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Tandas de derechazos y naturales con su firma, que son un romance por la forma en que lleva al toro embebido en su muleta, con un temple y un gusto que llena los sentidos de los buenos aficionados, que por enésima vez le gritaron en coro “César, César, César”. FOTOS: GUILLERMO TORRES / SEMANA

TOROS

Si no es César ¿quién?

Con un encierro de Agualuna, manso y con peligro, el maestro Rincón cortó la única oreja de la tarde en Bogotá.

Hernán Miranda T.
12 de febrero de 2007

De nuevo el matador César Rincón concita la atención de los aficionados a la fiesta brava que el domingo anterior volvieron a llenar los tendidos de la plaza de Santamaría. Una tarde fresca y con mucha expectativa por ver una de las últimas actuaciones del diestro bogotano, quien hacía el paseíllo por última vez este año y la penúltima de su carrera profesional, pues como ya es sabido el año entrante se retira definitivamente de su profesión y se dedicará de lleno a su familia y, claro está, a su ganadería.
 
Expectativa que se vino al piso, pues los toros lidiados de Agualuna, que pastan cerca de la población de Pacho, en el departamento de Cundinamarca, fueron en su mayoría mansos y con un peligro sordo, con excepción de Retador y de 489 kilo, el primero del maestro Rincón, que aunque no fue una maravilla, por lo menos le permitió con su sapiencia y maestría regalarnos lo mejor de la tarde en una faena pletórica de arte y belleza.
 
Tandas de derechazos y naturales con su firma, que son un romance por la forma en que lleva al toro embebido en su muleta, con un temple y un gusto que llena los sentidos de los buenos aficionados, que por enésima vez le gritaron en coro “César, César, César”, en agradecimiento a todo lo que ha dado este genio del toreo durante sus 24 años de alternativa. Mató de estocada un tanto baja, pero que hizo rodar al de Agualuna y así cortar una oreja que fue pedida clamorosamente.
 
Otro cuento fue su segundo ejemplar, un toro de 520 kilos de nombre Forcado, y que salió en reemplazo de Director, que fue cambiado, al parecer, por problemas en sus remos delanteros, y que puso en aprietos al maestro, quien intentó por todos los medios sacarle aunque fuera un pase, pero todo se estrelló porque el toro embestía con la cabeza arriba, lanzando derrotes con mucho peligro y además no miraba la muleta de Rincón sino su cuerpo y en uno de esos instantes logró prenderlo con el pitón derecho lanzándolo a la arena.
 
Afortunadamente con base en sus reflejos rodó por la arena de una forma ágil y así quitárselo de encima. En el momento de ser arrastrado por las mulillas el toro recibió la mayor bronca de los últimos tiempos. Y eso ya es mucho decir.
 
El periodista Alfonso González, quien presidió hasta hace unos días la Asociación de Cronistas Taurinos (Crotaurinos), le contó a este cronista que en sus treinta y pico de años viendo toros en España, México y Colombia no había visto un burel con tanto peligro por su manera traicionera de embestir: “Si no pudo Rincón, con todo lo que sabe, que conoce hasta el más mínimo detalle los intríngulis de esta difícil profesión, entonces ¿quién?”.
 
A esperar hasta el año entrante, cuando volverá a Bogotá en sus dos últimas actuaciones, seguramente en el mes de febrero, y ojalá con toros que tengan algo de garantía. Desde esta columna le deseamos a él y a su cuadrilla una temporada llena de éxitos en ruedos españoles y franceses.

Francisco Rivera Ordóñez

El madrileño cayó con pie derecho dentro de la afición bogotana porque salió al ruedo a jugársela de verdad y aunque no pudo demostrar todo lo que lleva en su sangre por parte de su padre, su abuelo y su bisabuelo, debido a la mansedumbre de los toros que le correspondieron en su suerte, sí dejó en claro que tiene una mano derecha poderosa y con la cual ejecutó pases de buen trazo, incluidos varios circulares de mucho mérito. Infortunadamente pinchó en el primer intento por lo que perdió la oreja que ya tenía ganada.
 
A Judío, de 500 kilos, su segundo oponente, le instrumentó tres largas cambiadas en las tablas con mucho riesgo pues recibe al toro a escasos metros de su humanidad, por lo que transmite de inmediato a los tendidos que jalonaron los tres lances con mucha emoción y entusiasmo.
 
Y para demostrar ese agradecimiento con la afición se encargó del tercio de banderillas, las cuales coloca, a pesar de que no es su fuerte, con mucha soltura y conocimiento, incluido el tercer par al violín, que fue magistral por su belleza y colorido. Ya en el último tercio las cosas fueron a otro cuento pues el toro se refugió en las tablas de las cuales no salió y no permitió siquiera un pase, pues huía de manera descarada cuando Rivera Ordóñez le dejaba la muleta en la cara. Lo mató al segundo intentó y el público le regaló una sonora ovación por sus deseos y voluntad.
 
Un detalle que no se puede dejar inadvertido es el de la colaboración de este torero español con sus compañeros de lidia. Siempre estuvo pendiente del más mínimo detalle y en el momento de la cogida de Rincón fue el primero en saltar al ruedo para tratar de quitarle el toro al maestro. De igual forma con el bogotano Ramsés.

Ramsés

Y hablando de Ramsés estuvo muy bien puesto frente a sus dos ejemplares con los que porfió y porfió pero sin lograr su cometido. Si es complicado y difícil para un matador como Rincón darles lidia a dos marrajos como los lidiados el domingo, qué se le puede pedir a un joven como Ramsés, que apenas está empezando prácticamente su carrera. Habrá que esperar y con el tiempo con toda seguridad habrá un diestro con mucha capacidad pues el valor y las ganas sí que las tiene de verdad y le sobran a raudales.

El Juli, Manzanares y Bolívar

Última corrida de la temporada, en la cual la Corporación Taurina de Bogotá ha confeccionado uno de los mejores carteles de toda América: Julián López, El Juli, José María Manzanares y el colombiano Luis Bolívar, terna que, no hay duda, llenará las plaza hasta las banderas. Lidiarán un encierro de Juan Bernardo Caicedo con peso y trapío, características propias de esta buena ganadería.