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Se crea el primer Observatorio Nacional del Delito

Hoy se reunieron todos los observatorios de violencia y delincuencia del país para crear una red nacional que les permita unir esfuerzos con la Policía en la lucha contra el crimen.

Juanita León
29 de junio de 2006

Para combatir el delito más que nuevos policías se requiere un mejor conocimiento acerca de cómo funcionan los criminales, dónde cometen sus fechorías, a qué horas. Por eso, la creación hoy del primer Observatorio Nacional del Delito, de volverse una realidad, podría convertirse en una poderosa herramienta de lucha contra el crimen.

En Bogotá, se reunieron hoy por primera vez, todos los observatorios de violencia y delincuencia que existen en el país con el fin de intercambiar experiencias, publicaciones e información cuantitativa que mejore el análisis estadístico y cualitativo de la delincuencia.

“En su lucha contra el crimen, el país necesita actuar con más inteligencia y menos emociones”, dijo el general Oscar Naranjo, director de la DIJIN, de la Policía, y uno de los artífices de este encuentro.

En Colombia existe un gran subregistro de la delincuencia urbana. Mientras en 2005 se denunciaron 336 mil delitos, algunos expertos estiman que la cifra supera con creces el millón. Si se atiene uno a las meras denuncias, Colombia tiene una tasa de delitos de 720 por cada 100 mil habitantes, una tasa semejante a la de Finlandia y Noruega, los países más seguros del mundo. Estados Unidos, por ejemplo, tiene una tasa de 3983 delitos por cada 100 mil habitantes.

Con esa ausencia de información es imposible definir una política criminal efectiva. Los observatorios de delincuencia locales, a punta de estudiar el crimen por localidades, han arrojado información útil para reducir delitos. Por ejemplo, gracias a la información de observatorios en Antioquia, se pudieron dar cuenta que muchos niños se ahogaban en los pozos de agua de las casas en Apartadó. Que el hurto de bicicletas era un gran problema delincuencial en Carepa y que el homicidio de jóvenes en Turbo era aterrador. Con esa información precisa, la secretaría de salud de Apartadó inició una campaña de prevención y hoy ningún niño se ahoga en los pozos. En Carepa, lograron desmantelar la red de delincuentes de bicicletas y en Apartadó, el alcalde creó una gerencia en el tema que redujo drásticamente el asesinato de menores de 20 años.

Unir esfuerzos

Lo que busca ahora la Policía es integrar su trabajo con el de estos observatorios locales. Estos observatorios generalmente son de dos tipos. La mayoría generalmente están integrados por la policía local, Medicina Legal, las secretarías de salud y del interior, y miembros de la comunidad. Los otros son más de tipo académico y se dedican a la investigación de patrones de delincuencia a largo plazo. Entre estos últimos se encuentra el CEDE, de la Universidad de los Andes, que está terminando un estudio sobre los patrones de homicidio en las cinco grandes capitales del país desde 1970. Los investigadores han encontrado, por ejemplo, que los homicidios suelen concentrarse en las mismas localidades a lo largo de varias décadas: Aguablanca, en Cali, barrio Santafé, en Bogotá, etc. Lo cual permite concluir que el aumento de policías en la calle no es suficiente para combatir el crimen. Se necesita hacer algo más y lo primero es entender qué sucede.

Estos observatorios existen desde los años 90, cuando se inaguró en Cali con el Alcalde Rodrigo Guerrero una metodología que estudiaba el crimen como si fuera una epidemia. A partir de los ´síntomas´ por localidad, recetaban medicinas diferentes para cada problema. En algunos casos, resulta más efectivo iluminar ciertas calles o tapar un hueco donde atracan los carros que se detienen que hacer un operativo de capturas masivas. Esa metodología fue luego aplicada con mucho éxito por Antanas Mockus en Bogotá.

La idea ahora es unir esfuerzos. La Policía pone a disposición de los observatorios locales y de los investigadores su Centro de Investigación Criminológica, que posee los datos más actualizados de criminalidad por ciudades. Y espera, a su vez, apoyarse en la capacidad de análisis e investigación de los observatorios. “Buscamos así hacer más integral la medición del crimen”, dijo el general Naranjo. Si este esfuerzo mancomunado logra rendir los frutos esperados, en unos años, Colombia podrá contar con verdaderas herramientas para conocer cómo funciona el crimen: contará con denuncias debidamente diligenciadas (hoy, por ejemplo, no hay claridad sobre el tiempo, las circunstancias y el lugar donde ocurren los homicidios), encuestas de victimización, encuestas de autoincriminación (en las que se le pregunta a la gente de manera anónima si han cometido delitos o si conocen personas que los hayan cometido), y estudios de percepción de seguridad, como los que realiza la Cámara de Comercio de Bogotá.

“Esta es una muestra más del cambio de actitud que ha venido teniendo la Policía, al reconocer que su fortaleza es la calidad de su información pero que se pueden apoyar en otras entidades que tienen otras fortalezas de análisis. Es un muy buen paso”, afirma María Victoria Llorente, una de las investigadoras con mayor trayectoria en temas de seguridad.