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¿Bayonetas sobre Venezuela?

Se habla cada vez más de una eventual intervención militar en Venezuela. Afortunadamente nuestro gobierno reiteradamente ha rechazado esa posibilidad.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
25 de febrero de 2019

Casi todos los países coinciden en que debe haber un cambio del régimen venezolano que solo ha traído desolación, hambre, enfermedad y pobreza en un país que hasta hace poco tiempo era rico y opulento. Pero muy pocos, si es que hay alguno, son los que apoyarían una intervención militar de cualquier modalidad.

Los hechos acaecidos el sábado pasado en los puentes que nos unen con Venezuela sobre el río Táchira, así como la ruptura total de relaciones y la consiguiente expulsión de los funcionarios consulares colombianos acreditados en ese país, han complicado las cosas, hasta el punto que hoy más que nunca, nuestro país está en primera fila en esta peligrosa crisis.   

Después del frustrado ingreso de la ayuda humanitaria, se especula sobre una eventual intervención militar en Venezuela. Naturalmente que, al tratar el tema, todos dirigen la mirada hacia los Estados Unidos, porque nadie supone que Colombia o Brasil serán los que cumplirán esa tarea, que ahora también es insinuada por el presidente Guaidó y sus más inmediatos asesores.

Desconocen que una intervención militar por más sofisticada que sea, generaría muerte y desolación en ambos bandos y hundiría aún más al país, por más planes de recuperación que se proyecte adelantar. Incluso países muy activos dentro del Grupo de Lima, han afirmado que no apoyarían una acción militar.

Para cualquier gobierno, el hecho de que sus soldados resulten muertos con el propósito de restaurar la democracia en Venezuela tendría un altísimo precio ya que la “vocación democrática” no llega tan lejos. Las naciones muchas veces reaccionan, se devuelven contra sus gobernantes, se generan profundas diferencias y quedan abiertas cicatrices que nunca se cierran.

A pesar de las amenazas del presidente Trump y de altos funcionarios norteamericanos de una eventual intervención militar, saben muy bien que semejante disparate sellaría el futuro político del mandatario de los Estados Unidos y del partido republicano para el próximo período.

Ahora precisamente la estrategia norteamericana en muchos lugares críticos, es más bien la de armar a un contendiente o enviarle unos “asesores militares”, mientras que buscan afanosamente el retiro de las tropas que han estado comprometidas en diversos teatros de operaciones en el mundo.

Trump difícilmente conseguiría respaldo en el Congreso para una intervención militar y mucho menos lograría en América Latina un “aliado” para realizar la acción. De hacerlo, podría generar una reacción generalizada en su contra, un apoyo al dictador Maduro y desarrollos políticos sorpresivos en el país que acepte “la invitación”.

El lema es pues “Cerco diplomático sí, acción militar no”.  

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