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Se avecinan vientos de cambio

Evidentemente, al presidente Duque no le quedaba otra que salir en la televisión a reconocer un resultado que ni él mismo se lo creía.

Javier Gómez, Javier Gómez
27 de agosto de 2018

Los días previos lo escuchamos invitando a votar la consulta anticorrupción sin el entusiasmo con que acompañó, siendo senador, la campaña a favor del No en el plebiscito de 2016.  

No creo que Duque se desmarcara de su mentor, el expresidente y senador Álvaro Uribe, y optara por respaldar la consulta; muy al contrario, a regañadientes, aceptó un tema con el cual se había comprometido en campaña, pero del que nunca se apropió. No hubo un acompañamiento férreo y comprometido con la consulta desde el gobierno y la falsa propaganda contra los siete puntos para desinformar que promovieron algunos sectores,  incluidos los desafiantes trinos de su partido Centro Democrático (CD), hicieron daño a los propósitos de conseguir el umbral.

No nos digamos mentiras, al CD y a la Casa de Nariño nos les gustaba la consulta anticorrupción porque, más allá de los siete puntos para ponerle tatequieto a los corruptos, a Uribe solo le convenían unas reformas pactadas en el Congreso y no producto del mandato popular. El exmandatario sabe más que nadie que la votación de este 26 de agosto arrojó unos resultados inesperados que trascenderán políticamente e impactarán las elecciones regionales y locales.

Tiene claro el expresidente Uribe que todos los huevitos de su canasta los tiene puestos en su estrategia para conquistar las alcaldías de las principales ciudades del país y elegir gobernadores en por lo menos diez departamentos y para lograrlo qué mejor que la corruptela regional. Pero la soberbia de quien se cree triunfador le jugó una mala broma e hizo la lectura equivocada. Creyó el senador que negar lo que ya había aprobado era suficiente para llamar al fracaso de la consulta que no ganó, es cierto, pero que logró descifrar un país que está harto de la corrupción.

Sí, el país habló contra la corrupción, pero lo hizo también pensando en la transformación. Es un resultado que obliga a un cambio de mentalidad política. Las llamadas consultas populares  se convirtieron en un instrumento de participación efectivo. El ciudadano de hoy, el joven del siglo XXI, siente que la constante convocatoria a decidir a través del voto le abrió la posibilidad de poder incidir sobre su futuro y que este no dependa exclusivamente de los intermediarios políticos, es decir, de un sistema representativo que sin duda ha hecho crisis.

Para el presidente Duque, sin haber cumplido el primer mes de su mandato, la consulta le plantea un reto político en la lucha contra la corrupción y que el modelo presidencialista que garantiza gobernabilidad a punta de mermelada, cupos indicativos o incentivos parlamentarios debe desaparecer.

Un golpe a la mesa de la corrupción es reformar la estructura política del país; Duque no se puede conformar con la eliminación del voto preferente; la democratización  de los partidos, la financiación de las campañas y la elección de los entes de control que garanticen independencia y transparencia y una reforma electoral profunda son vitales para darle una respuesta efectiva a los 11 millones 700 mil colombianos que votamos el domingo.  

Se avecinan vientos de cambio y el resultado del pasado domingo trae consigo una nueva y esperanzadora cultura política, los jóvenes de hoy y los que en el inmediato futuro entrarán a engrosar el censo electoral comenzaron a inclinar la balanza por la construcción de un país mejor.

@jairotevi

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