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Nicolas Sarkozy, presidente de Francia.

INTERNACIONAL

Tras el polémico ‘intercambio humanitario’ realizado en Libia, ¿Sarkozy logrará liberar a Ingrid?

Ahora que en Colombia se habla de la liberación de la ex candidata presidencial -en poder de las Farc- con la posible participación del presidente francés y su primera dama, vale la pena recordar cómo fue el caso de las enfermeras búlgaras que soltó el régimen libio después de 8 años de “prisión”.

Andrés Ospina, París (Francia)
6 de agosto de 2007

Esta impresionante historia gira alrededor de cinco enfermeras búlgaras y un médico palestino, acusados en 1999 de haber inoculado el virus del sida a por lo menos 400 niños en un hospital de Libia. Condenados a muerte por un “tribunal” libio, la pena capital sería para ellos solamente el fin de las torturas, violaciones y tratos denigrantes de que fueron víctimas los considerados en Europa como rehenes y no como prisioneros. La calificación parece adecuada si se tiene en cuenta la lentitud del “proceso”, la indignidad de los tratos y, sobre todo, el hecho de que la causa de la contaminación no había sido ni la intención ni la negligencia de las enfermeras y del médico, sino la ausencia de condiciones higiénicas y técnicas adecuadas para detectar, prevenir y detener a tiempo una contaminación masiva de VIH. Pero aún falta un argumento más para la calificación de secuestrados: al parecer su liberación no fue un acto de humanidad de parte del dictador libio.

La ejecución inminente de la injusta condena hizo movilizar a más de veinte países que prestaron sus buenos oficios por un acto humanitario. Sin embargo el papel que jugó Francia fue fundamental. Algunos días después de la posesión de Nicolas Sarkozy, su esposa Cecilia viajó a Trípoli, la capital de Libia, en una misión humanitaria, que aunque inusual hasta entonces, parecía estar de acuerdo con el rol que normalmente juegan las primeras damas cuando a la política le hace falta corazón (en los negocios y en la política …) Tres días después Sarkozy llegó a Trípoli y la gestión fructificó: Los condenados fueron indultados, liberados y enviados a sus países, por supuesto, después de firmar un documento en el que se comprometen a renunciar a todo recurso judicial por la detención arbitraria y por los tratos recibidos en cautiverio.

¿Por qué accedió Kadhafi?

Las razones parecían convincentes: Muamar Kadhafi tenía el poder de hacerlo, la primera dama francesa fue suficientemente seductora, la condena había generado un escándalo internacional y Libia pretendía mejorar sus relaciones con Europa. El acuerdo incluyó el giro de 461 millones de dólares para las familias de los niños infectados. Francia se haría cargo del hospital de Benghazi especializado en el tratamiento del sida y el servicio médico libio sería mejorado para evitar nuevos incidentes como este.

La visita de Sarkozy a Trípoli fue también la oportunidad para estrechar los lazos entre Libia y Francia. Libia se comprometió ese 25 de julio a comprarles a los franceses un reactor de producción de energía nuclear y un sistema de desalinización de agua de mar. ¿Cómo desaprovechar una visita oficial, aunque “humanitaria” para celebrar contratos? (en los negocios y en la política…) De inmediato, Alemania criticó fuertemente el contrato del reactor nuclear, pero la liberación de las enfermeras y del médico eclipsó las críticas y Sarkozy marcó un éxito en el campo internacional, en el que se creía que nadie igualaría la talla diplomática de Jacques Chirac.

Pero siempre hay alguien que habla de más. El 31 de julio, Saïf Al-Islam Kadhafi, hijo y virtual sucesor del dictador libio, le concedió una entrevista al periódico Le monde, ya que quería “aclarar ciertos puntos”. Las declaraciones del hijo del coronel Kadhafi conmocionaron a la opinión pública y pusieron en aprietos al gobierno francés. Al parecer, algo más que la bonita sonrisa de la segunda esposa de Sarkozy, conmovió al coronel libio.

¿Un intercambio humanitario?

¿“Humanitario” porque se cambian personas por personas o porque es motivado por razones humanitarias?

Según el hijo del coronel, la liberación estaría ligada a dos hechos importantes: la revisión de la sentencia de un tribunal británico que condenó a prisión a perpetuidad al libio Abdel Basset Ali Al-Megrahi, por el atentado contra un avión de la compañía estadounidense Pan Am en 1988 y que causó 270 muertos en Lockerbie (Escocia). Este antiguo agente de los servicios secretos libios fue autorizado, el 28 de junio, por una comisión independiente escocesa a apelar por segunda vez su condena ya que “podría haber sido víctima de un error judicial”. El presunto terrorista libio podría ser entonces extraditado a Libia donde seguramente sería liberado. Se trataría de una de las últimas gestiones de Tony Blair, quien días antes de entregar el poder viajó a Trípoli a entrevistarse con el coronel libio.

La otra contrapartida por la liberación fue, según el hijo de Kadhafi, un importante contrato de armamento acordado entre Paris y Trípoli. Francia suministraría a Libia mísiles antitanque Milan por 100 millones de euros y se comprometería al suministro y mantenimiento de armas y equipos militares. “El acuerdo incluye ejercicios militares conjuntos, evidentemente”, agregó en su entrevista Kadhafi Junior.

Y aquí comienza una carrera de informaciones encontradas y de versiones de un escándalo que aun no se ha terminado de aclarar.

“No, ninguna”

La primera declaración oficial la hizo el ministro de asuntos exteriores Bernard Kouchner (desertor socialista) quien dijo en la plenaria de la Asamblea Nacional que no hubo ninguna contrapartida por la liberación y que los reactores de energía nuclear serían importantes para la “desalinización del agua de mar” en Libia. Kouchner dijo que no sabía nada sobre un supuesto contrato de armamento, lo que generó la critica (burla) de sus antiguos colegas socialistas, quienes se asombraron de que el ministro de asuntos exteriores no estuviera al tanto de lo que sería el primer contrato de armamento con Libia después del levantamiento del embargo internacional en el 2004.

Al día siguiente, el Presidente Sarkozy respondió a los periodistas “No”, “ninguna” frente a las preguntas de si existía un contrato de armamento firmado con Libia y si había alguna contrapartida a la liberación de las enfermeras y del médico. “Me parece un poco lacónico Nicolas Sarkozy, él, a quien le gusta tanto hablar… » declaró de inmediato el porta voz del grupo socialista en la Asamblea Nacional. Por su parte, el mismo día, 1 de agosto, un portavoz del ministerio de asuntos extranjeros británico, negó todo vínculo entre la decisión judicial sobre el ex agente secreto libio y la liberación de las enfermeras.

Presionado por los socialistas, el Ministro de Asuntos Exteriores confirmó el 2 de agosto que ningún contrato de armamento o un giro de dinero fueron la causa de la liberación, pero no descartó « eventuales negociaciones comerciales” con Libia.

“Me imagino que es cierto”

Pero la agencia francesa de prensa (AFP) puso en dificultad al gobierno francés el 3 de agosto, cuando afirmó que según una fuente oficial libia, el contrato de compra de mísiles antitanque Milan, sí existiría y que el monto sería de 168 millones de euros. Incómodo, el portavoz del palacio del Eliseo solamente declaró: « me imagino que es cierto” pero “yo no lo confirmo, mi trabajo no es comentar los acuerdos comerciales”

Obligado a hablar, el ministro de Defensa Hervé Morin dijo que esos contratos no estaban formalmente firmados y que lo único que había eran unas “cartas de intención” de Libia para comprar armas y mísiles antitanque, pero que dichos acuerdos no tenían “ningún vínculo” con la liberación. Pero de presuntas cartas de intención, ese mismo 3 de agosto se pasó a contratos firmados: el grupo de aeronáutica y defensa EADS declaró que el contrato había sido firmado luego de “18 meses de negociaciones” y que solamente estaban esperando la firma del cliente libio. Otro contrato se estaría discutiendo para la entrega de un sistema de radio militar.

El 4 de agosto un dirigente del grupo EADS aseguró en una entrevista televisiva (Europa 1) que el contrato de venta de mísiles no estaba dentro del orden del día de la visita de Nicolas Sarkozy a Libia, pero dijo, sin embargo, que «una visita presidencial crea siempre un clima favorable » para la conclusión de negocios.

¿Simple coincidencia?

En menos de una semana el contrato de armamento para Libia pasó de no existir a ser una simple carta de intención y finalmente a un contrato firmado a medias pero que “en nada influyó” en la liberación de las enfermeras y el médico. Las versiones oficiales encajan en lo que sería una simple coincidencia, ya que las negociaciones entre Paris y Trípoli habrían comenzado con Jacques Chirac.

Sin embargo el hijo del dictador libio denuncia un embargo no escrito, que habría impedido el suministro de armas a Libia después del levantamiento del embargo internacional en el 2004. Para Saïf Al-Islam Kadhafi el acuerdo al que se llegó con Sarkozy fue destrabar y acelerar la firma de los contratos, algo que ocurre, extrañamente, dos semanas después de la liberación.

Ahora la oposición francesa (comunista, socialista) reclama la creación de una comisión de investigación parlamentaria para desentrañar la verdad sobre los acuerdos de Sarkozy con el coronel Kadhafi. Sarkozy asegura que está de acuerdo con la creación de dicha comisión de investigación. ¿No sería más fácil que él respondiera a las preguntas de los periodistas con algo más que “no” y “ninguna”?

Pero como lo único que no vuelve atrás es el agua de los ríos, este sábado 4 de agosto, el propio autor del escándalo, el hijo del coronel Kadhafi, volvió a hablar. Ahora asegura que el contrato de armamento no es una contrapartida a la liberación y que es “inadmisible que un tal asunto sea el objeto de un trueque”. Para él, el escándalo es simplemente el resultado de los celos que causó el éxito de la gestión humanitaria de Sarkozy. ¿Reprimenda paterna?

Independientemente de los resultados de las investigaciones sobre esta diplomacia del trueque hay tres cosas que quedan claras:

El contrato (los contratos) existe y es jugoso. Se trata de contratos legales, ya que a partir del levantamiento del veto a Libia en el 2004, el suministro de armas a ese país está permitido. Sin embargo ¿es moralmente aceptable surtir de armamento a un régimen dictatorial, con una importante tradición de terrorismo con auspicio oficial y que mantuvo secuestrados a las cinco enfermeras y al médico durante ocho años, sometidos a vejámenes indescriptibles? Ciertamente no, pero en los negocios y en la política…

También queda claro que Libia es, a pesar de todo, un atractivo destino de hombres de negocios. Después del levantamiento del embargo otras sociedades de armamento, británicas, rusas y francesas han coqueteado con el “líder” Kadhafi. Pero también el petróleo libio es atractivo: al menos 20 países, entre ellos Israel, compiten en Trípoli por la búsqueda de concesiones petroleras. Con tanto petróleo, ¿para qué necesita Libia la energía nuclear francesa? Razones ecológicas seguramente.

También queda claro que la libertad de las personas sigue siendo causa de contratos y fuente de riqueza. En Libia, muchos inocentes morirán de sida y otros con un arma en la mano.