No paro de reírme. Es una risa nerviosa, con aquel extraño rictus de quien ve pasar, como
una flecha, el bus que ha podido arrollarlo. Después de 30 y tantos años de colaborar en el diario de los Cano,
y de haberme retirado al cambiar de dueños, ver llegar al nuevo director del medio escrito de Bavaria, me
produce una risa incontenible, que me obliga a colocar las manos sobre las débiles paredes de mi
estómago.¡Carlos Lleras de la Fuente, precisamente Carlos Lleras, director con todos los poderes del que
sigue siendo, cómo negarlo, un periódico grande e importante, por los méritos del informador, don Luis Cañón
y por la fresca indiferencia de don Rodrigo Pardo! (Este último combinaba una lánguida estampa con el
Laissez faire).Carlos Lleras ha dicho que hará un periódico a su imagen y semejanza. Lo que nadie pone en
duda. Como otro vanidoso, el alcalde de Bogotá, el cual decidió volver a hacer la ciudad, comenzando por
los pilotes de sus bordes, como quien ordena los peones del ajedrez. La ciudad es por ahora su tablero y la
ciudadanía que espere y desespere, trancada en las distintas calles, las jugadas de su alcalde.Don Luis
Cano llegó a la política (fue miembro de la Dirección Liberal, candidato en mente para muchos
ciudadanos y hasta conjurado, el más querido por doña Berta, el 9 de abril de 1948) por ser periodista.
Carlos Lleras llega al periodismo por ser político (delfín, constituyente, precandidato). Como todo
colombiano, había tenido sus incursiones en la prensa, pero más que nada, había sido un abogado
comercialista, un académico, un hijo de ex presidente y finalmente un político, habiendo presentado
excusas al país por llegar un poco tarde a la orientación de la República.De la tolerancia desmayada de
Rodrigo Pardo se puede pasar a la intolerancia del doctor Lleritas, cuyo mal genio y buen humor son
paradigmáticos, amén de paradójicos. Porque no puedo menos de pensar que el periódico de la cervecería
cambiará sustancialmente en su orientación libertaria. Una orden jupiterina, venida de Nueva York, ha
removido al ex canciller de Ernesto Samper. A la vista de todos. Y tres días de retiros espirituales en la gran
ciudad han preparado a Carlos Lleras para el oficio, un tanto militar, de someterse a su superior jerárquico
y de someter a sus subalternos, con mano férrea.Me inquieta pensar si sobrevivirán a la hecatombe el singular
dibujante Alfredo Garzón (en el verdadero orden de las cosas, Jaime era hermano de Alfredo, y no al
contrario), de renovado estilo, luego del drama que ha vivido, y de atrevidos mensajes ('Callaron a Pardo');
Sergio Otálora Montenegro, sintético, comprensible, diáfano; Alfredo Molano, amenazado por la derecha
militar; tal vez no tenga problemas el poeta Jota Mario, que tanto parece saber acerca del retiro de Pardo,
porque el sentido del humor del doctor Lleritas va a la par, ya lo he dicho, con su mal genio. Además, no es
ajeno a los elogios de la locura.Cuando arribó al diario de los Cano el visitador español, don Miguel Angel
Bastenier, y la suerte del viejo periódico lo encaminaba a recibir un aporte de El País de Madrid, fueron
recortados 21 colaboradores. Ahora, con la llegada del autoritarismo conocido del doctor Lleras de la Fuente,
¿cuántos colaboradores encontrarán la puerta cerrada, el día de mañana; a cuántos más no irá a
recogerles su material escrito, ya no la vieja chiva del periódico, sino el camión repartidor? Parodiando a
Borges, "nadie sabrá de quién en esa casa, sin saberlo, nos hemos despedido".Estimo que sobrevivirán el
doctor Panesso, esperando el siglo XXI en el 2001, el ex canciller Vázquez Carrizosa, como el anterior
_aunque su antítesis_ por su sabiduría y sobrados méritos; el profesor Sáchica, con su peculiar sentido de la
Constitución y sus genialidades; María Jimena, columnista estrella, será imprescindible. Betto, nuevo
dibujante, recibirá órdenes del humorista dictador (digo, director), pero, ojo, no quiero decir con ello que las
vaya a atender. Kekar, Covo, ya consagrados, tal vez no sean mutilados. O, acaso, se disponga para
algunos colaboradores lo que se lee sobre ciertas bancas en el tren de Madrid: "Asiento reservado para
caballeros mutilados". Persistirán, claro está, uno que otro columnista del DAS, el amable Felipe Zuleta
(aunque es de la línea familiar de Lleras Camargo y pueden saltar chispas) y, por fortuna, el siempre divertido
y estremecedor Plinio, el joven. No sé qué pasará con el Truculento Plauto, quiero decir, con el Señor de las
Moscas, tan buen enemigo de sus enemigos.Sea lo que fuere, el acierto de Julio Mario, al nombrar director a
un miembro de su junta empresarial, reside en que toda información provendrá en adelante, sin apelación
posible, de la fuente de Lleras.

opinión
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Por: Semana