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Antes del bombardeo a Campo Dos

No importa cuánta erradicación manual ni programas de sustitución se hagan en la región, mientras los ríos sigan siendo autopistas fluviales del contrabando y el narcotráfico, el ELN mantendrá el control territorial de la frontera.

Daniel Mauricio Rico, Daniel Mauricio Rico
11 de noviembre de 2019

Llegamos a Campo Dos unas horas antes del bombardeo del ELN. La flota que sin tecnomecánica, ni cinturones de seguridad, ni SOAT nos trajo desde Tibú, se parqueó en el primer extremo del caserío, el corregimiento tiene forma de ciempiés, solo crece a lado y lado de la vía, orientarse es fácil en este urbanismo unidimensional, todo queda más adelante o más atrás. Las primeras cuadras son de peluquerías y restaurantes, después viene la única plaza con una iglesia desproporcionada y una heladería, siguen el comercio de agroinsumos, el efecty y los víveres, y justo antes del puente de lata están los billares y las concurridas casas de bombillo rojo.

Esperar el almuerzo se hace eterno, el calor húmedo y sin viento se empeora con el ruido de los bafles (del tamaño de una nevera) de los negocios, da lo mismo si venden aguardiente o pintan las uñas, todos se enfrentan en esta guerra comercial acústica. Las doce cuadras de Campo Dos son un solo trancón, el puente de lata (no es metáfora) es de un solo carril y no hay nadie que ordene que volquetas repletas de fruto de palma pasan primero o cuales carrotanques cargados de crudo bajan después. Los policías a esta hora se encierran y se cuidan a sí mismos dentro de la subestación, desde afuera se ven las pésimas condiciones de salubridad y seguridad en que viven. 

Terminamos la reunión con una fundación que trabaja con muchas ganas y poco presupuesto por el desarrollo de Campo Dos, de nuevo a la carretera a buscar un transporte que nos saque a La Y, El Zulia o en el mejor de los casos a Cúcuta. No hay cupos en los buses, una lata de un puente se hundió en la mañana y por seis horas estuvo bloqueado el paso, se represaron carga y pasajeros. Así es de frágil el desarrollo rural en Colombia, para aislar a todo el Catatumbo no es necesario ni una bomba ni un paro armado, es una operación manual de solo quitar tres latas o dos tubos a cualquiera de los doce puentes maltrechos y desprotegidos del camino, y listo el bloqueo. 

Tomamos cerveza fría mientras le sacamos la mano a todo lo que pase, la cerveza es a precio de tienda de Chapinero, los camiones de Bavaria no pueden venir por acá, los distribuidores se abastecen en el cruce de la carretera a Ocaña y para subirla a Tibú, La Gabarra y Campo Dos, la extorsión del ELN es de 15 mil pesos por canasta. Ese día arrancan las fiestas de fundación del pueblo, el recaudo de impuesto revolucionario será unos de los mejores del año. 

Otra cerveza y nada que conseguimos transporte, ya empezamos a preguntar por opciones de hospedaje. En frente tenemos el río Sardinata, que al igual que el río Catatumbo y el Pamplonita sus orillas se siguen llenando de coca y campamentos de “Elenos” y “Pelusos”. En un sinsentido de la seguridad nacional se sacó a la infantería de marina de Norte de Santander (cuando la fuerza de tarea Vulcano dejó de ser del Comando General y pasó al ejército), por eso desde hace un par de años nadie patrulla estos ríos. No importa cuánta erradicación manual ni programas de sustitución se hagan en la región, mientras los ríos sigan siendo autopistas fluviales del contrabando y el narcotráfico, el ELN mantendrá el control territorial de la frontera.

Por fin, un bus más destartalado que el anterior nos monta. Pasamos el puente y saludo por la ventana a una docena de soldados del puesto de control de La Báscula, me responden levantando el pulgar. Esta unidad militar cuida el tubo de Ecopetrol de las voladuras y enfrenta a los pate´grillos que se lo roban con microválvulas, combaten (con pocos recursos) el narcotráfico y el tráfico de insumos, prestan seguridad en la vía y son una de las unidades militares de respuesta más cercanas a la frontera (donde del otro lado dicen que nos apuntan con misiles). Esa noche, el frente Juan Fernando Porras del ELN bombardeó con tatucos a ese grupo mecanizado del ejército, dejando un saldo trágico. 

Paz en la tumba del soldado profesional José Castro Botero. 

***

Anticipo: Campo Dos, que de petrolero pasó a ser cocalero y de cocalero a palmero y cacaotero, es un caso de éxito de la política de sustitución de coca y el desarrollo rural. Hoy son más los campesinos que le apostaron a la sustitución que los que siguieron en la ilegalidad de la coca.   

 

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