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¡Amenazas y anacronismos!

¿Este Gobierno de aprendices logrará en dos años transformar esta situación? No seamos ilusos.

Álvaro Jiménez M
11 de febrero de 2020

Querían llamar la atención y lo lograron.

 El “paro armado” anunciado por el ELN es una agresión. Vulnera y castiga a las comunidades más pobres de las regiones donde hacen presencia.

El anuncio por escrito y en video que circula en redes significa que los colombianos estamos amenazados por las armas del ELN, y debemos hacer lo que ellos impongan.

Remarcan que de no actuar como lo exigen, debemos atenernos a las consecuencias de desobedecer su decisión.

Dicen que está prohibido el transporte terrestre, aéreo y marítimo. ¿Eso significará que destruirán los aviones que despeguen en el territorio nacional durante estos días? ¿Van a hundir los barcos en los puertos de Barranquilla, Cartagena y Buenaventura?

No.

Lo suyo es parar una lancha en un río perdido o camino de Chocó, Arauca, Catatumbo o del sur de Bolívar y disparar a quienes circulen sin su permiso, así sean las mismas personas que luego de los días del “paro” buscarán para pedirles que les transporten alimentos, medicinas y todo aquello que requieren como aprovisionamiento.

Así de irresponsable es la violencia desatada.

Para dar muestras de “humanidad” dicen que durante las 72 horas del 14 al 17 de febrero permitirán que los enfermos circulen por las vías y que las personas que fallezcan durante la duración del paro podrán ser enterradas por sus familiares y deudos. Este gesto lo reclaman como humanitario y respetuoso.

El problema no es solo el paro: hace días hay combates entre el ELN y el EPL en el Catatumbo, Norte de Santander, ello ha significado bloqueos viales, limitaciones a la vida de la gente y perjuicio para sus actividades. En Hacarí hay por lo menos dos víctimas civiles con minas antipersonal y en el municipio de Abrego hay desplazados más de 200 habitantes de una sola vereda.

Definitivamente el acuerdo de paz y la potencialidad de su implementación han sido destruidos en el Catatumbo.

Este llamado “paro armado” impuesto por el ELN, no representa los intereses de la ciudadanía del Catatumbo, ni de Arauca, ni del Chocó, ni del sur de Bolívar y mucho menos los del país. Quienes conocemos esas zonas y las hemos caminado sabemos que son comunidades abandonadas por el Estado, pero también que muchos rechazan los “paros armados” porque no transforman su miseria, los ponen en riesgo y estimulan la represión contra las dirigencias sociales.

A esas comunidades las representan muchos más diversos sectores: las organizaciones sociales y comunitarias, comerciantes, concejales, diputados, alcaldes entre otros. Desde luego son representaciones precarias, pero son las que han construido en estas regiones y tienen tanta o más legitimidad que la que otorga haberse alzado en armas hace 55 años.

El “paro armado” es una contradicción, sus amenazas y su persistencia en las armas violentan la ansiedad de paz expresada una y otra vez a lo largo del país.

Las armas que empuñan los elenos desde hace más de cinco décadas no representan la voluntad popular, ni reivindican la expresión política de las mayorías.

¿Podremos hacerles devolver en su intención? No.

Ni con un texto, ni con un clamor.

Abundantes se han hecho sin que tengan eco en sus dirigencias.

¿A tiros y bombazos? Por esa vía tampoco se conseguirá. Está claro que a pesar de los anuncios de uno y otro Gobierno, por décadas, estas regiones siguen presas del abandono, la violencia, la corrupción y la indolencia.

¿Este Gobierno logrará en dos años transformar esta situación? ¡No seamos ilusos¡.

Hay que avanzar en la construcción de paz. Hay que retomar la negociación.

Estamos abocados como sociedad a resolver estas violencias, no solo por el daño que causan a la vida de muchos -que es ya suficiente razón- sino también porque persistir en ellas, fortalece las visiones más atrasadas del poder y de la política en la sociedad y en el gobierno.

Así quedó demostrado con la inútil persistencia en las armas de las Farc como guerrilla, luego del acuerdo del Estado con el M-19, que abrió camino a la  Constitución del 91, amplió la democracia y dio paso a procesos de modernización mucho más incluyentes.

La persistencia en la violencia fortaleció la lógica de los años más oscuros de la violencia paramilitar desde el Estado y convirtió a las guerrillas en enemigas de vastos sectores de la población.

Señores del Gobierno y del ELN: no pueden permitir que se repita la historia.

A pesar de quienes persisten en las soluciones armadas, a pesar de quienes persisten en imponernos las violencias al resto de los colombianos, estamos obligados a insistir en la necesidad del diálogo y la construcción de un acuerdo de paz.

Parece una estupidez, pero es la única vía para enderezar el torcido rumbo por el que vamos siendo conducidos.

Persistir en la paz no es ingenuidad, avanzar en el reinicio de unas conversaciones con el ELN es ciertamente un camino impopular pero es la actitud más responsable como ciudadanos y como Gobierno.

Lo demás es actuar con el mismo egoísmo y pobreza de quien convoca a un “paro armado” erigiéndose “vocero” de una sociedad que repetidamente ha expresado, que nadie, por grande que sea su pistola, es su voz o su brazo para asesinar a otros colombianos por argumentos políticos.

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com

 

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