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Uribe sedujo a la Costa Caribe

A diferencia del 2002, el Presidente Uribe ganó en seis de los departamentos del caribe e incrementó en 400 mil su votación. Pero Gaviria Díaz también ganó y su votación envía un mensaje diciendo es la hora de acabar con desigualdades inmemoriales.

Tadeo Martínez
28 de mayo de 2006

A diferencia de los departamentos del Atlántico y de la Guajira, donde el Presidente no fue reelegido, en los demás departamentos de la Costa Caribe el presidente Uribe ganó de manera contundente, incluido el archipiélago de San Andrés y Providencia.

¿Por qué dio la Costa ese viraje hacia un candidato neoconservador, siendo la región caracterizadamente liberal? ¿Por qué un candidato de centro izquierda como Carlos Gaviria obtiene una votación de más de quinientos mil votos?

Uribe se multiplicó en la Costa Caribe, que en estas elecciones le aportó cuatrocientos mil votos más. En el Cesar, Uribe obtuvo 80.000 votos más que en el 2002 y alcanzó a obtener el 66 por ciento de la votación, cuatro por ciento por encima del promedio nacional. Igualmente, en Bolívar obtuvo 86.000 votos más, en Sucre pasó de 58.631 a 113.000, (casi dobló la del 2002) y en Magdalena, donde había ganado por pocos votos, incrementó su votación en 25.000 más con relación al 2002. Pero el departamento que más aumentó la votación es Córdoba, derrotando, no a Serpa, sino a Juan Manuel López Cabrales, que se ha consolidado como el gran elector liberal.

Cuando Uribe fue elegido en el 2002, las únicas carreteras de la Costa que se podían recorrer y no precisamente gracias al accionar del Estado, eran las de Córdoba. Las AUC habían ‘liberado’ territorios ante la indiferencia del Estado ante la indefensión de ganaderos empobrecidos y acribillados por la guerrilla. A Valledeupar no se podía ir por carretera desde ninguna otra ciudad de la Costa; a Ríohacha, desde Santa Marta, tampoco se podía ir sino se llevaba un Cristo y un rosario, amén de haberse encomendado a todos los santos posibles.

Uribe recuperó las carreteras por las que circulan los camiones de ganado que surten las ferias ganaderas de Medellín, Montería, Valledupar, Barranquilla, Fundación, Cartagena y Sincelejo. Saber que era lo que le dolía a la Costa y realizar algunas inversiones en infraestructura (los sistemas integrados en Barranquilla y Cartagena, puentes y carreteras en Córdoba), son puntos que sumaron a favor del Presidente y que nadie más podía capitalizar. Hasta las novias de sus hijos son costeñas, una es de Sahagún y la otra de padres monterianos.

Sólo en el Atlántico y la Guajira la tendencia fue diferente. Los resultados son sorprendentes para los observadores, especialmente en el Atlántico (ver artículo relacionado), donde votó por Gaviria una clase media profesional que no ve con buenos ojos un gobierno unanimista políticamente y con una marcada tendencia a favorecer iniciativas que han terminado enriqueciendo a los más ricos.

Pero más allá de las interpretaciones sobre las afinidades políticas, una posible explicación para los pobres resultados de Uribe en el Atlántico y la Guajira es que estos departamentos son los menos afectados por el accionar guerrillero y donde la economía agropecuaria no pesa tanto en su producto interno bruto como en los departamentos del Cesar, Magdalena, Bolívar, Córdoba y Sucre, donde los resultados electorales para el Presidente fueron tan arrolladores.

El voto de izquierda

Pero así como Uribe obtuvo en la Costa esa votación que supera el millón cien mil votos, Carlos Gaviria Diaz también supo llegar a un buen número de ciudadanos de esta región, al obtener más de quinientos mil votos. ¿Si la costa es tan conservadoramente liberal y tan apegada a la tradición, de dónde sacó para aportarle a la izquierda democrática el 20 por ciento de la votación obtenida en estas elecciones inéditas? Posiblemente esa votación sea el resultado de un voto útil ante la debacle de Serpa.
 
Pero también es un voto antiuribe. Quizá es un voto de una región que ha crecido urbanamente y padece inequidades acumuladas durante décadas mientras el resto de la Nación se educaba.
 
Hoy son menos los hijos de las familias de la Costa los que asumen el viaje hacia el interior para estudiar una carrera. En Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, Montería y Valledeupar hay universidades con una población en pregrado cercana a los doscientos mil estudiantes, la población escolarizada ha aumentado, los medios de comunicación tradicionales y los no tradicionales llegan hoy a más personas permitiendo que los discursos democráticos de políticos como Gaviria, Petro, Navarro, Garzón y Mockus, entre otros, aumenten el abanico de opciones anteriormente no consideradas.

El caso de Serpa y la contundente derrota del liberalismo se puede explicar con la parábola del caracol: los políticos tradicionales vieron en Uribe la posibilidad de continuar conservando su poder, poder que habían obtenido durante años en la casa liberal. Mientras vivieron en ella fueron pródigos, se apoderaron de todo lo que había en la casa y a la hora del hundimiento, cada uno salió como pudo y se llevó lo que tenía a la mano: privatizaciones, burocracia, concesiones, contratos y mucho cinismo. Del liberalismo sólo queda el eco que se da al interior del cascarón de un caracol abandonado en una playa desierta.