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Édver Fajardo (a la derecha), un desertor de las Farc, considerado el testigo estrella de este sonado caso apareció de manera sorpresiva este martes para dar su versión. FOTO: FABIO POSADA / SEMANA

JUDICIAL

Sorpresiva aparición del testigo estrella en el juicio de Jamundí

Un desertor de las Farc, cuya declaración incriminaría al coronel Byron Carvajal con el narcotráfico, se presentó este martes ante el juez que lleva el juicio por la masacre de una unidad elite de antinarcóticos. Un corte en el fluido eléctrico interrumpió la audiencia.

Fabio Posada
30 de enero de 2007

La inesperada aparición de Édver Fajardo, un desertor de las Farc, considerado el testigo estrella de este sonado caso pues con su testimonio vincularía el accionar de los militares con intereses del narcotráfico, espantó la monotonía con que se desarrollaba la sexta semana del juicio por la muerte de 10 policías y un civil a manos de miembros del Batallón de Alta Montaña en mayo de 2006, cerca del municipio de Jamundí al sur del Valle del Cauca.

La Fiscalía incluyó a Fajardo, en su escrito de acusación de octubre pasado, como un testigo protegido con el que busca demostrar que el coronel Byron Carvajal tendría vínculos con Wilson Figueroa. Este es un oscuro personaje al que la Policía judicial colombiana le adelanta una investigación por narcotráfico. Figueroa trabajaría con una red de traficantes de Bogotá y sus envíos de droga, por lo general, estarían dirigidos hacia Europa. (Ver artículo relacionado ‘Guerra sucia’ – Edición 1289)

Luego de la pausa de fin de año se conoció que Fajardo abandonó el sistema de protección de testigos y el 26 de diciembre se presentó ante el notario segundo de Cali. Allí rindió una declaración juramentada donde señala al fiscal Javier Tamayo y al oficial de la Dijín, Eliécer Camacho, de haberlo secuestrado y, bajo amenazas contra su vida, obligado a declarar contra el Ejército.

En el mismo documento Fajardo sindica al senador Luis Élmer Arenas y a un extranjero, al que sólo relaciona con el nombre de Terry, de haberle ofrecido la suma de 50 millones de pesos para que declarara contra los militares.

Edmundo López, juez cuarto penal que lleva el caso de Jamundí, dijo en su momento que no tendría en cuenta la declaración de Fajardo, que le fue presentada en su despacho por un asesor de la defensoría militar, mientras no se presentara personalmente el testigo. Pues eso fue lo que sucedió esta mañana, cuando sin previo aviso, la defensa de los militares pidió al juez que detuviera la audiencia para que recibiera el testimonio de Fajardo, quien se encontraba en el recinto.

El juez dio la palabra a la Fiscalía para conocer su postura frente a la petición de la defensa. Javier Tamayo, quien lidera el equipo de cuatro fiscales, dijo no tener ningún problema pero hizo tres peticiones. La primera es pedirle al Ministerio de Defensa una constancia para establecer si la Tercera División o la Tercera Brigada, mantienen protegido a Fajardo y su familia, como se especula. De ser cierto Mindefensa deberá aclarar si estas guarniciones tienen autorización para tal efecto y si existe algún sistema de protección a testigos en el fuero militar.

La segunda petición es que se inicien las investigaciones de oficio contra el propio fiscal Tamayo, el mayor Camacho de la Dijín, el senador Luis Élmer Arenas y Terry, quien se presume de nacionalidad norteamericana. La Fiscalía realizaba su tercera petición cuando la sala quedó totalmente oscura, una falla en el sistema eléctrico del Palacio de Justicia de Cali, que será reparado durante esta tarde, obligó a posponer la audiencia hasta mañana.

El miércoles será un día crucial para el juicio pues si el juez acepta interrumpir la audiencia para escuchar el testimonio de Édver Fajardo, este hombre tendrá que definir cuál de sus dos versiones es la real.

Nuevas pistas

Durante la semana pasada el juicio de Jamundí no avanzó mucho gracias a los cinco días que lleva en el estrado, José Nelson Pérez, experto en balística y uno de los principales testigos de la Fiscalía.

Entre todo lo que ha dicho, llama la atención el análisis del tipo de armas que portaban los militares, y que usaron contra los detectives de la Dijín, en la tarde de 22 de mayo de 2006. El balístico explicó, por ejemplo, que el fusil de asalto utilizado por uno de los soldados, contaba con una mira telescópica cuyo alcance supera los 100 metros. Con este accesorio un tirador promedio puede disparar desde la portería sur del estadio El Campín, a una persona ubicada en el arco contrario, y acertarle sin mayores dificultades.

Conocer el poder de este implemento llenó de estupor al público, pues días antes, Vicenzio Bonilla, otro perito de la Fiscalía, reveló mediante planos y fotografías, que la distancia entre los militares y los detectives de la Dijín, no superaba los 70 metros al momento de los disparos que segaron las vidas de estos últimos.

Pero esa no es la única novedad que, por estos días, altera el pausado ritmo con que se desarrolla este importante juicio. El miércoles 17 de enero, en la carretera que une a Girardot con Melgar, la Policía de Carreteras detuvo a una pareja que viajaba en un Renault 18 de color negro. Al registrar el vehículo los agentes encontraron 200 granadas de mano, material de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, encaletadas en las puertas y bajo los asientos.

La pareja fue puesta a disposición de la Fiscalía para que los procese por tráfico y porte ilegal de armas. Esta captura no tendría nada de especial, entre las decenas de procedimientos rutinarios que se hacen en todo el país, sino fuera porque al revisar los documentos de identidad de los detenidos, los investigadores descubrieron que tenían en sus manos a un ex militar.

Se trata de Pablo Emilio Mahecha, hermano menor del sargento Luis Eduardo Mahecha, el hombre que dirigió la operación de inteligencia del Batallón de Alta Montaña, que terminó con la muerte de 10 policías y un civil el año pasado en Jamundí.

El sargento Mahecha está llamado a declarar como testigo de la defensa de los militares. Sin embargo, su participación en la masacre será revelada en los próximos días, cuando suba al estrado Fabián Ronquillo, experto en comunicaciones del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía.

Este especialista trae como evidencia un estudio de las llamadas telefónicas del celular de Mahecha. Allí está la clave, según la Fiscalía, para entender que fue este sargento quien dio aviso de la llegada del grupo de policiales al teniente Harrison Castro, que lideró la emboscada, gracias a que sostuvo comunicación fluida con el informante que acompañaba a los hombres de la Dijín y que fue muerto junto con el comando elite.

De acuerdo con los reportes entregados por los operadores de celular, el perito en comunicaciones del CTI ubicó el lugar donde se hallaba cada persona y la hora de las llamadas. De esta forma podrá establecer que el sargento Mahecha estuvo el 21 y el 22 de mayo del año pasado en Potrerito, muy cerca del lugar del crimen, y que la última llamada se habría realizado cinco minutos antes de comenzar la balacera.

Ninguno de los hermanos Mahecha sigue activo en el Ejército. No se tienen datos de por qué o cuándo Pablo Emilio salió de las filas castrenses, pero de Luis Eduardo, el sargento, se sabe que estuvo hasta septiembre de 2006, cuando fue llamado a calificar servicios. Hoy se desconoce su paradero.

La Fiscalía deberá determinar hasta qué punto los Mahecha están implicados en la masacre y qué tan significativo es su aporte, para destapar la verdad de lo que ocurrió en Jamundí.