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Votar no: la respuesta inteligente

Héctor Pineda S.*
27 de julio de 2003

No nos digamos mentiras: el presidente Uribe prometió utilizar la figura del referendo para propiciar, con la participación de la ciudadanía, cambios en las costumbres políticas, cerrarles el paso a los politiqueros y combatir la corrupción. Ese era el énfasis y la "almendra" del referendo.

Sin embargo, la propuesta que el gobierno radicó en el Congreso de la República el 7 de agosto del 2002 sufrió severas mutaciones. Del texto, como por arte de magia, desapareció la iniciativa de Congreso unicameral y la revocatoria de los actuales congresistas. Entonces, sin lo sustancial, sin atractivos para una opinión pública hastiada de la corrupción, de la violencia y de las trampas de nuestro sistema electoral, el Congreso de la República -"admirable" según el Ministro Londoño- aprobó la Ley 796 de 2003 cargada de temas poco pertinentes, de recursos politiqueros para "jalar votos", de sutiles artimañas para inducir a los votantes a la votación afirmativa y, lo más grave, con unos textos intrincados y farragosos en los cuales se extravía, sin remedio, el sentido y la eficacia del combate a la corrupción y, al igual que el gato, aprobaron los textos que pretenden ser la tierrita adicional para tapar el "hueco" fiscal.

Pero la Corte Constitucional, en el examen que le hizo a la ley de convocatoria del referendo, en lo que le compete, empezó a poner las cosas en orden. Le dijo NO a los numerales 10 (supresión de personerías), 16 (dosis mínima), 17 (extensión de período para alcaldes y gobernadores), 19 (voto en bloque) y a las facultades presidenciales para nombrar representantes de grupos desmovilizados en las corporaciones públicas de elección popular. Adicionalmente, aunque sigue siendo recurso de las encuestas de opinión y de los diseños de los modelos institucionales de tarjeta electoral, ordenó la Corte suprimir las notas introductorias y títulos de cada una de las preguntas. La Registraduría, entonces, no puede salirse de los parámetros fijados por la Corte Constitucional a riesgo de que el referendo se caiga por la inconstitucionalidad de la tarjeta electoral.

En síntesis, el mensaje contenido en la decisión de la Corte Constitucional es claro: ordenó quitarle el carácter plebiscitario y el "poncho de la seguridad democrática" al texto del referendo. En otras palabras, de manera inteligente, el tribunal constitucional sustrajo el referendo del lugar equivocado de consulta a favor o en contra del presidente Alvaro Uribe. La sentencia, ni más allá ni más acá, preserva el mecanismo del referendo del abuso de los poderes constituidos. Aclara que, al igual que la gimnasia y la magnesia, no es lo mismo votar NO que NO votar. Señala, además, que la propuesta de reforma a varios artículos de la Constitución debe ser sometida al escrutinio minucioso, a la lectura cuidadosa y al estudio de los ciudadanos para que desentrañen sus alcances, su eficacia y sus efectos sobre el diario vivir de los colombianos en la lucha contra la corrupción y el combate a la politiquería.

Insistir, entonces, en promover la participación y concurrencia a las urnas con invocaciones y recursos retóricos que nada tienen que ver con la letra escrita del texto que quedó de la "peluqueada" de la Corte Constitucional, además de hacerle la gambeta a lo ordenado por el alto tribunal, es un recurso poco inteligente que le hace el juego a aquellos que se perpetúan en el poder aferrados a los privilegios, a las prácticas corruptas, que conjugan la máxima de "que todo cambie para que nada cambie", a aquellos que tienen el interés mezquino de que la gente salga a votar a la ciega, sin descubrir las trampas sutiles y los "goles" contenidos en la ley escrita de convocatoria del referendo.

Así las cosas, concitar el fervor y sacar de la apatía a una ciudadanía a la cual se le ha arrebatado el derecho a decidir libremente, es un desafío titánico. La labor de difusión del texto del referendo, la pedagogía y promoción de su estudio y análisis, además de comprometer al gobierno, también obliga a todos los ciudadanos y, más a aquellos y aquellas que, en el camino de la participación, del diálogo y la concertación, han fincado la confianza y las esperanzas de los verdaderos cambios radicales en la construcción de la paz y del quehacer económico, social y político de nuestra patria.

Allí, en el escrutinio responsable de cada una de las preguntas del referendo, no en otra parte, se debe centrar el debate. No importa lo que el Presidente diga o interprete del referendo, tampoco interesa la pereza argumental de los "ciegos defensores" o las consignas simples con los que sus detractores lo despachen. Lo verdaderamente inteligente, en nuestro sentir, está en desentrañar lo que dice la letra y la prosa del texto del referendo.

Adicionalmente, percibimos que en la dinámica del referendo se encuentra una excelente oportunidad, un buen pretexto para construir ciudadanía, para organizar y cohesionar colectividad para el cambio. Es un momento de democracia para abrir escenarios de construcción colectiva de lo público, para sacar del ámbito de los "especialistas" y de los "expertos" el debate y la construcción de nuestras reglas de convivencia. En síntesis, es la "papaya" para edificar entre todos, sin exclusiones autoritarias, el modelo de Colombia respetable y respetuosa para propios y extraños.

Aferrados a los postulados anteriores, la campaña del Comité Ciudadano Promotor del Voto por el "NO", si las garantías y condiciones así nos lo permiten, se realizará no contra el Presidente, no contra el gobierno, ni mucho menos contra la respetable conducta de los abstencionistas, sino que la enmarcaremos en dilucidar el sentido de la letra de cada pregunta, de cada parágrafo, de cada frase del texto del referendo y así, entregar los elementos de juicio necesarios para que los ciudadanos y ciudadanas, con los ojos abiertos, opten en uno u otro sentido.

A la campaña pedagógica que se zambulle en la complejidad del texto del referendo, que evita la trampa de encasillar el debate en el argumento simplista de simpatía o aversión a lo que presidente Uribe hace o deja de hacer, que tiene la pretensión de contribuir a la efectividad del primer ejercicio nacional de democracia participativa en Colombia, que respeta y controvierte con altura los argumentos de las otras opciones, que desliga el resultado del referendo de una eventual crisis de gobernabilidad, con sencillez, la hemos denominado "la respuesta inteligente". Ese, no otro, es el reto, esa, no otra, es nuestra invitación.

*Ex constituyente / Comité Ciudadano Promotor del Voto por el "NO"

yovotono@hotmail.com