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Ajuste de precios

'Cambio' molestaba al poder político. Y molestaba con razón. Hacía investigaciones y denuncias y destapaba escándalos: tan desfachatados como las subvenciones de Agro Ingreso Seguro...

Antonio Caballero
6 de febrero de 2010

El Tiempo cierra Cambio, que era lo mejor de El Tiempo. Una revista semanal independiente, valiente, informada e inteligente. Y, en consecuencia, incómoda para el poder. Es decir, lo que debe ser un órgano de prensa. Además, no perdía dinero -como sí lo hacía cuando el gran diario la compró hace tres años-. Por eso suenan poco convincentes los motivos del cierre señalados en la nota emitida por Luis Fernando Santos, presidente de la Casa Editorial, según las cuales es como consecuencia "del declive mundial de las revistas de actualidad y política (y del) viraje en las decisiones de inversión de los anunciantes de este tipo de revistas (que) se ha producido este ajuste".

Ajuste. Porque la cosa se presenta, no como un cierre, sino como una transformación y una mejora. Cambio, sin perder su nombre, se convierte en una publicación mensual de variedades. Y se trata, efectivamente, de un ajuste de tuercas. Tal como era, Cambio molestaba al poder político. Y molestaba con razón. Hacía investigaciones y denuncias y destapaba escándalos: tan desfachatados como las subvenciones de Agro Ingreso Seguro, tan infames como los asesinatos de los "falsos positivos", tan abyectos como la entrega de las siete bases a los militares norteamericanos. Y sus columnistas molestaban también, empezando por su combativa editora, María Elvira Samper, y su sesudo director, Rodrigo Pardo. Y esa es, igualmente, la característica definitoria de un columnista. Por eso El Tiempo anuncia su supresión en el nuevo formato. Este, además de abandonar los asuntos incómodos como la política, la economía o la guerra para centrarse "en temas cercanos a sus lectores, tales como viajes, salud, deporte, medio ambiente", eliminará la opinión sustituyéndola por "noticias nacionales e internacionales tratadas a manera de análisis de especialistas". Lo contrario de los columnistas de opinión, que sólo son -como decía Eugenio d'Ors- "especialistas en ideas generales".

En cuanto al cierre simultáneo del diario popular Hoy, que también anuncia El Tiempo, no lo comento a conciencia porque ni leo el periódico ni conozco el caso. Sólo diré, como idea general, que la gente echada a la calle irá a engrosar el ya crecido número de periodistas sin empleo en Colombia. Tal vez encuentre hueco como jefes de prensa de políticos y funcionarios públicos, que es el único sector que aumenta dentro del gremio.

Pero vuelvo a Cambio. Hablo de ajuste de tuercas no sólo desde el punto de vista del poder político (el asesor presidencial José Obdulio Gaviria denunció repetidamente como antiuribistas a los de Cambio desde su propia columna de El Tiempo), sino también desde el ángulo de los intereses económicos de la propia Casa Editorial. Esta, que hoy pertenece mayoritariamente al grupo español Planeta y secundariamente a la familia Santos, está empeñada en lograr para sí la adjudicación del tercer canal de televisión, enredada desde hace meses en los embrollos habituales de este gobierno. Dentro de esa aspiración, la revista Cambio y sus columnistas críticos -como hace unos meses la columnista de El Tiempo Claudia López, también crítica, también incómoda, también expulsada sin contemplaciones- constituían un lastre: porque este gobierno no quiere crítica, sino obediencia. Y, como sabemos (en mi artículo de la semana pasada sobre la compra de informantes me extendí bastante al respecto), lo que le gusta es comprarla. Así, con la vara de premios del tercer canal que ha levantado ante sus ojos ávidos, ha conseguido mantener babeando y meneando la cola no sólo a los tres consorcios aspirantes al nuevo canal (Planeta, El Tiempo, Prisa, y Cisneros), sino también a los dos conglomerados que gozan ya del negocio de los otros dos canales, Ardila-RCN y Santo Domingo-Caracol.

Con la liquidación de Cambio y de sus incómodos periodistas el consorcio Planeta-El Tiempo lleva las de ganar en esa competencia: este gobierno paga mejor a quien mejor se vende. Y el ajuste de que habla la nota de la Casa Editorial es un ajuste de precios.

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