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Trump y el Acuerdo con las FARC

Es cierto, que en nuestro caso no cabría una intervención militar como en Siria o Afganistán, pero el mensaje de liderazgo de Estados Unidos podría ser rápido y claro.

Juan Manuel Charry Urueña, Juan Manuel Charry Urueña
19 de abril de 2017

Estados Unidos lanzó 59 misiles Tomahawk contra una base aérea siria, el pasado 6 de abril, en respuesta al supuesto uso de armas químicas por parte del gobierno de Bashar al Asad. Así mismo, lanzó “la madre de todas las bombas” sobre Afganistán contra el autodenominado Estado Islámico, el pasado 13 de abril. También hizo operaciones en mar abierto en proximidades de la península de Corea, lo cual produjo la reacción del régimen de Kim Jong-un con el disparo fallido de un misil, aumentando la tensión mundial.

Estos hechos marcan un punto de quiebre en la política de Donald Trump, quien inicialmente había señalado se ocuparía de los asuntos internos de su país y no fungiría como policía del mundo, y ahora se propone iniciar una activa y agresiva intervención internacional. Algunos han considerado que se trata de una forma de ganar prestigio interno, ante el declive de imagen en las encuestas. Otros han manifestado sus temores ante unas políticas cambiantes e inciertas de quien consideran un presidente norteamericano inexperto.

A lo anterior se sumaría un hecho insólito, hasta el momento no confirmado, consistente en que el pasado viernes santo, 14 de abril, tan sólo un día después del ataque sobre Afganistán, se habrían reunido Donald Trump y los expresidentes colombianos Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, en la casa del primero en Florida, Estados Unidos. No se habrían utilizado los canales diplomáticos ni se habría acudido a ningún funcionario del gobierno Santos. Si bien podría haberse tratado de un encuentro puramente social, lo cierto es que las relaciones de los dos países están afectadas por el desmedido crecimiento de las áreas de cultivo de coca, que habrían pasado de 46.000 a más de 170.000 hectáreas, lo cual significaría un fracaso en la política de erradicación de este cultivo y el crecimiento del tráfico ilícito de cocaína con las sumas de dinero que esto implica.

No se debe olvidar que a finales de enero de este año, congresistas republicanos advirtieron que el presidente de Estados Unidos no estaría conforme con el Acuerdo con las FARC y que podría retirarle su apoyo.

Así las cosas, la situación de Colombia podría entrar al foco de atención del gobierno norteamericano, especialmente en cuanto al narcotráfico, en un momento en que ese gobierno pretende fijar una posición contundente y ágil de liderazgo mundial, y en donde la situación del continente, el papel de Colombia como aliado de los norteamericanos, y la crisis de Venezuela, tienen mucha importancia. Es cierto, que en nuestro caso no cabría una intervención militar como en Siria o Afganistán, pero el mensaje de liderazgo de Estados Unidos podría ser rápido y claro, de un lado en materia de cultivos ilícitos, donde probablemente se revisarían los términos de ayuda, y de otra parte, en cuanto a la eficacia de las instituciones democráticas, donde se consideraría el resultado del plebiscito, la justicia especial para las FARC, y probablemente la extradición de sus jefes vinculados al narcotráfico.

En caso de confirmarse la reunión, quedaría un último aspecto, evaluar el comportamiento de los expresidentes Uribe y Pastrana, pues algunas han afirmado que se trataría de una traición a la patria, mientras que otros podrían considerar que no es más que la actividad política propia entorno a asuntos de interés de la comunidad internacional. Lo cierto es que el proceso de negociación con las FARC gozó del respaldo de distintos jefes de estado y funcionarios de organismos internacionales a instancias del gobierno colombiano. También es cierto, que dicho proceso de negociación fue uno de los principales aspectos de la política gubernamental, que admitió las criticas de la oposición y que teniendo la oportunidad de lograr amplios consensos políticos y sociales, para convertir la negociación en una política de Estado, se mantuvo en la opción inicial. Así las cosas, parecería válido que la oposición, al igual que el gobierno, busque aliados extranjeros e internacionales para sus posturas.

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