Palabra y honradez militar

Ser militar en un país que vive un degradado y largo conflicto armado interno, exige mucho más que conocimientos de la técnica militar y sus complejidades.

De lo anterior da cuenta la situación que en este momento enfrenta el general Daniel Luis Villegas Muñoz.

Por un lado, y en gesto poco visto por el país, le dio la cara a la comunidad, pidió perdón por el asesinato que hombres bajo su mando, liderados por el cabo Daniel Eduardo Gómez, cometieron sobre el ciudadano Dimar Torres Arévalo, quien, hacia parte del grupo de excombatientes en proceso de reincorporación a la vida civil, luego del acuerdo de paz suscrito en 2016.

Se comprometió el general ante la comunidad del Catatumbo y del país, a facilitar toda la información y apoyar la investigación y a autoridades de justica que así lo requieran para esclarecer las responsabilidades derivadas de este crimen de lesa humanidad.

Sus declaraciones han sido calificadas por algunos, como un signo de debilidad del general Villegas, y en lenguaje de odio afirman con mezquindad que le ha dado un “triunfo” a lo que llaman “enemigos de la institucionalidad”.

No puede ser mayor la vergajada.

El gesto del general Villegas da al ejército y a las armas de la nación, el brillo que le quitan crímenes cometidos por hombres como el cabo Daniel Eduardo Gómez.

Por ello, más que reclamos el general debe recibir el respaldo ciudadano, el del Comando de Ejército y del Ministerio de la Defensa.

Hay otros discutiendo que el general Villegas ha es actor en un caso anterior de los crímenes de estado, mal llamados “falsos positivos”

La discusión sobre su pasado, no quitan la gallardía del gesto con que ha actuado ahora.

Si fuera culpable por hechos anteriores, que se valore y decida desde la JEP o la instancia que corresponde, pero su reciente actuación debe ser vista y referida como ejemplar.

El crimen cometido contra la paz en el Catatumbo, por parte de algunos de sus hombres, no ha contado con la complicidad sino con el rechazo y la denuncia.

Contrario a la actitud del general Villegas, el comandante general del Ejército Nicasio Martínez, y Guillermo Botero, (el comerciante ministro de la Defensa), han generado repudio en buena parte de la opinión. La contundencia requerida para rechazar este hecho criminal por parte de ambos ha brillado por su ausencia.

En la página web del Ministerio de la Defensa dice: “La carrera de las armas se fundamenta en los sentimientos de honor y deber. El militar es una persona digna de la confianza de sus compatriotas, es decir revestido de condiciones especiales que lo comprometen con la defensa y seguridad nacionales. Las virtudes militares son hábitos morales para obrar bien”.

El general Villegas ha honrado dos de las virtudes militares que han adoptado nuestras Fuerzas Armadas asi:

• La honradez profesional, que se establece cuando hay obediencia a la propia conciencia, se trabaja y se supera en las labores con miras a obtener provecho para la institución.

• La palabra del militar debe ser veraz y la mejor prenda de seguridad para los ciudadanos. Esta virtud está íntimamente relacionada con el valor porque quien la practica estará demostrando entereza de carácter y dominio del miedo. La palabra del militar debe inspirar absoluta confianza en sus superiores, compañeros, subalternos y relacionados.

Al ministro comerciante, Guillermo Botero y al comandante general del Ejército Nicacio Martínez, les toca repasar las virtudes establecidas.

Mal hacen al dirigir una fiuerza tan importante para la sociedad, sin tener claro que la honradez profesional y la palabra del militar son vitales para construir confianza en el liderazgo de las armas de la nación.

Adenda: La dilación en el tema de la JEP es un autogol del partido de gobierno, retrasa la agenda legislativa en detrimento de los intereses del país y exacerba el odio y la tensión entre la ciudadanía.

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com