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¿Se les fue la mano?

El acuerdo sobre el salario mínimo dejó a todo el mundo feliz. Salvo a los economistas.

Natalia Carrizosa
12 de febrero de 2006

12-15-2005

El jueves a la una de la tarde los representantes de los trabajadores, los empresarios y el Gobierno fijaron el salario mínimo para 2006 en 408.000 pesos y el subsidio de transporte en 47.700. Este generoso aumento de 6.94 por ciento podría ser mínimo para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores pero quizás demasiado costoso para la generación de empleo y el hueco pensional.

Al comenzar la negociación a las 7 de la mañana del miércoles en el Ministerio de Protección Social, los representantes de las centrales obreras se habían bajado de su petición inicial de un aumento del 10 por ciento y llegaron pidiendo un 8,5 por ciento. Ante esto, los gremios de empresarios mejoraron su oferta inicial de 5,7. Propusieron un aumento de 6.2. Luego hubo un receso y la cifra final se fue logrando gracias a charlas informales, cuenta Patricia Cárdenas, Presidente de Asobancaria. La firma del acuerdo se aplazó porque los representantes de las centrales obreras querían realizar consultas internas sobre algunos puntos.

Al día siguiente, ratificaron que un trabajador de salario mínimo comenzará a ganar a partir del próximo año, 26.500 pesos más en términos nominales. Pero en valores reales, teniendo en cuenta que la inflación proyectada por el Banco de la República para el próximo año es de 4,5 por ciento, el trabajador va a tener  menos de 1000 pesos de sobra para sus gastos. Visto de esta forma, es evidente que el incremento no cambiará la vida a ningún empleado. A lo sumo podrá comerse una gaseosa de más.

En efecto, para el presidente de la CUT, Carlos Rodríguez, el logro más importante para los trabajadores no fue el aumento del mínimo, sino la firma de otros puntos colaterales. Por ejemplo, el reconocimiento por parte de los gremios de que las cooperativas de trabajo asociado no están concebidas para la intermediación laboral. Con ello, buscan detener la creciente informalización de los contratos de trabajo usando esta figura.

Pero si el aumento del mínimo no es significativo para un trabajador en particular, sí tiene un peso alto en la economía dado que cuatro millones y medio de colombianos devengan un salario mínimo. Por eso, todas las partes estuvieron de acuerdo en que se trató de un aumento "generoso", como había pedido que lo fuera el Presidente Álvaro Uribe el domingo desde Cartago, Valle. Hasta la precandidata a la presidencia Cecilia López, que había escrito una columna en el Tiempo acusando al Gobierno de tener una "vocación pro rico" reconoció que el incremento logrado fue satisfactorio. Javier Díaz, presidente del gremio de exportadores Analdex, dijo que esperaba que el aumento fuera menos grande pero celebró que hubieran llegado a un acuerdo.

Los opositores

Sin embargo, los economistas fueron más escépticos. De acuerdo a Fedesarrollo el aumento fue exagerado. En un comunicado de prensa, este centro de investigación económica manifestó que "desde un punto de vista económico, lo congruente con el desempeño del crecimiento económico y de la productividad laboral hubiera sido in incremento igual al 6 por ciento". Fedesarrollo se mostró preocupada de que la decisión comprometa la recuperación del empleo formal y la meta de inflación. "Esta decisión refleja el momento político del país más que su propia realidad económica".

El ex sub director de Planeación Nacional, Alejandro Gaviria, investigador del CEDE de la Universidad de los Andes, llama la atención sobre otro punto que no se ha discutido con detenimiento: el efecto que puede tener un aumento del salario mínimo sobre las finanzas de la Nación por concepto del aumento de la deuda pensional. Aunque aún no se han hecho los cálculos para determinar su verdadera magnitud, Javier Osorio, asesor de pensiones de la Unidad de Estudios Macroeconómicos del Departamento Nacional de Planeación, confirmó que como la garantía de pensión mínima está ligada al valor del salario mínimo, este aumento acrecentará la deuda pensional a cargo de la Nación, que ya es cercana a 150 por ciento del Producto Interno Bruto.

Al inicio de las negociaciones sobre el salario mínimo, el Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, pedía un aumento moderado. Advertía que no podría ser muy alto porque podría afectar la productividad de las empresas y comprometer las metas de empleo. Ante el aumento de los costos de mano de obra los empresarios podrían verse obligados a contratar menos empleados. ¿Se les fue la mano entonces? El Ministro contesta que no. "El aumento está en el rango alto, pero no por encima de lo que está bien", dijo a los medios. En todo caso, a ningún trabajador le parecerá que está ganando demasiado.