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Nada que mostrar, presidente

Con el pasar de los meses, al actual gobierno le va quedando cada vez menos margen para echarle la culpa de los problemas del país a la administración de Santos. Aun cuando en sus discursos el presidente ha hecho énfasis en su intención de no gobernar con espejo retrovisor, lo que en la práctica hemos visto dista bastante de lo expresado por el jefe de Estado.

Federico Gómez Lara, Federico Gómez Lara
17 de diciembre de 2018

Si bien Duque ha mantenido un tono conciliador y ha triunfado en el esfuerzo de no dedicarse a cazar peleas políticas innecesarias, dentro de su partido se ha visto una clara intención de hacer énfasis en el mensaje de que el causante de los malos resultados de este presidente no es él sino su antecesor. Ya es hora de que el presidente y su partido se preparen para explicar y dar la cara por los malos resultados obtenidos en lo que va corrido de este cuatrienio. La excusa de que están arreglando lo que Santos dañó ya no va a servirles más.

Es que si uno hace un balance de los logros obtenidos hasta ahora por el gobierno del presidente Duque, se da cuenta muy rápidamente de que no es mucho lo que hay para mostrar. Al contrario. A pocos días de acabarse el año, Iván Duque parece haber fracasado en casi todo lo que se propuso.

No es casualidad que Duque encabece ahora el listado de los presidentes más impopulares de nuestra historia reciente. Y, lo que es peor, que esa impopularidad se refleje en plena luna de miel de su gobierno. Son varias las razones que explican la mala hora que atraviesa el primer mandatario. La cosa no empezó bien. Incluso desde antes de posesionarse. A decir verdad, Duque la tenía de pa´ arriba, pues llegó al poder con la consigna de cumplir una cantidad de promesas de campaña que además de ser absurdas, eran imposibles de materializar. Así las cosas, el presidente tuvo que cargar con el lastre de ser incumplido y mentiroso desde los primeros días de su gobierno.

Fue tal el cambio que el presidente tuvo que hacerles a sus promesas de campaña, que su adversario más duro no ha sido ninguno de los líderes de la oposición, sino los dirigentes radicales que lo llevaron al poder: de ellos ha provenido el fuego amigo. Duque está en el peor de los mundos. En este momento prácticamente nadie se identifica con las políticas y las intenciones del presidente. Está mal ante la opinión, está mal de rumbo, está mal de liderazgo, está mal de gobernabilidad, está mal con los de su propio partido.

Prácticamente, podría decirse que el único logro tangible del gobierno fue haber sacado adelante el decreto de la dosis mínima. Deja mucho que desear que sea esa su labor de mostrar pues, evidentemente, se trata de una medida inconveniente que no sirve para nada.

El presidente quiso mostrarse comprometido con los puntos de la consulta anticorrupción pero luego se hizo el loco; ha buscado modificar los acuerdos de paz pero en eso ha fracasado; ha caído varias veces en el error de anunciar nombramientos absurdos, que después ha tenido que reversar; manejó muy mal el paro de los estudiantes; se le cayó la terna para fiscal ad hoc; y quedó muy mal con su pretensión de impulsar con mensaje de urgencia sobre la ley de las TIC.

Como si eso fuera poco, se reveló que los fondos de su campaña fueron aportados en un 66 por ciento por el Grupo AVAL; se le cayó la reforma a la justicia; se le cayó la ley de financiamiento como él la quería hacer aprobar; el proceso con el ELN lo tiene en nada; se ha revelado que la estrategia del gobierno es ignorar por completo a Venezuela y eso nos tiene en una situación crítica con el vecino país.

En fin, todo lo que el presidente ha querido hacer, o no le ha salido, o le ha salido mal. Se supone que todo esto es por cuenta de la decisión de acabar con la mermelada. Se dice que el gobierno está pagando el precio de cambiar las costumbres políticas para acabar con ese mal. Yo, la verdad, no creo. Ni creo que se haya acabado la mermelada, ni creo que este desastre obedezca a ese hecho en particular.

Aquí lo que tenemos es un presidente que todavía no ha mostrado su capacidad de liderazgo. El país está sin rumbo y la gente no entiende qué es lo que quiere el capitán. Esperemos que 2019 sea un año de reflexión para Iván Duque y que le de el impulso para que, por fin, empiece a gobernar él. No a subgobernar. Ya va siendo hora.

En Twitter: @federicogomezla

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