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'Reality' balompédico

No es ni <i>Protagonistas de Novela 2</i> ni <i>Gran Hermano</i>, el reality que más emociona al público colombiano en los últimos días. Es el cara a cara entre Maturana y el 'Chiqui' García, el que ha centrado la atención de los aficionados a la televisión sin libreto. ¿Quién se quedará con el premio del DT? El periodista paisa Oscar Domínguez hace una análisis de si será el odontólogo chocoano que ahora es <i>"ciego, sordo y mudo"</i> o el <i>"viudo de poder futbolístico"</i>, Luis Augusto, el

Oscar Domínguez G.*
6 de octubre de 2003

El mal ejemplo cunde: ahora todo el mundo en Colombia quiere ser el protagonista de su propia novela, libretista de su propio reality, como se denomina en la semántica modelo 2003 la pornomiseria espiritual que vemos todas las noches en tiempo triple A de televisión. (No sólo hay que preguntar si los padres saben dónde están sus hijos. Conviene preguntar si Santo Domingo y Ardila saben en que se están gastando sus ejecutivos de televisión los espacios triple A).

Los últimos en montar su propia telebobela son dos duchos y hachas en fútbol: el Chiqui García y el dentista Maturana, técnico de la Selección. Por supuesto, no han faltado activos actores secundarios que le han agregado pimienta al trepequesube.

García es una mezcla de escuela yugoslava con máster en asados argentinos, todo adobado con la filosofía del Pato Pastoriza, quien lo tuvo en Millonarios y le mostró Buenos Aires. Mañoso, rencoroso, sin hígados a la hora de buscar resultados, rosquero, no le tembló la mano para convocar a su propio hijo a la selección. De Los Tres Mosqueteros, acaso se haya leído uno. Algo que no le preocupa. La elegancia tampoco es su fuerte. Los trajes los puede comprar en algún almacén de bajar con horqueta. Habla por cuentagotas. Hay que leer en sus labios lo que calla.

Maturana se inspiró en la escuela uruguaya de 'Mano' Ruiz y Cubilla, quienes lo metieron en la camisa de fuerza del sistema zonal y los cuatro en línea. Los expertos niegan que haya bebido en Zubeldía y el narizón Bilardo, aunque una que otra maña heredada de ellos no le hace daño a ningún técnico. Les vendió la idea de que jugar fútbol es tan estético como escribir un best seller. Le levantó la autoestima al jugador colombiano, lo entendió en los aspectos anímico, moral y técnico. En esto nos recuerda el talante de Luis Alfonso Marroquín. Rosquero, como su contradictor García, a Maturana se le fue la mano en la convocatoria de figuras del Atlético Nacional. Impuso el fútbol "a lo Maturana" pero no se actualizó. Crío el tigre y se asustó con el cuero. Las lecturas se le notan en su prosa. Tiene mundo, sabe vestirse, no se enreda a la hora de ordenar el vino.

Viudo de poder futbolístico, García ha notificado que si Maturana y su corte no se reivindican en los juegos ante Venezuela (15 de noviembre) y Argentina (noviembre 19) debe dar un paso al costado y cederle los trastos a él que sí sabe dónde ponen las garzas del éxito. Para dorar la píldora, en un gesto de sublime modestia candidatizó a sus colegas Alvarez y Pinto. Nadie más da la talla en esta democracia a dedo, por cooptación, que propone García para un cargo que, aparte de madrazos sin fin, incluye jugoso engorde mensual de la cuenta bancaria. De otra forma, nadie accedería a la autoflagelación que supone ser técnico en Macondo.

Ante la andanada que le llovió en la nuca, Maturana, desde su elegante traje que parece cortado por el mismo tipo que le fabrica sus metáforas filosófico-balompédicas, se autoproclamó ciego, sordo y mudo, basado en una canción de otra diva, Shakira.

De esta forma, el odontólogo que renunció a la fresa y demás cacofónicos aparatos de la parafernalia dentisteril, trató de minimizar la crítica de quien aspira a su bolsa. Y a los madrazos, claro.

Si bien "no oyó" las declaraciones de su crítico, simplemente Pacho prefirió recordar lo que han dicho en su favor, figuras como Jorge Valdano, el médico Gabriel Ochoa y el italiano Arrigo Sachi. Su consejo de hombre pragmático es: hay que escuchar a los ganadores.

El rifirrafe entre los técnicos de la parroquia ha nivelado el juego por lo bajo y casi le da razón al Borges cuando dice que "el fútbol es un deporte de estúpidos para estúpidos".

Olvida el dueto García-Maturana que "la patria es un equipo de fútbol", al decir del Nobel ex futbolista Albert Camus. Les ha importado poco que el fútbol sea tan importante que en Colombia se nace liberal o conservador, católico o católico, hincha de este o aquel equipo de fútbol.

Tampoco los desvela que, al decir del Nené Cepeda Samudio, en nuestro patio se pueda cambiar de mujer, de partido político pero nunca de equipo de fútbol. Cierto: "Voltiarepas", es el Inri que nadie quiere llevar a su hoja de vida. Ni a la tumba. De allí la fidelidad del hincha al fútbol de sus sueños (en la victoria) y de sus insomnios (en la derrota). Porque el hincha, como hombre, "es cosa vana, variable y ondeante".

En Colombia está haciendo falta una materia que se enseñe desde la escuela y que consiste en enseñarnos a ser hinchas que asimilemos tanto el éxito como el revés. Digámoslo de nuevo con Borges, enemigo personal del fútbol: "Existe una dignidad en la derrota que la relajada victoria no merece". Guardadas las desproporciones, en el fondo es el famoso perder es ganar que ha tratado de enseñarnos el filósofo Maturana.

No sólo debe haber escuela para hinchas. También para técnicos y directivos que a las primeras derrotas van sacrificando adiestradores para congraciarse con la tribuna.

Maturana ha aprovechado el reality para sugerir que se debe prohibir que un técnico dirija más de un equipo por temporada. Una forma de defender la lonchera de sus colegas. Y la suya, claro.

La pelea García-Maturana reúne todos los ingredientes de un reality "fuera de programa". Si el referendo, de la mano del presidente Uribe, llegó a la pequeña pantalla infiltrado en uno de los realities, nuestros técnicos están capando protagonismo en ese u otros espacios. (Todo el mundo está en su derecho de tener sus flaquezas. Es más: hacen la vida más movida. Lo malo del asunto es ventilarlas en los realities por unos dólares más o menos).

Los libretistas deben estar atentos a la evolución de la jugada. Pueden invitar a actores de segundo piso como el 'Bolillo' Gómez, quien con sus nuevas gafas no se parece a él mismo. Las gafas lo hacen parecer inofensivo. Pero no, apareció para darle una mano a su 'parce' Maturana al tiempo que repartía garrote.

Según cronistas con buena memoria, García no ha hecho otra cosa que devolver favores. El archivo de televisión nos recordó que la historia se repite porque carece de imaginación: hace algunos años era Maturana quien criticaba el manejo que le daba el Chiqui. O sea que está recibiendo de su propia medicina.

La poderosa Federación Colombiana de Fútbol, Colfútbol, sin querer queriendo, a lo Chapulín, le dio la razón a García por lo menos en lo que tiene que ver con los resultados de los próximos encuentros. Oscar Astudillo, presidente de la Federación, notificó que hay que ganar, ganar y ganar, y que si esto no sucede él (Maturana) sabrá qué decisión tomar. La invitación a que abra consultorio odontológico no puede ser más claro. Todo dicho dentro del mejor estilo colombiano de hablarle a Pedro para que entienda Pacho, en este caso.

Si las cosas siguen así, sería bueno llevar al referendo la consulta de si no es mejor que la Selección se las arregle sola, sin técnicos. Y sin directivos. Al fin y al cabo, un jugador sabe lo que tiene que hacer en el rectángulo verde. Los angelitos en pantaloneta se reúnen, juntan lo que saben con lo que ignoran o sospechan, le ponen letra del himno y punto. Tal vez este sea el camino para que entendamos con el filósofo Savater que "un partido de fútbol no es más que violencia sublimada". Y pasaríamos de la dialéctica del carro bomba a ese orgasmo del fútbol que es el gol.

*Periodista