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Un modelo de desarrollo

El proyecto Nasa surgió por un sacerdote de la comunidad Paez que sólo buscaba limar asperezas por intereses políticos. Hoy, 20 años después, se ha convertido en un proyecto de vida digno de resaltar.

29 de febrero de 2004

Una mañana, los habitantes de Toribío y Jambaló se despertaron con militares y policías que custodiaban sus calles. Esta noticia habría causado cierta sensación de tranquilidad en muchas poblaciones que están entre el fuego cruzado de los grupos armados, pero para los paeces significa una violación a su autonomía, sus creencias y a su organización.

Ellos saben que se pueden defender solos y por otros métodos, como lo demuestran hechos que los hacen cada vez más resistentes al olvido en que la historia los ha tenido durante siglos. Un juicio contra un militar del Ejército, la frustración de un secuestro masivo por parte de las Farc, grandes marchas de protesta por la muerte de sus líderes y la insistente reafirmación de su identidad son logros que los muestran como una etnia fuerte y decidida a sobresalir nacional e internacionalmente.

La semana pasada recibieron el Premio Ecuador en Kuala Lumpur (Malasia), que entrega la Iniciativa Ecuatorial de las Naciones Unidas y que premia proyectos comunitarios que fomenten el aprendizaje de las comunidades, generen conocimientos, mejores condiciones de vida y avances concretos en la lucha contra la pobreza. Todos esos requerimientos los cumplió el Proyecto Nasa, que surgió en Toribío, un resguardo al norte del departamento del Cauca, donde a pesar de ser centro del conflicto entre grupos armados, sus habitantes tienen como principal propósito la convivencia pacífica y la conservación del medio ambiente.

"No nos hemos inventado nada nuevo, es solo tratar que la gente piense organizadamente", explica Ezequiel Vitonás, que viajó a Malasia en compañía de Nelson Lamus, otro líder de la etnia, a recibir el galardón. El Proyecto Nasa surgió en 1980 como solución a la división que se presentaba entonces por razones políticas e intereses partidistas entre los resguardos de Toribío, San Francisco y Tacueyó. Su promotor, el sacerdote paez Álvaro Ulcué Chocué, se encargó de convertirlo en un proyecto de vida que trata de promover la lucha contra la pobreza, el desarrollo humano y el medio ambiente, teniendo como base la comunidad.

El Proyecto Nasa parte de tres componentes: la educación, la participación comunitaria y el desarrollo de programas que abarcan todos los aspectos de la vida. Por ejemplo, en el campo económico han desarrollado un sistema justo y equitativo creando proyectos comunitarios "donde la plata no se la distribuye una rosca", dice Vitonás, sino que los recursos son dirigidos a un fondo social para beneficio de los más necesitados, que aunque como agrega "somos todos, hay unos que necesitan más ayuda que otros", con lo que se crea la que ellos llaman economía solidaria.



En la parte cultural, la reafirmación de su identidad es otro punto clave, pues ha sido un constate motivo de lucha de los pueblos indígenas americanos desde que se vieron amenazados con la llegada de los colonizadores. "Piensen como indígenas, actúen como indígenas, ámense como indígenas y defiéndanse como indígenas", dijo alguna vez Ulcué Chocué, asesinado en Santander de Quilichao en noviembre de 1984.

La parte ambiental, donde el proyecto ha recibido un gran reconocimiento, parte de la misma proyección de valores e inculca al indígena que no se sienta el dueño de la naturaleza sino que haga parte de ella. Para su conservación promueven el respeto por el agua aislando y protegiendo los nacimientos, han creado zonas de reserva natural, pozos sépticos, plantas de tratamiento y un sistema de reciclaje de basuras. Así como el aislamiento de los sitios sagrados, lo que de nuevo lleva a la necesidad de recuperar y fortalecer la identidad.

La política es una actividad que depende ciento por ciento de la comunidad. Se ha hecho un plan de desarrollo participativo donde se trazan estrategias, se hacen planes y proyectos, así como la distribución de los recursos en asamblea pública. De esa manera, las juntas de acción comunal distribuyen el dinero evitando la corrupción y tratando de reconstruir una ética pública. También hay una posición crítica constructiva, para lo que la población se capacita "y cuando la gente la embarra, también se hace juete comunitario o castigo público", dice Lamus.

Es así como los paeces, con más de 100 mil integrantes agrupados en 16 cabildos, logran convivir y sobresalir como una comunidad fuerte y decidida, hasta tal punto que sus acciones son reconocidas y premiadas. Y no es solo el Premio Ecuador o el Premio Nacional de Paz que se ganó en el año 2000, son los hechos que los hacen admirables y sorprenden cada día más a quienes, con un modelo de vida tradicional y aparentemente indicado, no logran la liberación de los secuestrados o hacen renunciar a los gobernantes que no cumplen a cabalidad con su trabajo.