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¡Abajo la ciencia!

Como quien dice, haciéndonos la mamografía hemos venido perdiendo ridícula, además de incómodamente, nuestro tiempo

Semana
26 de febrero de 2002

MI querido doctor Hernando:

No. No le voy a hablar de las encuestas, aunque sean el tema de la semana. Le voy a hablar de su especialidad, lo que me pone un poco tímida, entenderá porqué.

Muchas mujeres dependemos cada año de que usted nos instale su waflera, no se me ocurre un nombre mejor para definir esa aplanadora jartísima a la que, por recomendación médica, a todas las mujeres nos toca someternos sin aspavientos, frente a la cara enormemente amable de una enfermera a quien le parece una cosa muy natural mirar al techo mientras le aplasta a uno la personalidad sin contemplaciones. O nos sometemos, o, sin que nos demos cuenta, nos llega el invasor de nuestra madurez.

De esa recomendación de la ciencia ha dependido que no haya mujer mayor de 40, que no exhiba su respetable colección privada de mamografías.

Muchas mujeres hemos confiado hasta ahora en que si la ciencia dice que a partir de los 40 años hay que hacerse la waflera… pues hay que hacérsela. Pero, doctor Hernando, hasta ahora he tenido la seguridad, con muchas otras mujeres a nombre de quienes escribo este artículo, de que surtida la consulta anual ritual, por lo menos cambiamos la inmamabilidad del examen por la tranquilidad del futuro: nos consideramos un año eximidas del peligro de que nos llegue el cáncer del seno, que en nuestra generación ha sido ejemplo de una enfermedad evitable.

Por eso no salgo de mi asombro: desde la semana pasada vengo leyendo en periódicos extranjeros que importantes médicos del mundo están descalificando la mamografía como un método efectivo para detectar un posible cáncer del seno. Algunos, incluso, llegan a acusarla de contraindicada. Como quien dice, hemos venido perdiendo ridícula, además de incómodamente, nuestro tiempo.

¿O sea, que de nuestros exámenes anuales hemos salido medio tranquilas, y medio engañadas?

No hay una mujer que lea esta columna que no se conmueva ante las recientes conclusiones: un panel de expertos independientes, el PDQ, acaba de evaluar siete grandes estudios sobre la validez del examen de la mamografía sobre el cáncer del seno, con la conclusión de que son demasiado fuertes las dudas sobre su efectividad para dicho diagnóstico. Hace cinco años el mismo grupo científico había recomendado que las mujeres de 40 años se hicieran ese examen periódico porque reducía la tasa de mortalidad en un 30 por ciento. Lo mismo habían hecho los científicos del MD Anderson Cancer Center de Houston para quienes “la mamografía indica que ha habido beneficios que la justifican”. Más dudosos, los del Canadian Medical Association opinan que “para mujeres entre 59-69 puede servir para algo”, pero admiten que “nuestra confianza ha sido puesta a prueba”. Científicos de Dinamarca del Nordic Cochrane Center”, en Copenhague, están seguros de que una mamografía es incapaz de prorrogar la vida.

El debate acerca de los beneficios de la mamografía viene desde 1997, desde cuando el Cancer National Institute recomendó el tratamiento para toda mujer mayor a 40, apoyado en opiniones como los médicos del MD Anderson Cancer Center de Houston: “Ha habido beneficios que han hecho de la mamografía un examen productivo”.

Pero recientes evaluaciones han puesto los beneficios de la mamografía a prueba, y han exhibido sus peligros, al punto de que el domingo pasado ¡hasta el editorial de The New York Times! recogió las graves inquietudes sobre la inutilidad de la mamografía: “Los cuestionamientos sobre la efectividad de este examen nos tienen cada vez más perplejos”, avalando las enormes dudas que han encontrado los médicos de Copenhague, el National Cancer Institute y la American Cancer Society.

Para investigar más sobre el tema entré a www.cancer.gov: allí parecen no haberse enterado de la controversia, porque siguen recomendando la mamografía sin ningún problema.

Bueno, doctor Sánchez: ¿Y, qué hacemos las mujeres? La magnífica recomendación de la PDQ es la de que “es racional hacerse la mamografía, tanto como es racional no hacérsela”.

¿Por qué será que a las mujeres siempre nos colocan en ese dilema?

Si quiere, ahora sí le hablo de encuestas...

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