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Al borde de un ataque de nervios

En un largo discurso en el que habló mucho y dijo poco, el presidente Uribe señaló que la justicia se debe respetar y que Colombia es un país de leyes.

Daniel Coronell
18 de noviembre de 2006

El inicio del destape judicial de la parapolítica tiene a miembros y aliados del gobierno muy nerviosos. Casi dos semanas después de las órdenes de captura contra los congresistas -y del comienzo del proceso disciplinario y penal contra el ex director del DAS Jorge Noguera-, no han podido armar una explicación.

José Obdulio Gaviria, descompuesto, se ha dedicado a torcer la realidad para repartir el lodo. Cuando en Caracol le preguntaron qué pensaba de que los implicados con las mafias paramilitares fueran uribistas, el ideólogo presidencial respondió con otra pregunta:

-¿Por qué partido fueron elegidos el senador García y el representante Morris en el año 2002?

-Por el Partido Colombia Democrática- contestó el reportero.

-No. Estamos hablando del año 2002- reprendió José Obdulio.

-¿Por… el Partido Liberal

- musitó el entrevistador.

-Exactamente- reclamó el asesor, como quien grita bingo.

Pues, ni tan exactamente. Nada más inexacto. Eric Morris no fue candidato al Congreso en el año 2002. Álvaro García Romero fue elegido senador por el Movimiento Nacional Progresista y no por el Partido Liberal. Desde febrero de 2002, García estaba con Uribe. Así lo registra una comunicación emitida por la campaña, retomada por el programa 'Candidatos Visibles' de la Universidad de Los Andes.

También ha estado nervioso el primer primo, Mario Uribe, que incluyó al 'gordo' García y a Eric Morris en sus listas, ahora intenta una justificación:

-No nos queríamos anticipar a las decisiones judiciales.

Se le olvida al primer primo que -sin necesidad de decisiones judiciales- excluyó de esas listas a Rocío Arias y a Eleonora Pineda, cuando lo que estaba en juego era su visa para Estados Unidos.

Las preocupaciones de los últimos días le provocaron un ataque de amnesia al ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, quien invitó a Jairo Merlano al partido de La U.

-A mí -aseguró Santos en La W- nadie me dijo nada sobre Merlano.

Unos minutos después, la senadora Gina Parody, en la misma emisora, le recordó a Santos que ella se lo advirtió.

Al ministro del Interior, Carlos Holguín, la crisis lo sumió en una profunda reflexión:

-Este es un gran paso para que Colombia sepa realmente lo que pasó y sobre todo para que desmontemos esa monstruosa organización que fue, y puede ser hoy en día, el paramilitarismo.

Parece increíble que quien dice esto sea el mismo presidente del conservatismo que postuló al Congreso a la capturada Muriel Benito. El mismo Carlos Holguín, que para quedarse con los 100.000 votos del hijo de 'La Gata', sentenció:

-A nadie se le puede negar la inscripción, así sea el hijo de Al Capone.

El senador Álvaro Araújo, con buen olfato presiente su destino, pero no cree que sea el resultado del camino que él escogió. Ni consecuencia de sus reuniones con 'Jorge 40', y también con 'Ernesto Báez' y 'Juancho Prada', según un testimonio que obra en la Corte. Él tampoco cree que sus nervios estén relacionados con los miles de votos que prodigiosamente se le trasladaron del norte al sur de Cesar. Le preocupa, en cambio, que sea una persecución contra su hermana, la Canciller.

No tendría que angustiarse por la Ministra, a quien él usa para escudarse y aparecer de sorpresa en la Fiscalía. Ser hermana de convicto no ha sido inconveniente sino título habilitante en este gobierno. La hermana de Joselito Guerra es Ministra de Comunicaciones, la hermana del 'Gordo' García es cónsul en Frankfurt, la hermana del ex alcalde de Santa Marta Hugo Gnecco es superintendente de Subsidio.

Al presidente Uribe le dio primero por el silencio y después por la locuacidad. En un largo discurso en el que habló mucho y dijo poco, señaló que la justicia se debe respetar y que Colombia es un país de leyes. Había usado la misma frase cuando Estados Unidos pidió la extradición de 'Don Berna'.

Muchos creyeron que estaba anunciando que lo extraditaría, pero era lo contrario. Uribe no pensaba en las leyes que existían, sino en las que podía crear para evitarlas.