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| Foto: Semana.com

FUERA DE SERIE

Westworld y la política colombiana

Semana.com le pidió a un grupo de figuras públicas que hicieran un resumen del 2016 siguiendo el guión de una de sus series favoritas. Así lo hizo el senador Iván Duque con Westworld.

30 de diciembre de 2016

Todos los habitantes de Westworld son robots preprogramados que están allí para complacer las más exóticas fantasías de sus visitantes. Es un parque temático para millonarios que cuesta 40.000 dólares por día. En él, los ricos, pagan por vivir una experiencia similar al lejano oeste en una especie de realidad virtual en la que son inmunes a todo ataque. Sin importar qué tan torpes sean, qué tan mal lo hagan o qué tanto mal hagan, en Westworld siempre ganan.

En ese mundo un robot no puede matar a un humano, ni un humano puede matar a otro humano porque, al fin y al cabo, se trata de una vida de ficción diseñada para el divertimiento de los clientes y el sometimiento de los habitantes robotizados.

Los habitantes permanentes del parque, los trabajadores de este lugar, los robots –que no saben que son robots– están predirigidos, preprogramados y sin conciencia, pero un día, contra la voluntad del dueño del parque, el doctor Robert Ford (Anthony Hopkins), se tornan conscientes y cambian el sentido de la historia.

Ese es el punto de partida de Westworld, la nueva serie de HBO que prometía ser el reemplazo de Game of Thrones y que resultó siendo la nueva serie revelación del año. Su argumento está basado en la película Westworld, escrita y dirigida por el novelista estadounidense Michael Crichton en 1973.

Pero no voy a tratar aquí de hacer un análisis de la serie, ni un ensayo sobre los riesgos de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial, sólo quiero llamar la atención sobre las  coincidencias entre Westworld y la política colombiana en el año 2016. Nuestro Westworld criollo en el que los robots somos la sociedad colombiana, el dueño del parque es Juan Manuel Santos y los visitantes son los representantes de la política/politiquería tradicional.

Nuestro doctor Ford creyó que Colombia era ese gran parque temático virtual donde todo era posible y empezó a preprogramar a la sociedad, a anestesiarla.

Así fue el primer período del gobierno Santos, con un Congreso completamente robotizado que hacía todo lo que el doctor Ford quería. Él, creyéndose el dueño del parque, influía (e influye) en los medios, utilizaba (y utiliza) los eventos oficiales como publicidad política y quería (y quiere) controlar este parque a su antojo.

Quería borrar la historia criminal de las FARC y quería vendernos una realidad virtual donde la entrega de la institucionalidad, la seguridad y el estado social de derecho  era una virtud y reparto de bondades para un país mejor.

En ese Westworld criollo, contra toda la plata oficial y contra toda la maquinaria del gobierno del doctor Ford, los robots empezamos a tornarnos conscientes y votamos por el No el pasado 2 de octubre. Ese día empezó a cambiar el rumbo de esta historia.

No obstante, como en el parque temático de la serie, sin importar qué tan mal lo hagan, los visitantes millonarios quieren ganar a pesar de la voluntad popular, por lo menos en esta temporada de la serie. Los programadores de Westworld lograron darle la vuelta a la tortilla y quisieron hacer del triunfo del No y del inicio de la toma de conciencia de los ciudadanos un triunfo propio.

Tras el contundente triunfo del No en las urnas siguieron tratando de preprogramar el resultado a su antojo. Y siguieron adelante con el libreto de la serie robotizando las instituciones y desconociendo el contundente pronunciamiento de la sociedad.

Todo lo que pasa en ese mundo parece de nuevo fantasioso. Todo parece sacado de la ficción de 1973 de Michael Crichton. Pero ¿qué puede ocurrir ahora cuando los ciudadanos tomamos conciencia? Aquí la historia también empezó a cambiar.

La sociedad colombiana estaba anestesiada, quería ser robotizada, preprogramada por el director del Parque Temático, pero el triunfo del No del pasado 2 de octubre empezó a cambiar todo. Hoy, pese al desconocimiento del doctor Ford, la sociedad colombiana ya no quiere ser más el parque temático que él maneja a su antojo.

La sociedad colombiana adquirió conciencia sobre la impunidad, la opresión tributaria, la falta de seguridad y el limbo al que nos está llevando el doctor Ford con sus jugarretas. Como esa que nos dijo para llegar al poder en la que aseguraba que no subiría los impuestos.

Trató de borrar de nuestras memorias toda la historia criminal de las FARC, trató de borrar sus propios discursos donde defendía la seguridad, la libertad y el orden. Trató de borrar muchas cosas de nuestra memoria de colombianos. Pero ya una masa crítica de robots empezó a construir un nuevo país fuera del control del doctor Ford.

Empezó la liberación, empezó a surgir un nuevo liderazgo en el que la seguridad, la calidad de vida, el ser humano y la innovación forman un nuevo país. Como a los robots, nos volvieron los recuerdos de aquella época en que la institucionalidad triunfaba sobre la ilegalidad. Cuando la seguridad y el respeto por esa Colombia legal primaba en el país.

El doctor Ford sigue adelante con su plan de dominación, pero la sociedad ya despertó. Ahora nuestro desafío es adquirir esa conciencia y liberarnos del todo el próximo 2018. Ese día  el país tendrá que elegir entre seguir siendo el Westworld criollo o el inicio de la construcción de un nuevo país.