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¿Aceptará Petro una derrota?

Ya no me queda duda de que estamos ante los comicios del odio que enceguece el juicio.

Salud Hernández-Mora
28 de mayo de 2022

Nunca en los comicios recientes vivimos un ambiente tan enrarecido ante un proceso electoral. La Registraduría perdió la credibilidad y su cabeza, Alexánder Vega, solo cuenta con el respaldo del Pacto Histórico, quizá por el milagro de los votos que se multiplicaron como el pan y los peces en marzo. “Tiene que funcionar todo el domingo como un reloj suizo”, me dijo Alejandra Barrios, de la MOE, preocupada por la tensión que se respira. Confía en que al final reine la sensatez y los candidatos acepten los resultados, así sean por márgenes estrechos. No habrá espacio para grandes revisiones por la cercanía con la segunda vuelta.

No soy tan optimista, sobre todo por la actitud del Pacto Histórico, el único que sabe incendiar la calle y patear la democracia. No me imagino a Petro saliendo a aplaudir el veredicto final si solo queda a uno o dos puntos de ganar. Quizá lo haría si Fico fuese segundo a mucha distancia. Como siente muy cercano a Rodolfo, podría quedar algo tranquilo pensando que luego le daría sus votos.

Pero no se contentará si siente que su triunfo en junio está amenazado. A fin de cuentas, es todo menos un demócrata. Lo probó en el debate de SEMANA y El Tiempo, cuando clamó que Venezuela está arruinada por su dependencia petrolera y que su democracia es idéntica a la nuestra.

Por tanto, considera insignificante robar elecciones, acosar y encarcelar a opositores sin juicio ni pruebas, arrojarlos por la ventana, cerrar decenas de medios de comunicación independientes, insultar a toda hora a sus críticos e inventarse magnicidios; robar en la presidencia miles de millones del erario; expropiar empresas a mansalva y quebrarlas; defender las dictaduras de Irán, Cuba, Rusia y Nicaragua.

Y, siendo el país más rico del vecindario, condenar a millones de sus compatriotas a recorrer a pie cientos y miles de kilómetros, con sus niños a cuestas, para mendigar en otras naciones.Quedamos notificados de lo que nos aguarda si no nos libramos de tamaña amenaza. Lo inaudito es que haya colegas e intelectuales que, solo por el odio hacia Uribe, consideran a Petro un demócrata.

El viernes quedé estupefacta al leer cómo un afamado escritor, en su columna de El Tiempo, igualaba a Fajardo con Petro: “Los dos proponen ahondar la democracia, la paz... la defensa de la Constitución para detener el despotismo que nos ronda”.

Cuando ves a personas que aman la libertad defender posturas tan insólitas, ya no me queda duda de que estamos ante los comicios del odio que enceguece el juicio. Siempre fui una crítica del Gobierno Santos, pero jamás pondría al mismo nivel a Fajardo con Petro solo porque lleva en sus filas a santistas consumados. Es más, me habría gustado que siguiera adelante, pero una de las grandes virtudes en política es estar en el lugar preciso, en el momento adecuado y saber aprovecharlo.

Fajardo podría haber sido el presidente, había agotamiento con la polarización. Pero con su falta de estrategia y esa manía tan suya de confundir moderación con no mojarse en nada, perdió el tren enseguida.

Deberían no culpar a Ingrid porque fue Alejandro Gaviria, convencido de que Fajardo era insignificante a su lado, el que comenzó a derruir el edificio que ya tenía grietas cuando empezaron a levantarlo. La traición de antiguos fajardistas corriendo a unirse a la nueva estrella de Anapoima supuso un golpe fatídico: lanzó el mensaje de que el matemático era cosa del pasado.

También sonaba a falsete el cambio que pregonaban cuando veías en la foto a hombres políticos de viejas mañas. Por eso, entre Rodolfo y la izquierda radical le fueron arrebatando partidarios.

A Rodolfo hay que abonarle la habilidad para comprender el poder de TikTok en estas elecciones, pese a sus 77 años, y que basta con repetir el mismo mensaje, sin entrar en honduras, para llegar al corazón de la gente. Pero aparte de no saber que existía Vichada, desconocimiento que lo descalificaría si el mundo fuese otro para pilotar el Estado, hace promesas festivas e inviables, solo para arrancar aplausos.

No puede quitar los carros a los congresistas ni reducir los salarios de sus equipos, son del poder Legislativo. Tampoco cancelar las vacaciones en la justicia ni pedir informes a los fiscales de casos de corrupción. Y lo de cerrar 29 embajadas cabe en un mensaje de Instagram, pero no aborda la problemática: Colombia no tiene cuerpo diplomático, sino un gran fortín burocrático. Como no daría votos proponer crear una verdadera Escuela diplomática y analizar el papel de cada embajada, anuncia que cierra muchas por la robadera y santas pascuas.

¿Y qué tal fusionar Cultura con Medioambiente? ¿Nadie le dijo que el cambio climático es la mayor amenaza del planeta? ¿Se necesitan los mismos expertos para apoyar a la Fundación Batuta que para recuperar el Atrato? De pronto no sabe dónde queda el río, ni la Amazonía, ni el Atabapo. Pero eso, en TikTok, no se nota. Puede ser el presidente si Petro aceptara su segura derrota.