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ANDRES CARNE DE ANDRES

Es la pregunta de moda: ¿Qué tanto influirá en la elección del presidente la selección del vicepresidente?

25 de abril de 1994

ASI ES LA POLITICA. LAS COSAS SE VOLtean tan rápidamente , que perdedores de ayer son ganadores de hoy, y enemigos de hoy son aliados de mañana. La razón es que la política es un negocio de percepciones, en el que el electorado actúa por impulsos, por emociones inmediatas. Fíjense no más en el hecho de que Ernesto Samper adquirió, de la noche a la mañana, aura de ganador. y Andrés de perdedor, cuando un día antes las cosas eran al revés. En ello influyó, desde luego, la selección de vicepresidente, pues mientras la gente vio en De la Calle a un tranquilizador complemento de Samper, sobre Ramírez se opina, en cambio, que por más ex ministro de Trabajo que sea, es un ilustre desconocido que poco o nada le dice al país.
En otras palabras, mientras la fórmula de la primera campaña es doble (Ernesto+De la Calle), la otra es sencilla: Andrés carne de Andrés. Pero para volver con lá tesis de que la política es una cajita de sorpresas, las cosas pueden demostrar no ser como parecen en los dos meses que faltan para las elecciones de presidente.
Mi teoría es que el primer binomio es una fórmula conocida, y en ello radica precisamente la ventaja del segundo binomio que, por el contrario, constituye una fórmula desconocida. A De la Calle lo conoce el país lo ha escuchado hablar durante cuatro años seguidos, a unos les gusta, a otros no, pero lo que sí es seguro es que su capacidad de sorprender al país se agotó el día en que, contradiciendo todas sus afirmaciones anteriores, le aceptó la Vicepresidencia al hombre al que, tan solo unos días antes. señalaba como una amenaza política para el país.
Luis Fernando Ramírez, por su parte, tiene sin estrenar su capacidad de sorprender a la opinión. De él se sabe, sí, que era el Ministro de Trabajo, y como que lo hizo bien. No me equivoco, sin embargo, al afirmar que sus mejores cualidades están por descubrirse. Sé yue es un hombre extraordinariamente inteligente, con una historia de superación personal para contar, y con una capacidad fenomenal de comunicación a través de los medios. No me equivoco tampoco al afirmar que, de los cuatro, es el mejor en televisión. Y como carta para el estado de ánimo de la opinión, es un as: un desconocido, no-político. ¿Qué más quiere el electorado indeciso?
Lo que todavía resulta una incógnita es qué tanto influirá en la elección del presidente la selección del vicepresidente.
En Estados Unidos, donde los vicepresidentes se escogen con lupa, hay dos ejemplos contradictorios. El de Lyndon Johnson, que fue elegido por Kennedy por su importancia en el sur y su ascendiente sobre el Congreso, fue una carta definitiva en el triunfo electoral. Por el contrario, Dan Quayle fue definitivo, pero en la no reelección de Bush. En Estados Unidos, a diferencia de lo que sucederá en Colombia, las funciones de los vicepresidentes terminan una vez que salen elegidos. De ahí en adelante casi que deben resignarse a representar a los presidentes en los entierros, a bautizar barcos y a dirimir los ocasionales empates en el Congreso. Del resto, todo vicepresidente gringo es un hombre frustrado, en un cargo que, como la cumbia, si tiene cuerpo, no tiene corazón. Con un sólo consuelo: seis de los últimos 11 vicepresidentes estadounidenses han llegado a ser presidentes.
En Colombia este consuelo de que la Vicepresidencia sea una transición hacia la Presidencia no existe, por lo menos en el período inmediatamente siguiente.
Pero, en cambio, el vicepresidente colombiano no ejercerá un simple papel decorativo, sino que podrá ser cualquier cosa que quiera el Presidente: ministro, embajador... A De la Calle, por ejemplo, ya se le perfila como el próximo canciller si Samper gana las elecciones. No sé que planes tenga en el caso contrario Pastrana para Luis Fernando Ramírez, pero lo único seguro es que no es el tipo de hombre que se resigne a ser sencillamente carne de Andrés.
En cualquier caso, las fórmulas ya están sobre el tapete. La de Andrés Pastrana y Ramírez tiene un parecido con el binomio Clinton-Gore. El actual presidente estadounidense rompió la tradición de escoger a alguien que lo complementara en sus vacíos, y Andrés hizo lo mismo: prefirió a un hombre prácticamente gemelo , de su misma generación e ideología.
Samper se fue por la línea Kennedy-Johnson, de quienes se dice que se detestaban, pero se necesitaban. Pocos días antes de ofrecerle la vicepresidencia, Johnson había dicho: "Jamás seré subalterno de un hijo de papi" .
Pero a Johnson le sucedió lo mismo que a De la Calle. Ambos lo pensaron un poco, y llegaron a la conclusión de que a veces hay que sacrificar la coherencia para ganar las elecciones.

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