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Víctor García de la Concha (derecha), presidente de la Asociación de Academias de la Lengua, le entregó a Gabo el primer ejemplar de la nueva edición de Cien años de soledad. (Foto: Juan Carlos Sierra/ SEMANA)

CONGRESO DE LA LENGUA

Un García Márquez pletórico presenta la nueva edición de Cien años de soledad

Gabriel García Márquez recibió en la mañana de este lunes en Cartagena una larga ovación de todos los asistentes al IV Congreso Internacional de la Lengua Española. El certamen se inició con la presentación de la novela que el propio autor revisó

Catalina Gómez / Enviada Especial a Cartagena
26 de marzo de 2007

Gabriel García Márquez recibió en la mañana de este lunes un homenaje que en su fecunda vida como escritor sólo es comparable al día en que obtuvo el Premio Nobel de Literatura. La Asociación de Academias de la Lengua Española presentó, en el marco del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, una edición de Cien años de soledad revisada por el autor. El festivo acto literario se realizó en el Centro de Convenciones de la Ciudad Heroica. Y de inmediato, al filo del mediodía, se puso a la venta en todas las librerías del mundo el volumen con una tirada de un millón de ejemplares.

Semejante homenaje sólo ha ocurrido en la historia de la lengua castellana en dos ocasiones. La primera fue con El Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra.
 
La ceremonia terminó convertida en uno de los mayores tributos que un idioma jamás le haya rendido a uno de sus escritores. Fue como si Gabriel García Márquez encarnara al castellano mismo. Como si a través de sus libros el español tomara vida y todo el mundo se rindiera ante él.

La llegada de García Márquez al Centro de Convenciones anticipó todo lo que vendría después. Al percatarse de su presencia los asistentes comenzaron aplaudir intensamente hasta el punto de que el escritor tuvo que agradecer el gesto levantando las dos manos, tal como lo hizo cuando recibió ya hace 25 años el premio Nobel de Literatura en Estocolmo. Para el público, la presencia de los Reyes de España, del ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y de muchos de los mejores escritores de lengua hispana, entre ellos Carlos Fuentes, Tomás Eloy Martínez, Antonio Muñoz Molina y Enrique Vila-Matas, era una cuestión menor.
 
Incluso el presidente de Panamá y muchos de los ex presidentes colombianos (Betancurt, Pastrana, Samper y Gaviria) se encontraban allí para mostrarle su respaldo. Era como si allí todo el mundo perteneciera a una categoría menor a la del maestro de la lengua al que se le iba a rendir homenaje. Así se lo hizo sentir, entre otros, Muñoz Molina, miembro de la Real Academia Española, quien contó como la lectura de Cien años de soledad cuando tenia 18 años había cambiado su relación con la literatura. “Es el libro el que crea a los lectores, y fueron muchos los lectores que nacieron gracias a esta obra”, dijo.

Mientras tanto García Márquez sonreía. No paraba de hacerlo. Se le veía feliz. “Ni en el más delirante sueño me hubiera imaginado yo”... así comenzó el discurso que tomó por sorpresa a más de uno de los presentes. En un principio se había anunciado que sólo se limitaría a agradecer el homenaje. Pero no, García Márquez se puso de pie, sacó sus hojas de un sobre rojo -donde su esposa Mercedes se las había guardado- y empezó a hablar de lo que significaba para él que se pusieran a la venta en toda Iberomérica un millón de copias de la edición de Cien años de soledad que reeditaron las academias de la lengua en asocio con Santillana.
 
Una edición revisada por el autor, en tapa dura y con textos de Álvaro Mutis, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, entre otros, que se puso a la venta después de que Víctor García de la Concha, presidente de la Real Academia de la Lengua, le hiciera entrega al autor una copia de la primera edición.

“Esto es la demostración de que hay millones de lectores en la lengua castellana”, dijo García Márquez, quien también le rindió homenaje a ese lector desconocido de sus libros, a ese lector al que él, como escritor, “le quiere hacer la vida más feliz”. Pero también contó las anécdotas sobre las historias detrás de la escritura de esta obra maestra de la narrativa contemporánea. Por ejemplo, leyó: “ Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar la tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo” y dijo que después de terminar de escribir ese párrafo no sabía que más iba a pasar.
 
Mercedes aprobaba con la cabeza todo lo que su esposo decía. “Podemos pagarle todo dentro de seis meses” recordó García Márquez que Mercedes le dijo al dueño de la casa donde vivían durante el tiempo que él escribía Cien años de soledad. “Todavía no sé como hizo Mercedes para sacar la plata”, aseguró García Márquez, lo que provocó la risa de todo los asistentes. Contó cómo tuvo que dividir el paquete con el manuscrito de Cien años de soledad que iba a enviar a la Editorial Suramericana, en Buenos Aires, porque no tenían plata para mandarlo entero. Al final se equivocaron y mandaron el sobre que contenía la segunda parte de la novela.
 
Muchas de estas eran historias que tal vez ya se conocían pero que contadas por él sonaban nuevas. Como sonaban inéditas las anécdotas que recordó Carlos Fuentes sobre su amistad con García Márquez: Cómo lo había conocido, cómo había sido testigo de ese día cuando Gabo se dio cuenta que por fin tenia clara en su cabeza la historia que quería contar desde que tenía 17 años.
 
La historia que dio origen a Cien años de soledad , esa obra ante la que todo la comunidad de habla hispana se rinde ante ella. Esa obra que hizo que Gabo sea la representación del castellano en el mundo.

En el acto de este lunes, García Márquez a través de varias anécdotas rememoró una travesía anecdótica de esos 18 meses en los que tardó en escribir la novela. Luego intervino el escritor mexicano Carlos Fuentes que con un precioso texto elevó en todos los sentidos a la novela de Gabo.

García Márquez, que vestía traje de lino blanco y corbata de colores, lució pletórico en el homenaje.“Gracias, gracias”, se le oyó decir a Gabo en varias ocasiones, cuando salió del auditorio junto con su esposa Mercedes Barcha. Y en toda la ciudad se sentía con emoción el inicio de lo que sería una fiesta maravillosa.