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...y el pitazo final

En septiembre, cuando Pedro Sarmiento tomó las riendas del Cali, ni los aficionados más optimistas pensaban que su equipo iba ganar la final.

Juan Pablo Ossa
13 de enero de 2006

Diciembre 19.

Después de siete años, el Deportivo Cali volvió a gritar campeón. Así rompió una racha de fracasos, un periodo en que las grandes expectativas que envolvían a sus hinchas al comienzo de la temporada, siempre terminaban en frustración. Cada año el Cali aparecía como el principal favorito al título, pero los buenos resultados de las primeras fechas se iban desvaneciendo a medida que avanzaba el campeonato.  A pesar de realizar las mejores contrataciones y de contar con experimentados entrenadores, los caleños tenían que soportar el amargo sabor de la derrota. Mientras sus rivales celebraban nuevos títulos, a  los hinchas del Cali les quedaba el consuelo de tener la mejor nómina, de pertenecer al club más organizado y les tocaba conformarse con la próxima inauguración de su propio estadio.

Hace apenas dos meses parecía que esta historia se repetiría. Cuando comenzó el torneo, el Cali fue uno de los equipos que mejor se reforzó. A su delantera llegaron el goleador de la selección sub-veinte, Hugo Rodallega y el panameño Blas Pérez, quien había sido el mejor jugador del torneo de la B. Para endurecer la defensa trajeron al experimentado Darío Caballero del Cerro Porteño y la creación fue enriquecida con la presencia del chileno Jaime Riveros. Y al banco llegó Jaime de la Pava, el entrenador colombiano más exitoso de los últimos tiempos. Al igual que en los últimos siete años, al principio de la temporada, el Cali tenía pinta de campeón.

Pero después de nueve fechas, su rendimiento mediocre y la escasa paciencia de sus directivos precipitaron la salida del técnico, cuando el equipo se combatía en la mitad de la tabla. Entonces fue contratado Pedro Sarmiento, quien acababa de salir del Atlético Independiente Medellín por malos resultados. Su debut no pudo se peor. El Cali cayó goleado estrepitosamente por el Atlético Nacional. A esa altura del torneo ni los aficionados más optimistas pensaban que su equipo llegaría a la final

Sin embargo, con el correr de los partidos, el equipo empezó a funcionar y los buenos resultados a llegar. Tanto que terminando la primera fase del torneo alcanzaron el primer puesto en la tabla de posiciones. La clave del éxito del Cali fue el buen rendimiento de sus jugadores ofensivos, ya que coincidieron en un nivel excepcional sus dos creativos, Ricardo Ciciliano y Álvaro Domínguez, y sus delanteros, Hugo Rodallega y Blas Pérez, los cuales empezaron a marcar goles en casi todos los partidos.

Apoyados en su fuerte poderío ofensivo, el Deportivo Cali superó al Once Caldas, al América y al Junior en las semifinales. Y a la última instancia llegó como favorito, pues su nómina, nivel futbolístico y su historia superaban por mucho a la del Real Cartagena.  En la cancha esta diferencia se notó. A pesar de sus ganas y de su entusiasmo, en ninguno de los dos partidos, el Real apuró al Cali, quien siempre jugó tranquilo, con la certeza de que el título estaba en su bolsillo. La película parecía tergiversarse y había momentos en que todo se veía como si estuviera jugando el campeón de la primera división contra el campeón de la segunda. Por eso la final no resultó tan emocionante como las anteriores. Paradójicamente, el torneo más parejo de la historia del fútbol colombiano tuvo, quizás, la final más desequilibrada de los últimos tiempos. 

A pesar de ello, el Real Cartagena pasó a la historia por ser el primer equipo que después de ascender de la B llega a la final, y "La Heroica" encontró  razones para cambiar sus guantes de boxeos y el "bat" por la esperanza de un gol. Y el fútbol esta vez no nos dio sorpresas, pues ganó, el que por sus números y su nivel futbolístico fue el mejor del torneo. Ahora, al igual que en  1965, 1967, 1969, 1970, 1874 1996 y 1998 los caleños pueden gritar con orgullo que tienen un equipo campeón.

* Aficionado al fútbol.