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| Foto: Cortesía: Diario del Sur

FUTBOL

Resurrección verdolaga

Hace cinco fechas era impensable que Nacional se metiera en los cuadrangulares. Hoy ya es séptimo y serio candidato para llevarse el título.

Andrés Morales
6 de mayo de 2008

A mediados de abril nadie daba un peso por este Nacional. Y con razón. Estaba en los cuatro últimos lugares del campeonato, necesitaba ganar todos los partidos para clasificarse a los cuadrangulares, jugaba mal, y para completar, tenía embolatado el reto de la Copa Libertadores.

El técnico Quintabani fue por mucho tiempo el blanco de todas las críticas y responsabilizado por los malos resultados. Más de uno lo quería fuera del banco verdolaga. No encontraba reemplazo para el goleador e ídolo, Víctor Aristizabal. Los chilenos Martel y Arrué juntos, no hacían ni la mitad de lo que hizo Aldo Leao Ramírez en los dos últimos campeonatos. Tampoco tenía la pareja de centrales que le diera seguridad. Usó a Camilo Zuñiga de comodín. Dejó la banda derecha y lo puso a jugar de volante de armado. Tampoco funcionó.
 
El equipo no aparecía.

Sin embargo, en menos de un mes el panorama se le ha esclarecido en el torneo interno. Hace cinco fechas la tabla de posiciones le imponía un duro reto: ganar los cinco partidos que le quedaban para clasificarse. Ya ha ganado tres de ellos. Le ganó en el último minuto a Quindío en Medellín, jugando uno de sus peores partidos. Después ganó el clásico con el siempre difícil América. Ahora, era el turno de viajar a la altura nariñense y enfrentar a un rival directo por la clasificación. Villagra – ex Pasto – hizo un golazo y dejó a los verdolagas en el séptimo lugar. Sin sobrarle nada, Nacional ha tenido un rendimiento del cien por ciento.

Poco a poco los fichajes han empezado a dar resultados y han influido en las últimas tres victorias. Walter Moreno, le dio el agónico triunfo contra Quindío y va solucionando los problemas defensivos. El chileno, Francisco Arrué y David Córdoba le dan más claridad al medio campo y, ¡por fin!, Carlos Villagra responde con goles. Se dejó ver en el empate parcial contra el América e hizo la bonita jugada que terminó en su gol contra Pasto.
 
Ahora, recibe la visita de ese Chicó que le metió cuatro a Millonarios en Bogotá y acaba de eliminar al Junior en Tunja. Termina la primera vuelta jugando contra el posible eliminado Huila en Neiva. Si consigue esos seis puntos que le restan estará en las finales, poniendo a temblar a todos los que en estos momentos lo miran desde la punta.

Pero la situación en la Copa Libertadores es diametralmente opuesta.  Muy posiblemente será eliminado por Fluminense, este martes. Nacional llega a Rio de Janeiro con el resultado en contra, no le alcanza con ganar uno cero para pasar a cuartos de final y no puede jugar, por expulsión, su mejor jugador, el arquero David Ospina. Por supuesto, en fútbol todo puede pasar, pero la tiene difícil.

El técnico Quintabani se la ha jugado por manejar prácticamente la misma nómina en los dos torneos, a excepción de dos o tres variantes. Le estrategia le ha funcionado parcialmente. La pregunta está en saber si los jugadores serán capaces de continuar aguantando la carga física que implica jugar dos partidos cada tres días con viajes de más de seis horas. Con una presión adicional, en ninguno de los dos escenarios le sirve siquiera el empate.

Quintabani sabe las implicaciones que tiene salir temprano de la Libertadores. Por más que clasifique a los cuadrangulares en el torneo interno, seguramente los mismos críticos de antes volverán y pedirán su cabeza para exigir la llegada de algún técnico de la tierrita. Por eso, él mismo sacrificaría la alegría de los tres puntos contra el Chicó o Huila a cambio de salir celebrando el martes por la noche del Maracaná. Lo que definitivamente no puede hacer, es quedarse sin el pan y sin el queso.