es la peor selección que juega este torneo.

Desde el comienzo del partido el equipo dirigido por el técnico Jorge Luis Pinto se mostró desarticulado, inseguro, impreciso y sin un estilo de juego definido. ¿Desde cuándo Colombia le juega al pelotazo a una selección que es experta en esas lides como la paraguaya? Pero bueno, estas equivocaciones se les podían perdonar porque era el debut y podían estar pagando el precio de los nervios en esos primeros minutos.

Nervios. Sí y muchos. Tanto así que ‘Caracho’ Dominguez desperdició un penalti que le pitaron a Colombia en el minuto 25 del primer tiempo. David Ferreira, el único jugador que mostró ganas de toda la selección, recibió una falta en el borde del área. Pero no sirvió de nada. De hecho, ese penalti fue para peor. Después de botarlo la selección quedó aún más nerviosa, empezando por ‘Caracho’ que perdió un balón en el medio campo frente a Roque Santa Cruz quien al final terminó venciendo al arquero Miguel Calero. Fue el primero de cinco goles para Paraguay. Fue el primero de los tres goles siguientes que haría Santa Cruz, un jugador cuya peligrosidad no es nueva para nadie.

Pero pareció que sí era una novedad para Colombia. De sus jugadas inteligentes, de su gran despliegue físico y de su excelente manera para encarar a los defensas contrarios en el área, llegaron los dos goles siguientes de Paraguay. El primero apareció cuando apenas empezaba el segundo tiempo. Santa Cruz recibió el balón un poco más adelante del medio campo, lo dominó hasta el área, venció a un impresisísimo Iván Ramiro Córdoba y anotó el gol que terminaría de derrumbar al equipo de Pinto.

¿Dónde quedó la capacidad de reaccionar ante los momentos difíciles de los que habló Pinto en una entrevista que dio a Semana hace unos días? ¿Dónde quedó ese equipo rápido que sabe tomar riesgos? Y peor aún, ¿Dónde está esa entrega y amor por la camiseta que él dijo que sus pupilos iban a tener? Pinto advirtió que el que no demostrara amor por la amarilla colombiana no jugaría en su equipo. De llegar a cumplir su palabra se tendrían que ir más de la mitad.

Pero volvamos al partido. Colombia en el mismo desorden que la caracterizó desde el comienzo trató de llegar al arco de Justo Villar. Lo dominó, si se puede llamar a eso dominar, entre el minuto 16 y 26 del segundo tiempo. A veces parecía que lo hacía porque Paraguay le abría los espacios. No necesitaban atacar y se metieron atrás.

Pero todo fue una improvisación prolongada. Rodallega parecía jugando un partido para un anuncio de televisión. Edixon Perea lo intentó un poco más, pero por momentos se le veía desconcentrado. Y Macnely Torres sólo tuvo una oportunidad concreta que no pudo aprovechar. De resto, pasó desapercibido.

Sólo hubo dos tiros al arco serios que pudieron terminar en gol contra Paraguay. Pero como los minutos pasaban la anotación no llegó Colombia perdió el impulso. Y los paraguayos, ni tontos que fueran, volvieron a atacar. Llegó el tercero en el minuto 34.

Ya era tan evidente la victoria que el técnico Gerardo Martino sacó a Santa Cruz, quien pudo haber anotado muchos más goles. Pero allí estaba Salvador Cabañas para reemplazarlo. Otra vez la defensa colombiana se vio lenta y desorganizada. Parecían novatos. En el minuto 39 y 42 llegarían los últimos goles. Y si se habla con la verdad, no se puede decir en ningún momento que la selección paraguaya sea un gran equipo. Tiene muchos problemas, pero Colombia resultó ser un rival tan débil que no le causó ningún problema.

Colombia fue una vergüenza de selección a la que no se le vio ningún amor por la camiseta. Ni siquiera llevaban una pequeña franja negra para expresar el dolor que vive el país por la muerte de los diputados secuestrados del Valle. Pero es verdad, ellos son simples deportistas que lo único que tienen que hacer es jugar bien al fútbol y tratar de ganar. Si al menos hubieran hecho eso, se les perdonaría. Pero ni siquiera lo intentaron. Pensar en lo que puede pasar el domingo cuando esta selección enfrente a Argentina, la favorita para ganar el torneo, no tiene sentido. Habrá que cruzar los dedos y confiar en que ese día los hombres elegidos por Pinto tengan un poco más de amor propio. Y se acuerden cómo se juega al fútbol.

 
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Argentina dio el primer paso

Estados Unidos dio más dificultades de las esperadas al equipo Argentino. En el primer tiempo se paró en la cancha con seriedad, orden y gran despliegue táctico. Incluso marcó el primer gol del encuentro gracias a un penalti que llegó por una falta cometida por Diego Milito. Pero Argentina empató gracias a su salvador de siempre: Crespo. Sin embargo, en lo que restó del primer tiempo se vio en dificultades para superar las ordenadas y adelantadas líneas del equipo estadounidense.

Pero todo cambió en el tiempo complementario. Messi prendió el acelerador y el equipo pudo descifrar aquellos códigos que todavía le resultaban secretos. Un par de jugadas extraordinarias del delantero del Barcelona desubicaron a los gringos.
 
Luego llegaría ese pase suyo preciso a las piernas de Crespo que anotó de nuevo, 2-1. Aimar, que entró en el segundo tiempo por Cambiasso, anotó el tercero y el cuarto lo hizo nadie más que Carlos Tévez quien pasó la mayor parte del partido en el banco. ¿Qué tal, Argentina se da el lujo de tener a Tévez y Aimar en la banca? Pero eso no es todo. También se da el lujo de tener una selección que hace pensar que puede llegar a la final. Eso ya se sabía. Pero en su debut demostraron que su favoritismo no es sólo de papel.